La terapia contra el cáncer que vuelve locos a los inversores chinos es cara y poco fiable

La protonterapia parece menos invasiva y más eficaz que la radioterapia, pero los expertos creen que hacen falta más estudios. Aun así, ya hay 43 centros en fase de desarrollo en el país

Respaldada por inversores privados adinerados, la terapia de protones, una forma de radiación altamente precisa pero cara para tratar el cáncer, está en auge en China. En dos años y medio el país ha pasado de no tener ningún centro de terapia de protones a disponer de dos operativos a día de hoy y de otros 43 proyectos en fase de desarrollo, según China Particle Therapy News, un boletín especializado en la industria.

“La protonterapia está metiendo la quinta marcha”, afirma el radioncólogo Zeng Xianwen, que tiene 60 años de experiencia en el campo. Se muestra optimista respecto a su desarrollo pero advierte de que el tratamiento no es una cura para todo.

Sus defensores sostienen que la terapia de haces de protones es mejor que el tratamiento convencional de radiación basado en rayos X porque los protones dirigen la mayor parte de su energía al tumor y después se detienen, lo que reduce los daños a los tejidos sanos cercanos. Y los investigadores, incluido Zeng, están intentado mejorar aún más la terapia al minimizar su impacto en la piel y otros tejidos que son atravesados por la radiación de camino al tumor.

Pero los estudios de protonterapia han sido escasos, y sus autores dicen que se necesitan más trabajos en este campo. Por ejemplo, un estudio de 2014 con supervivientes de tumores cerebrales infantiles respalda la idea de que la terapia de protones puede dar paso a una mayor calidad de vida en comparación con la radiación convencional, pero sus autores creen que hacen falta más estudios para demostrarlo. Otro trabajo publicado este año concluye que a pesar de  su elevado coste, la terapia de protones “ofrece una prometedora rentabilidad” para los tumores cerebrales infantiles y algunos tipos de cáncer de mama, pulmón, cabeza y cuello. Este estudio, sin embargo, se basó en datos limitados, y sus autores advierten de que la conclusión podría cambiar cuando haya más disponibles.

Los centros de protonterapia son mucho más caros de construir que las típicas instalaciones de radiación. Tradicionalmente, la construcción de estos centros cuesta cientos de millones de euros. Incluso ahora, los diseños más compactos cuestan entre 22 millones de euros y 27 por sistema.

La explosión de estos centros en China no se ha producido por un aumento en la demanda de la comunidad médica, sino por los cambiantes vientos económicos del país. Los inversores chinos han visto reducirse los retornos de participaciones tradicionalmente lucrativas en la fabricación y el mercado inmobiliario en años recientes, y eso ha convertido la inversión en centros médicos, especialmente los que se centren en una tecnología vanguardista, en un área de creciente popularidad, según el director general de APH Medical, una subsidiaria de una empresa de suministros médicos que está invirtiendo mil 600 millones de yuanes (213 millones de euros) en un centro de protones en el sudeste de China, Yu Hongxia.

Otra cosa que está impulsando este interés es la decisión tomada por el Gobierno en 2015 de relajar las restricciones sobre la importación de equipos médicos. Eso facilitó la compra de sistemas de haces de protones a fabricantes extranjeros.

A algunos les preocupa que estos centros puedan empeorar aún más la desigualdad existente entre los cuidados médicos que reciben los ricos y bien conectados, y el ciudadano medio. Aunque aún no están disponibles los precios detallados de los tratamientos que ofrecerán los nuevos centros, está claro que serán elevados. El precio habitual para un tratamiento medio en un centro de protonterapia en Shanghái (China), uno de los dos centros actualmente operativos, es de 37 mil euros. Los pacientes lo pagan de su bolsillo. Ninguna póliza de seguro cubre la terapia de protones actualmente en China.

Otros cuestionan si China dispone de la experiencia médica necesaria para operar tantos centros. Algunos de los hospitales que se han asociado con inversores privados para construir centros de protonterapia nunca han tenido departamentos de radioterapia, y existen pocos profesionales con experiencia en la administración de la terapia de protones. Como resultado, al director físico médico del Hospital Cáncer Academia de las Ciencias Médicas, Hu Yimin, le preocupa que los pacientes puedan sufrir. Yimin afirma: “Deberíamos desarrollar la protonterapia, pero no tan deprisa”.

Chao, una mujer de 28 años de edad que se sometió a protonterapia hace dos años, opinaría que los centros no se están abriendo con la suficiente rapidez.

A principios de 2014, cuando un médico le dijo que un raro tumor cancerígeno alojado en la base de su cráneo había empezado a crecer de nuevo tras dos cirugías, Chao, que rehusó publicar su nombre completo para proteger su intimidad, dice que no sabía qué hacer. Un segundo médico sugirió la terapia de protones, pero entonces no estaba disponible en China.

Ese otoño, su familia reunió 30 mil euros y la llevó a un centro de cáncer en Japón para recibir el tratamiento. Desde su luminoso despacho en Pekín (China), Chao afirma: “Soy afortunada”. Su tumor ya no crece, y ha vuelto a trabajar a tiempo completo.

Fuente: Yiting Sun / technologyreview.es