La espiral climática nos conduce a un mundo inhabitable

Es muy probable que 2017 sea uno de los tres años más cálidos jamás registrados, con numerosos episodios de efectos devastadores, como huracanes catastróficos y crecidas, olas de calor debilitantes y sequías, inundaciones e incendios forestales de proporciones insospechadas, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

El panorama climático de este año que termina muestra unos indicadores que marcan una tendencia ascendente que no encuentra tregua en ninguno de sus parámetros básicos. Estamos en una espiral climática que nos lleva a un mundo inhabitable.

La temperatura media global para el período comprendido entre enero y septiembre de 2017 fue de 0,47°±0,08 °C más cálido que la media de 1981-2010 (estimada en 14,31 °C), lo que representa un aumento de la temperatura de aproximadamente 1,1 °C desde el período preindustrial.

Es probable que el año 2016 continúe siendo el más cálido del que se tenga registro, con 2017 y 2015 en segundo y/o tercer lugar, respectivamente. El período de 2013 a 2017 será el quinquenio más cálido jamás registrado.

Las temperaturas en la superficie del mar a escala mundial van camino de estar entre las tres más altas jamás registradas. Hasta la fecha, en 2017, el contenido calorífico de los océanos a nivel mundial alcanzó, o casi alcanzó, valores récord.

Más ciclones

Este aumento de la temperatura en la superficie del mar está estrechamente relacionado con el aumento de los ciclones. El índice de energía ciclónica acumulada, que mide la intensidad total y la duración de los ciclones, alcanzó en septiembre su valor mensual más elevado jamás registrado. En los Estados Unidos la temporada de tornados ha sido este año la más activa desde 2011.

La escalada de la temperatura ha venido acompañada también de intensas olas de calor. En la región del Mediterráneo, en el sur de España, el 12 de julio se llegó a 46,9 °C en la ciudad de Córdoba y el 13 de julio a 45,7 °C en Granada, unas de las más altas del mundo.

Un estudio reciente muestra que el riesgo general de enfermedades o muertes relacionadas con el calor ha aumentado de forma constante desde 1980, y que actualmente cerca del 30% de la población mundial vive en condiciones climáticas que provocan olas de calor extremas prolongadas, señala la OMM. Entre 2000 y 2016, el número de personas vulnerables expuestas a episodios de olas de calor se ha incrementado en aproximadamente 125 millones, un claro síntoma de que nos adentramos en un mundo inhabitable.

Paradójicamente, en otras regiones del mundo, en 2017, también se produjeron temperaturas bajas sin precedentes; por ejemplo, a principios de julio en algunas localidades del interior suroriental de Australia, como Canberra, donde se registró la temperatura más baja (−8,7 °C) desde 1971, y en la región del Golfo en Oriente Medio a principios de febrero.

Indicadores alarmantes

Los indicadores del cambio climático a largo plazo, como el incremento de las concentraciones de dióxido de carbono, el aumento del nivel del mar y la acidificación del océano, siguen sin dar tregua.

La tasa de aumento del CO2 de 2015 a 2016 fue la más alta jamás registrada, a saber, de 3,3 partes por millón/año, lo que supuso que la concentración de CO2 alcanzara las 403,3 partes por millón. Los bruscos cambios observados en la atmósfera en los últimos 70 años no tienen precedentes.

El nivel medio del mar se ha mantenido relativamente estable en 2017 hasta la fecha, con niveles similares a los alcanzados por primera vez a finales de 2015. Sin embargo, ese nivel podría haber vuelto a aumentar desde julio/agosto de 2017.

Por otro lado, desde que comenzaran los registros, el pH del agua de mar se ha ido reduciendo progresivamente, pasando de valores superiores a 8,10 al inicio de los años ochenta a unos valores comprendidos entre 8,04 y 8,09 en los últimos cinco años.

Menos hielo marino

La cubierta de hielo marino del Ártico continúa estando por debajo de la media, y la extensión del hielo marino de la Antártida, que antes era estable, alcanzó este año, o casi alcanzó, niveles mínimos jamás registrados hasta la fecha.

La extensión del hielo marino en el Ártico se situó muy por debajo de la media durante 2017 y se mantuvo en niveles bajos sin precedentes durante los cuatro primeros meses del año. El máximo anual de la extensión de hielo marino en el Ártico alcanzó, a principios de marzo, uno de los cinco valores más bajos observados por satélite desde 1979, y el valor más bajo según el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielos. Ha habido cinco récords de extensión máxima, todos ellos después de 2005.

La extensión del hielo marino en la Antártida también estuvo muy por debajo de la media. La extensión del manto de nieve del hemisferio norte fue de 10,54 millones de kilómetros cuadrados, cifra que se acerca al valor mediano registrado para el período de observaciones satelitales de 1967-2017.

El manto de hielo de Groenlandia registró un aumento de más de 40.000 millones de toneladas de hielo debido a las nevadas superiores a la media y a la brevedad de la estación de deshielo. A pesar del aumento global de la masa de hielo registrado este año, este tan solo representa una pequeña excepción a la tendencia general a la baja, ya que el manto de hielo de Groenlandia ha perdido cerca de 3 600 000 millones de toneladas de masa de hielo desde 2002.

Impacto social

El cambio climático está teniendo un impacto social considerable. Los fenómenos extremos afectan a la seguridad alimentaria de millones de personas, especialmente a las más vulnerables. En 2016 se desplazaron 23,5 millones de personas como consecuencia de desastres de origen meteorológico.

La mayoría de esos desplazamientos internos estuvieron relacionados con crecidas o tormentas y se produjeron en la región de Asia y el Pacífico. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en Somalia ha habido más de 760.000 desplazamientos internos.

En el último número de Perspectivas de la Economía Mundial, del Fondo Monetario Internacional, se señala que las consecuencias adversas se concentran en países con climas relativamente cálidos, en los que vive cerca del 60% de la población mundial actual.

Fuente: tendencias21.net