La crisis de los antibióticos

El auge de la resistencia a estos fármacos supone una amenaza global que exige una respuesta decidida.

El acceso a los antibióticos es esencial en todos los sistemas de salud. Su uso ha reducido la mortalidad infantil, ha incrementado la esperanza de vida y se ha convertido en indispensable en cirugía y en algunos tratamientos de la medicina moderna. Logros que hoy damos por garantizados, como el incremento de la seguridad en los partos complicados, la mejoría en el pronóstico de los niños prematuros, las intervenciones quirúrgicas, el tratamiento de infecciones como la neumonía, el trasplante de órganos y la quimioterapia del cáncer, no habrían sido posibles sin los antibióticos. Sin embargo, numerosos microorganismos patógenos han desarrollado resistencia a estos fármacos, por lo que muchos pacientes fallecen porque no responden a ellos. La celebración del Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos el 18 de noviembre es una buena ocasión para reflexionar sobre este problema y sobre cómo afrontarlo.

La resistencia antibiótica representa una amenaza global que afecta a diferentes ámbitos económicos, sociales y de salud pública en todo el mundo. El Foro Económico Mundial la considera una de las amenazas sanitarias y económicas más importantes de la sociedad. No solo resulta costosa en términos de sufrimiento humano, sino también en términos monetarios. En la Unión Europea, cada año se diagnostican 400 mil casos nuevos de infecciones por bacterias multirresistentes, las cuales conllevan 2 millones 500 mil días adicionales de estancias hospitalarias. Actualmente, cerca de 50 mil personas fallecen cada año en Europa y EU a causa de estas bacterias. Los costes derivados de la resistencia a los antibióticos se estiman en más de 5 mil millones de euros en las dos zonas juntas. En todo el mundo, el número anual de defunciones asciende a 700 mil. Se cree que, si no se controla, la resistencia puede llegar a provocar, en un futuro próximo, 10 millones de muertes anuales, una cifra superior a la de muertes por cáncer.

El incremento de la resistencia puede atribuirse a cuatro grandes causas. La primera es el abuso y mal uso de los antibióticos, tanto si se utilizan en humanos como en el ganado. Su empleo masivo en los animales con el fin de tratar o prevenir enfermedades y como fármaco de engorde es, probablemente, una de las razones más importantes del aumento de la resistencia. La segunda es la diseminación de las bacterias multirresistentes, la cual se ha visto favorecida por los desplazamientos frecuentes de las personas en el mundo globalizado en el que vivimos. La tercera causa radica en la ausencia de técnicas de diagnóstico rápido para identificar este tipo de infecciones o, lo más importante, para descartar la administración de antibióticos en las infecciones por virus respiratorios. Y un último factor apunta a la disminución en los últimos años del desarrollo de nuevos antibióticos, una situación paradójica teniendo en cuenta el ascenso de la resistencia. Ello se atribuye a que las empresas farmacéuticas han dirigido su esfuerzo a otros productos, como los medicamentos contra el cáncer o los antiinflamatorios, porque resultan más rentables que los antibióticos, que cada vez deben ser más selectivos y se administran durante poco tiempo.

La aparición y propagación de la resistencia implica graves problemas médicos, sociales y económicos que urgen a tomar medidas globales y coordinadas. De manera genérica, existen una serie de acciones que deben emprenderse: mejorar la concienciación social sobre el empleo de los antibióticos y el riesgo que conlleva el aumento de la resistencia; fomentar el uso racional de los antibióticos en todos los entornos; implementar medidas de control de infecciones en los centros de atención sanitaria y granjas; y promover la investigación en ámbitos como la vigilancia y prevención de la resistencia, el desarrollo de pruebas de diagnóstico rápido y la creación de nuevas estrategias antimicrobianas y no antimicrobianas.

Para gestionar la crisis de la resistencia antibiótica, varias organizaciones y administraciones clave, además del Foro Económico Mundial, han publicado informes y han llevado a cabo acciones de gran visibilidad. La OMS (mayo de 2014), el ex Primer Ministro David Cameron (julio 2014), el Presidente Obama (septiembre de 2014) o el G-20 (2016) han reconocido la naturaleza global del desafío planteado por la resistencia y han hecho un llamamiento local e internacional para que se lideren y coordinen acciones para hacer frente a su ascenso. Asimismo, por cuarta vez en su historia, la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebrada este pasado mes de septiembre, firmó una declaración para coordinar a los Estados miembros frente a esta amenaza económica y sanitaria.

La diseminación de las bacterias multirresistentes puede llevar la medicina moderna a una situación dramática, similar a la oscura era preantibiótica. Las medidas decididas de los organismos responsables, tanto locales como nacionales e internacionales, además de la reacción de toda la sociedad pueden impedir esa perspectiva tan sombría.

Fuente: investigacionyciencia.es / Joan Gavaldà