La consagración de la primavera es como esa manzana que te quieres comer: Claudia Lavista

Para Sergio Vela, la creatividad de Stravinski corresponde con el siglo XX, a pesar de haber nacido en el siglo XIX

Para conmemorar el 50 aniversario del fallecimiento de Ígor Fiódorovich Stravinski, músico ruso, el viernes 17 de septiembre, a las 6:00 p. m., se transmitió en vivo, a través de las plataformas digitales de El Colegio Nacional, la primera de cuatro sesiones que conforman el ciclo Stravinski, a 50 años de su muerte, coordinado por el colegiado Mario Lavista y la bailarina y coreógrafa Claudia Lavista.

Con la participación del director de escena Sergio Vela y la investigadora en danza Margarita Tortajada, se reflexionó en torno a la coreografía original de Vaslav Nijinsky, en la versión del Joffrey Ballet, en donde se reconoció a Stravinski como uno de los compositores más significativos del siglo XX.

“A pesar de haber nacido en el siglo XIX, debemos considerar que su creatividad corresponde con el siglo XX. La consagración de la primavera, una de sus más significativas partituras, es una suerte de ruptura, casi como si no supiéramos de dónde viene, qué antecedentes había en Ígor Stravinski. Después de tener dos grandes éxitos parisinos, como El pájaro de fuego, de 1911, y Petrushka, de 1913, súbitamente, el 29 de mayo de 1913, el mundo se vio trastocado, ocurrió una suerte de revolución, quizá no del toda intencional, quizás algo espontánea”, destacó Sergio Vela.

Y es que con el correr del tiempo, Stravinski, en reminiscencias biográficas, contaba cómo se había aislado y trabajaba durante todo el día para poder ir componiendo esta obra que lo remite a escenas de la Rusia pagana. Así, la partitura La consagración de la primavera, como obra coreográfica, se ha convertido en una pieza recurrente en las salas de conciertos. “Sobre eso vamos a hablar, no solamente en esta sesión, me da mucho gusto que vayamos a poder tener cuatro sesiones dedicadas a La consagración de la primavera“, señaló el director de escena.

Al explicar en qué consiste el ciclo de conferencias y de presentaciones, la bailarina y coreógrafa Claudia Lavista, aseguró que La consagración de la primavera es la obra musical que más versiones coreográficas tiene en la historia de la música, “no se me ocurre ninguna otra pieza sonora que haya sido tantas veces coreografiada por tantos coreógrafos, se vuelve casi una obsesión”.

“Es muy interesante que esta pieza marca una ruptura de los grandes ballets rusos o de las grandes tradiciones de los ballets. En esta obra lo que estamos observando y lo que vemos es un planteamiento coreográfico con muchas características, que por primera vez se ven.”

“Hoy, por ejemplo, les voy a invitar a que se fijen en el trabajo de las grecas, en el trabajo del gesto, en el trabajo de las posturas, en el trabajo de lo que podríamos pensar como grotesco que, en la época en la que se estrena la obra, en 1913, era visto casi como una ofensa a las buenas costumbres: cómo es que estos bailarines están encogidos y las manos chuecas y los pies hacia adentro; entonces, hay toda una concepción que, obviamente, responde a la época del modernismo, que está tratando de encontrar otras respuestas desde la gestualidad del cuerpo y desde la expresión de ese cuerpo.”

A partir de toda esa gestualidad, a Claudia Lavista la llevó a pensar en la famosa frase de Rilke, quien decía “es bello en el arte todo aquello que es verdadero, es feo todo aquello que es falso”.

“Pienso que mucho de ello está en esta obra, donde vemos a Nijinski tratando de encontrar esto que es verdadero en él, y que está reflejado en esta serie de diseños coreográficos. La pieza que vamos a ver hoy es una reconstrucción de la obra original, porque la obra original fue tal su fracaso, sobre todo de la coreografía, que se bailó sólo nueve veces y se perdió.”

En el relato de Claudia Lavista se recordó que, en 1920, los bailarines rusos decidieron sacar a la pieza del repertorio y sustituirla por una obra nueva de Léonide Massine; incluso, la obra estuvo perdida, en el limbo durante casi 60 años y en los ochentas, el Joffrey Ballet se propuso reponer esta pieza, donde se escribe otra historia, por lo menos otro capítulo, la de la reposición, “porque uno pensaría que, seguramente fue a partir de fotografías o de bailarines; pero, en realidad, la reposición se pudo hacer gracias a dibujos, a notas, a los diseños de la escenografía y del vestuario”.

“Una estudiosa de las artes visuales y del diseño se da cuenta que ahí hay una enorme riqueza que comienza a investigar, a hacer un libro de trabajo y, después, Marie Rambert, la única bailarina viva que había bailado la versión original de Nijinsky se acordaba de ciertas cosas, y ella comienza a hablar de los procesos coreográficos.”

Sin embargo, durante el proceso sobrevino la muerte de Marie Rambert y todo se daba por perdido, pero a los cinco años del hecho, se encuentran un cuaderno de notas, donde ella tenía escrito varias cosas con relación a la partitura. A partir de eso, el Joffrey Ballet empieza a hacer la reconstrucción, “que se estrena en 1987, con enorme éxito. El que no tuvo en 1913”.

“Muchos coreógrafos no hemos resistido la tentación, realmente La consagración de la primavera es como esa manzana que te quieres comer y que dices cómo le voy a hacer para entrarle a esta obra tan compleja y que tiene tantas versiones. Creo que, justamente, tiene que ver con esto: la necesidad de conectarse con lo antiguo, pero a partir de algo totalmente novedoso y de una voz nueva y propia.”

Después de la presentación de esta primera versión de la obra, en la propuesta de Nijinski, la investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza José Limón, del INBAL, Margarita Tortajada, mencionó que, en su obra, Nijinski se dio a la tarea de tratar de construir de una nueva manera al ballet, no nada más la coreografía, si no las imágenes de la danza.

“Ya sabemos, la danza se mueve en dos dimensiones: por un lado, es la parte operativa, lo que hace el cuerpo, si va a la derecha o a la izquierda, en qué técnica está trabajando ese cuerpo, etcétera; y otra, es la imagen que proyecta y, entonces, Nijinski iba a experimentar con esas dos dimensiones.”

“La consagración de la primavera es la tercera de sus obras, una pieza muy compleja, que tiene muchos bailarines y movimiento escénico, y tiene una música muy difícil para el conteo que se hace en la danza. Michel Descombey relataba una anécdota de cuando estaba en el Ballet de París, donde trabajó con Stravinski, quien le contó de las peleas campales entre él y Nijinski por el conteo de la música, lo que era importantísimo, porque Nijinski estaba usando la música nota por nota.”

En su intervención, la especialista aseveró que La consagración de la primavera, como muchas de las obras de la danza, es un producto colectivo, lo que se refleja en esta obra coreográfica fundamental en la historia de la cultura universal.

El ciclo Stravinski, a 50 años de su muerte continúa el 21 de septiembre, el 8 y 15 de diciembre con la conversación de compositores, bailarines, coreógrafos y críticos de danza sobre la obra La consagración de la primavera, a partir de las puestas en escena de distintos coreógrafos nacionales e internacionales, como la del francés Maurice Bejart, la alemana Pina Bausch y los mexicanos Claudia Lavista y Víctor Manuel Ruiz.

Además, el 29 de septiembre se abordará el legado que el artista heredó a la música, así como el escenario sobre el cual desarrolló su obra. Mientras que el 1 de diciembre los participantes hablarán sobre La historia de un soldado, obra estrenada el 28 de septiembre de 1918.

Fuente: El Colegio Nacional