La ciencia como artificio político
El descubrimiento de un meteorito que destruirá la tierra se convierte en el arma política de la presidenta de los Estados Unidos para sumar votos a los comicios intermedios. Sin más, éste es el resumen de la recién película “No mires arriba” que lanzó Netflix el 24 de diciembre. Si bien han existido críticas encontradas sobre la farsa, la exageración, la comedia y la decadencia de la sociedad actual que llega a reflejar la cinta, en sí me parece una obra magnífica que pone al descubierto la complejidad que existe en torno a la práctica de la Comunicación de la Ciencia.
En esta cinta un astrónomo y una candidata a doctor son los protagonistas y los vemos vestidos y con viviendas de la clase media y no bajo el cliché de una bata blanca, rodeados de probetas y vapor saliendo de ellas. Estos dos científicos tienen familias, problemas en sus relaciones de pareja y que igual que cualquier ser humano pueden ser seducidos por la tentación de la fama y el poder. Esto sin duda habla de representar a los científicos y científicas bajo una óptica más real que ilusoria.
Además, la cinta da cuenta de lo complejo que resulta comunicar la ciencia por los mismos científicos a la sociedad en general. Cuando el protagonista principal, interpretado por Leonardo Di Caprio, es invitado a un noticiero para advertir a la gente que el impacto del meteorito acabará con toda la vida humana, el primer consejo que recibe es “explica sin matemáticas”. Esta frase tan pequeña implica el reto que viven los científicos por dar a conocer los avances y alcanzar una comprensión de los mismos.
Otro elemento interesante es la falta de interés que supone el meteorito tanto para las máximas esferas del gobierno como para los medios de comunicación. Resulta en principio más interesante para la conductora del noticiero, el sex appeal de científico que el descubrimiento que fue resultado de horas de trabajo y estudio. El conocimiento, los años de estudio resultan no ser interesantes ante una agenda mediática que sobrepone la relación romántica de la cantante del momento a la situación amenazante que alertan los científicos.
Sin embargo, el elemento más interesante de la narrativa se genera cuando el meteorito se convierte en un artificio político que llega en el momento más adecuado para difuminar los escándalos amorosos de la presidenta y generar un show mediático en el que se enaltece el trabajo de los científicos y la capacidad militar de los Estados Unidos ante el mundo. Aquí la ciencia llega a ser importante para los intereses políticos, y ante este escenario los científicos se ven obligados a seguir las reglas del juego de la simulación y la parodia.
No obstante, los intereses capitalistas llegan a ser más importantes aun, pues el meteorito representa la beta de minerales y materiales que podrían beneficiar a una de las empresas que más apoyó la campaña de la presidenta en turno. Así, la ciencia nuevamente pasa a un segundo plano, y el papel de los científicos nuevamente se ve supeditado a los intereses de gobierno y capital.
La cinta tiene el mérito de exponer lo difícil que resulta comunicar la ciencia, que ésta sea tomada en serio por las esferas del poder y sobre todo expone la exigencia de una falta de voluntad política para generar conciencia e interés por los desarrollos científicos y tecnológicos. Puede ser que “No mires arriba” no posea la mejor trama, pero sí aplaudo la representación de la comunidad científica y de los retos que debe enfrentar ante gobiernos, agendas mediáticas, intereses del capital y la desinformación que envuelve a la sociedad.
Fuente: milenio.com