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La barrera del lenguaje científico podría costar innumerables carreras, alerta un estudio

Una encuesta internacional dirigida por la Universidad de Queensland (Australia) y publicada en la revista ‘PLOS Biology’, ha cuantificado el coste “claro y significativo” de la barrera lingüística a la que se enfrentan los científicos no nativos de habla inglesa.

El estudio, dirigido por el doctor Tatsuya Amano, de la UQ, encuestó a 908 investigadores de ciencias medioambientales sobre actividades científicas en cinco categorías (lectura de artículos, redacción, publicación, divulgación y participación en conferencias) y detectó una desventaja sustancial para los anglófonos no nativos en las cinco.

“En comparación con los angloparlantes nativos, los que no lo son necesitan hasta el doble de tiempo para llevar a cabo cada una de estas actividades –afirma el doctor Amano–. Además, sus trabajos se rechazan dos veces y media más y se pide que se revisen doce veces y media más”.

Según advierte, “estas dificultades colocan a los hablantes de inglés no nativos en una situación de desventaja especialmente importante, ya que la publicación de artículos es un proceso bastante estresante para muchos”.

“También nos sorprendió descubrir que un tercio renuncia a asistir a congresos internacionales y la mitad renuncia a presentar ponencias en ellos por no tener confianza en la comunicación en inglés –reconoce–. Las conferencias ofrecen importantes oportunidades para desarrollar su red de investigación, por lo que esta barrera lingüística está provocando el estancamiento de muchas carreras prometedoras”.

A los investigadores les preocupa que estas barreras hayan llevado a muchos hablantes no nativos de inglés a abandonar sus carreras científicas en una fase temprana.

“Se trata de un grave problema en el mundo académico en términos de equidad, pero también de una inmensa pérdida para las comunidades científicas –destaca Amano–. Estamos perdiendo potencialmente una enorme contribución a la ciencia de un gran número de personas, simplemente porque su lengua materna no es el inglés”.

Los investigadores afirman que liberar el potencial de las comunidades desfavorecidas es uno de los retos urgentes de la ciencia actual. “Ya sabemos que la colaboración entre un grupo diverso de personas puede resolver mejor los problemas y producir mayores niveles de innovación e impacto científicos”, subraya Amano.

“A medida que nos enfrentamos a varios problemas mundiales, como la biodiversidad y las crisis climáticas, la necesidad de aprovechar la diversidad de personas, puntos de vista, sistemas de conocimiento y soluciones es más importante que nunca”, añade.

Como parte del estudio, el proyecto de colaboración internacional esbozó varias formas en que la comunidad científica puede ayudar a resolver el creciente problema.

“Cualquiera puede hacer una amplia gama de cosas para apoyar a los hablantes no nativos de inglés: si usted es supervisor, debe reconocer estas desventajas y proporcionar apoyo financiero, logístico y mental”, sugiere Amano.

“Aunque muchas instituciones ofrecen oportunidades de formación, deberían ser más diligentes a la hora de tener en cuenta estas desventajas al evaluar el rendimiento de los hablantes de inglés no nativos”, sugiere.

Además, añade que, “como guardianes de la ciencia, muchas revistas también deberían hacer más por abordar este problema de forma proactiva, por ejemplo, proporcionando apoyo gratuito para la edición lingüística y apoyando más ampliamente la multilingüización de la ciencia”.

Recuerda que “durante mucho tiempo, dominar el inglés ha sido el billete de entrada al mundo académico” y comenta que “tenemos que alejarnos de esta vieja visión para que cualquier persona, en cualquier parte del mundo, pueda prosperar y brillar en el mundo académico”.

Fuente: europapress.es