Isabel II: la reina que adoptó las nuevas tecnologías para alcanzar el progreso tecnológico, social y científico

Televisión, exploración espacial e incluso videoconferencias por Zoom: la monarca británica fue una entusiasta defensora de estos avances y de otros más durante sus 70 años de mandato

A finales de los 90, el mundo se enamoró del correo electrónico. Pero llegaba un poco tarde: la reina Isabel II ya llevaba décadas enviando sus propios e-mails. En 1976, apenas unos años después de que se desarrollara el correo electrónico como medio para que los académicos enviaran mensajes dentro de las universidades, la reina envió su primer mail en un acto de celebración de la llegada de una de las primeras redes de Internet a Inglaterra, adelantándose así dos décadas a la mayoría del resto del planeta.

Era de esperar: durante sus nueve décadas de vida, siete de las cuales las pasó en el trono, Isabel II fue testigo de enormes cambios tecnológicos, sociales y científicos. Al ser la monarca británica que más tiempo ha reinado, se convirtió en la querida jefa de Estado de un imperio en transformación. Y durante su larga vida, demostró ser una firme defensora de la ciencia y la tecnología.

El temprano interés de la joven Isabel II por la tecnología

Nacida en 1926, la Princesa Elizabeth Alexandra Mary no estaba destinada al trono. Esto cambió en 1936, cuando su tío paterno Eduardo VII abdicó y su padre, Jorge VI, ocupó su lugar como rey. De repente, la niña de 10 años se convirtió en presunta heredera.

Las obligaciones reales de Isabel no le impidieron interesarse por la tecnología. Durante la Segunda Guerra Mundial, la princesa presionó a su padre para que le permitiera servir a su país. Finalmente accedió a que se alistara como voluntaria en el Servicio Territorial Auxiliar Femenino, la rama femenina del ejército británico, donde se convirtió en conductora y se formó en mecánica de automóviles.

Fue un paso pionero: no solo fue la primera de su familia en servir en el ejército, sino que la visión de una mujer desmontando motores y cambiando neumáticos supuso un cambio radical en los roles sociales y de género que continuaría durante toda la vida de la futura reina.

En 1952, Isabel subió al trono ante la muerte de su padre. Ya convertida en esposa y madre, eligió reinar con su propio nombre de pila. Esto la conectaba con Isabel I, cuyo reinado en la época del Renacimiento se considera hoy una edad de oro de la tecnología y la ciencia.

Su propio reinado fue moderno desde el principio. El nacimiento de la nueva reina coincidió aproximadamente con el desarrollo de la televisión, y durante la planificación de su coronación rompió con la tradición y permitió a la BBC transmitir el evento en directo. Fue la primera coronación televisada de la historia, creando literalmente un programa de visionado obligatorio: más de 20 millones de personas en todo el mundo vieron la emisión, y se la considera como el hecho que catapultó a la TV y la volvió mainstream (convencional).

La reina Isabel II y la era atómica

Otras nuevas tecnologías influyeron en el reinado de Isabel. Llegó al poder cuando la era atómica estaba en pleno apogeo, lo que influyó en la geopolítica y estimuló los avances científicos. Los temores nucleares empujaron al mundo a una Guerra Fría cada vez más fría, y el Reino Unido probó sus propias armas atómicas durante la década de 1950. El Reino Unido se alió con Estados Unidos y se ganó la reputación de “portaaviones insumergible” por albergar armas nucleares estadounidenses.

Isabel ayudó a introducir a la nación en estos avances nucleares. En 1956, inauguró la primera central nuclear del mundo, Calder Hall, accionando el interruptor entre los aplausos de los espectadores. Sin embargo, la tecnología conllevaba riesgos: al año siguiente, un reactor de una central nuclear cercana, Windscale, se incendió. Fue el peor desastre nuclear de Gran Bretaña.

Mientras tanto, preocupado por la posibilidad de un ataque nuclear, el gobierno británico desarrolló un plan para que la reina escapara a un búnker flotante en los lagos escoceses (el plan de evacuación fue recientemente resucitado y revisado en medio de los temores de que un potencial Brexit sin acuerdo podría desencadenar disturbios). Si Gran Bretaña fuera atacada alguna vez, la reina también planeaba dar un discurso del día del juicio final preparando a la nación para la Tercera Guerra Mundial. Décadas después del inicio de la Guerra Fría, se atribuyó a Isabel un papel “poderoso” en su final cuando recibió al presidente soviético Mijail Gorbachov en el Palacio de Windsor en 1991.

Un legado de apoyo a la ciencia

La monarca también se codeó con titanes de la ciencia y la tecnología. Conoció a los cosmonautas soviéticos Yuri Gagarin y Valentina Tereshkova, y grabó un mensaje de buena voluntad que dejaron en la luna los astronautas del Apolo 11, a los que conoció en 1969. También reconoció a cientos de científicos influyentes, nombrando a la primatóloga Jane Goodall Dama Comandante del Imperio Británico y al pionero del ADN James D. Watson Caballero del Imperio Británico.

Sin embargo, durante su mandato, el Imperio Británico llegó a su fin cuando las numerosas colonias del Reino Unido obtuvieron su independencia y formaron una coalición informal conocida como la Mancomunidad de Naciones o Commonwealth. Aunque Isabel II fue criticada por beneficiarse del colonialismo y por hacer muy poco para reconocer o reparar su brutal legado, su patrocinio real se extendió a organizaciones sin ánimo de lucro en toda la Commonwealth británica, muchas de ellas centradas en la investigación médica o científica.

La reina también se interesó por la tecnología, al lanzar retransmisiones en directo de los discursos reales, permitir el uso real de Internet y al ser una de las primeras personas en viajar a través del túnel del Canal, o Eurostar, el ferrocarril submarino que une Gran Bretaña con el resto de Europa. Isabel pronunció uno de sus tradicionales mensajes del día de Navidad en 3D, e incluso utilizó Instagram para compartir una foto de una carta que el pionero de la informática Charles Babbage envió a su tatarabuelo en 1843.

En los últimos años, adoptó un mensaje respetuoso con el medio ambiente, dio su bendición a una iniciativa que fomenta la conservación de los bosques en toda la Commonwealth y abordó el uso de plásticos en las propiedades reales tras colaborar con David Attenborough (el naturalista británico al que nombró caballero en dos ocasiones) en un documental sobre sus bosques.

La muerte de la líder más duradera del Reino Unido supone el fin de una época isabelina en el país, sobre el que reinó durante 70 años y 127 días. Pero, en realidad, el reinado abarcó múltiples épocas, tendió un puente entre lo antiguo y lo nuevo y empujó a la monarquía (cuya permanencia ha sido durante mucho tiempo muy discutida en el Reino Unido) hacia un futuro que habría parecido inconcebible al principio de su reinado.

La monarquía que representaba puede tener 1500 años, pero la era isabelina más reciente será recordada como una de enorme progreso tecnológico, social y científico.

Fuente: nationalgeographicla.com