Innovación: del error al éxito

La toma de decisiones ejecutivas a menudo crea o destruye el éxito de la innovación. La mayoría de las organizaciones son capaces de generar ideas, pero a veces se “atascan” en el proceso de elegir cuándo, dónde y cómo asignar los recursos dedicados a explorar o desarrollar ideas prometedoras.

En la mayoría de los casos, esta lucha se puede remontar a una tensión interna entre los esfuerzos por innovar y las prioridades operacionales. La mayoría de los profesionales de la innovación se adhieren al mantra de “fallar rápido, fallar a menudo”, con un sesgo hacia la experimentación y la acción rápida.

En contraste, la mayoría de los altos directivos deben seguir una matriz de valoración de toma de decisiones más rígida a veces con una marcada animadversión al riesgo. ¿Cómo una organización reconcilia estos dos puntos de vista con el fin de determinar si las innovaciones prosperan o se evaporan?

Exploración de Riesgo / Recompensa

Al igual que en la medicina, la ciencia y las estadísticas, las decisiones de innovación son propensas a cometer dos errores fundamentales: el falso positivo y el falso negativo.

El ejemplo clásico del “falso negativo” es el de un médico al que las “pruebas” le indican que un paciente está sano cuando en realidad no es así. En este caso, el profesional suele tomar medidas preventivas, por si acaso.

El clásico de los falsos positivos es muy diferente; un ejemplo de ello es que una persona sea condenada por un delito que no se está seguro si ha cometido. En este caso, es mejor abstenerse de tomar medidas inmediatas, también, por si acaso.

Las decisiones en los negocios pueden caer fácilmente en cualquiera de estos errores. Para que la innovación empresarial sea tangible y eficaz, es fundamental entender qué tipo de error es preferible en situaciones del mundo real: el lanzamiento de una innovación que pueda fracasar (falso positivo) o no financiar algo que podrían tener éxito (falso negativo).

A primera vista no es un cálculo sencillo. La respuesta depende de una evaluación honesta de las ventajas y desventajas, de algo llamado: riesgo / recompensa para cada tipo de error, en lugar de arriesgarse a todo o tener una aversión declarada ante la posibilidad de un riesgo.

Hay industrias y empresas en dónde los falsos positivos son impensables, como es la del automóvil, la de la salud o la investigación, ya que un error puede costar vidas humanas y podría causar la ruina de estas organizaciones. Si bien deben cerciorarse de todo, suelen ser de las que más innovan.

El público tiende a penalizar más los falsos positivos (innovaciones fallidas) que falsos negativos (perder oportunidades). Los ejemplos son fáciles de encontrar: el castigo fue rápido e implacable para los ejecutivos que intentaron “mejorar” la fórmula de la Coca-Cola, el fallo épico de Microsoft con Windows Vista y un larguísimo etc.

Los falsos negativos crean oportunidades y los períodos de cambio de la industria a menudo crean una fuerte necesidad de fomentar los falsos positivos. Se ha escrito mucho acerca de la llegada de los ebooks como la causa del fallecimiento eventual de los libros de papel.

Sin embargo, no todos los libreros sucumbieron, ni todos los usuarios se olvidaron de los libros: Barnes & Noble (B & N) sobrevivió a la transición, dessarrollando de su propio lector electrónico Nook como un competidor viable para el Kindle de Amazon y los libros de papel siguen teniendo millones de adeptos y tiradas.

Afortunadamente, no todas las empresas se comportan rígidamente. Recientemente, Sir Richard Branson afirmó que Virgin había creado empresas en ocho sectores diferentes, cada una valorada en más de 1 mil millones de dólares. Sin embargo, una compañía preparada para aprovechar las oportunidades también debe ser capaz de afrontar los fracasos.

A pesar del éxito de Virgin America, Virgin Galactic, Virgin Media, y Virgin Mobile, también había Virgin Cola, Virgin novias, Virgin Coches y Virgin Digital. Estos falsos positivos, en lugar de fracasos, son de hecho los marcadores saludables de una cultura empresarial innovadora.

Rentabilizar los fallos

Aunque los falsos positivos no se pueden evitar, rehuir la asunción de riesgos por completo resulta casi con seguridad, una estrategia perdedora. Tampoco se puede caer en una “matanza de ideas”, de la que sólo sobrevivan los proyectos más seguros.

Los inversores inteligentes no esperan que todas las empresas tengan éxito, en lugar de ello invierten en varios ámbitos maximizando los rendimientos, dentro de una tolerancia de riesgo previamente pautado.

Implícitamente, la mayoría de las empresas esperan que todos los proyectos financiados tengan éxito, cuando en cambio deberían esperar que dado determinado riesgo que deben correr, los éxitos superen los fracasos, cubran las posibles pérdidas y descollen en ganancias.

A menudo, las nuevas ideas son “culpables hasta que se demuestre lo contrario” por lo que no se les permite demostrar su valía. Eso es lamentable, porque los métodos modernos de desarrollo como la creación de prototipos permiten que la mayoría de nuevas ideas sean exploradas y examinadas de forma rápida, con un mínimo riesgo y a un bajo costo.

Los mejores empresarios consideran sus fracasos como guías valiosas para alcanzar el camino al éxito. La clave es aprender de cada error y luego volver a dirigir los esfuerzos de la manera más apropiada.

Las organizaciones que se toman el tema de la innovación como algo serio saben que capacitar, arriesgar, aprender de los fallos, escuchar a quienes saben de lo que hablan, apoyar iniciativas y fomentar el pensamiento creativo, son las bases de su ascenso a la cima empresarial y económica.

Fuente: Innovaticias