Hemos perdido el control sobre la ciencia, el mercado y la tecnología, plantean relevantes científicos
El pasado martes, 26 de febrero de 2019, se celebró en Barajas (Madrid) la primera mesa redonda del Club Nuevo Mundo, un espacio de diálogo entre ciencia y sociedad orientado a buscar soluciones innovadoras a los problemas globales que nos afectan a los seres humanos.
En la reunión, iniciativa de Tendencias 21, intervinieron varios miembros del Comité Científico que asesora y evalúa las actuaciones del Club: Eduardo Costas, Doctor en Biología y director del Comité junto a la Doctora en Veterinaria Victoria López Rodas; José Esquinas Alcázar, Doctor Ingeniero Agrónomo y en Genética; y Pedro Baños Bajo, Coronel del Ejército de Tierra y Diplomado de Estado Mayor, actualmente en situación de reserva, y uno de los mayores especialistas en Geopolítica.
La lucha por los recursos
Tal y como adelantaba Eduardo Martínez, editor de Tendencias 21, en la presentación de la mesa redonda, “estamos enfrentados a unas crisis muy severas, particularmente por el cambio climático y la desestructuración del mundo surgido tras la II Guerra Mundial”. Explicó asimismo que el motivo de la mesa redonda era conocer de primera mano las inquietudes de los expertos sobre los temas más apremiantes para la sociedad, con vistas a orientar los próximos trabajos del Club Nuevo Mundo.
Vivimos en un mundo globalizado que, según explicó Pedro baños, se rige en su totalidad por el capitalismo y los intereses políticos basados, en gran parte, en el control de los recursos naturales. La lucha por los recursos es una carrera por el apoderamiento y el enriquecimiento de los países que dista mucho de los intereses de supervivencia de nuestra especie y de la conservación del planeta.
El 1 de agosto de 2018 ya habíamos agotado los recursos renovables previstos para ese año. “El problema no es que no haya recursos, es que estamos devastando el planeta y llegará un momento en que los recursos naturales renovables dejen de existir”, alertó Baños.
La pelea desaforada por los recursos naturales se da en todos los órdenes. Uno de ellos es el sector agroalimentario. Según José Esquinas, quien ha trabajado en la FAO de Naciones Unidas durante 30 años, un gran problema es la mercantilización de los alimentos. La palabra “agricultura” se ha sustituido por “agrobusiness” (agroindustria), y si “antes se producían alimentos para alimentarse, ahora se producen para vender”, afirmó Esquinas.
Sistema ineficaz
El sistema es eficiente económicamente para las grandes multinacionales que controlan la mayor parte de la industria agroalimentaria del mundo, pero no es eficaz para alimentar a todo el planeta.
Esquinas aportó impactantes datos que muestran que el sistema no es ético. Produce un 60 por ciento más de la cantidad de alimentos que necesitamos para alimentar a la humanidad y, sin embargo, mueren de hambre 17 millones de personas al año y 40.000 al día. Tampoco es un sistema sostenible: una parte importante de los alimentos que se producen y no se consumen acaban en la basura, sobre todo en los países desarrollados.
“Se pierden en el camino 1.300 millones de toneladas métricas, un tercio de la producción mundial”, apuntó Esquinas. “En Europa, 89 millones de toneladas métricas terminan en su mayor parte en la basura cada año y en España, en época de crisis, 7,7 millones de toneladas métricas, una media de 169 kilogramos de alimentos al año por habitante”.
Esto supone, además, un importante impacto medioambiental. En la producción de estos alimentos, estamos emitiendo a la atmósfera gases de efecto invernadero que contribuyen entre un 12 y 14 por ciento en el cambio climático.
“Para producir toda esa cantidad de alimentos que no se va a comer nadie, se están utilizando 1.400 millones de hectáreas, equivalentes a 28 veces la superficie de España”, señaló Esquinas. “Se emplea la cuarta parte del agua dulce del planeta y 300 millones de barriles de petróleo al año”. Los alimentos que consumimos en España recorren previamente 2.500 kilómetros.
Cambio climático
Según Esquinas, el impacto de la producción de alimentos en el medio ambiente, según el sistema actual, está siendo responsable de más del 30 por ciento del efecto dañino en el medio ambiente. Y no debemos perder de vista este factor porque, tal y como apuntó Eduardo Costas, un cambio en el clima es uno de los factores comunes a las grandes extinciones de especies en la historia de la vida en la Tierra, como la gran extinción del Pérmico.
“Hay dos alertas que nos deben hacer pensar: el momento de prosperidad de especies de microorganismos en el que vivimos (justo la fase previa al agotamiento de los recursos y al colapso), y el cambio climático”, dijo Costas. “Estas han sido las dos circunstancias que han coexistido en las grandes extinciones anteriores”.
Costas hizo hincapié en que nuestro principal problema en la lucha contra el cambio climático hasta ahora ha sido la ignorancia. Cuando nos dimos cuenta de lo contaminante que es la quema de combustibles fósiles, pasamos a la energía nuclear y, de ahí, a las energías renovables. Pero la implementación de estas últimas ha sido algo desacertada debido al desconocimiento de sus efectos negativos.
“Todo el mundo parece tener claro que la energía nuclear es muy mala, pero hay mucha desinformación”, señaló Costas. La confusión que rodeó la catástrofe de Fukushima, en la que se difundieron imágenes de centrales térmicas tomándolas por nucleares, además del uso militar de esta tecnología, ha provocado un rechazo social a la forma de obtener energía más controlada y que, en términos generales, ha causado menos daño que muchas renovables.
“Es un error pensar que por ser renovables, son buenas”, dijo Costas, quien explicó que las 40 centrales de energía termosolar que hay en España, y que ocupan más territorio que los parques naturales, pierden al año, en condiciones normales, 200 toneladas del aceite que calientan para obtener energía. Alrededor de la mitad de estas centrales han sufrido accidentes, perdiendo más de 2.000 toneladas de fluído termosolar. Además, para que los espejos de las placas funcionen correctamente, hay que limpiarlos usando, principalmente, un herbicida: el glifosato, clasificado por la Organización Mundial de la Salud como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. Por otra parte, muchos molinos de viento pierden, por pulverización, hasta 600 litros de aceite al año.
Enfermedades emergentes
La ignorancia, junto al cambio climático y otros factores, también está detrás de ciertas enfermedades emergentes. Costas recordó que “estamos perdiendo la guerra con los antibióticos”. La resistencia de las bacterias a los antibióticos es causada por su mal uso en humanos y su uso masivo en el ganado. La búsqueda de nuevas cepas no es rentable para las empresas farmacéuticas y, mientras tanto, cada año se incrementa el número de muertes a causa de bacterias resistentes a los antibióticos actuales. “Las neumonías son la tercera causa de muerte en personas mayores”, apuntó Costas.
La limitación del acceso a la sanidad pública está siendo contraproducente para protegernos de las enfermedades que llegan a través de la inmigración. Durante la crisis económica, España fue el país de la UE donde más se disparó la incidencia de tuberculosis. Costas relacionó esta escalada con la exclusión de la sanidad pública a gran parte de la inmigración.
Esquinas añadió que la Unión Europea dedica cada año 700.000 millones de euros para combatir las enfermedades derivadas de la mala alimentación. “Casi el 65 por ciento de la población europea muere a causa de enfermedades oncológicas y cardiovasculares derivadas de la mala alimentación”, dijo.
Propuestas y soluciones
Baños, Esquinas y Costas destacaron finalmente que la toma de decisiones debe tener en cuenta el futuro de nuestro planeta. Arrasar con los recursos limitados supone “embargar el futuro a las siguientes generaciones”, como expresó Esquinas, quien también sugirió que “tenemos los instrumentos necesarios para convertir la Tierra en un paraíso”.
Según Esquinas, hemos perdido el control sobre la ciencia, el mercado y la tecnología. A estos instrumentos debemos añadirle la ética para poder volver a controlar el rumbo del planeta, que se desplaza por el espacio sin saber muy bien a dónde va. Esquinas habla del “camino de la SEDA”: Sostenibilidad, Ética, Diversidad y Armonía, junto con los derechos humanos, como lema para orientar la dirección de nuestra especie. “No hay que confundir desarrollo con crecimiento económico”, concluye Esquinas. “Hay que aspirar a un sistema de gobernanza mundial real (que no gobierno)”.
De momento, la realidad es que los países más ricos tienen poder para intervenir en otros países cuando les interese. Tenemos el caso actual de la inminente intervención de Estados Unidos en Venezuela, explicó Baños. Y añadió: “España tiene 240.000 millones de euros de deuda. Si quisieran crear una guerra civil, lo harían en 24 horas”.
Fuente: tendencias21.net