Golpeados por el cambio climático, cafetaleros centroamericanos le sacan gusto al cacao
El cacao es originario de la región, mientras que el café fue introducido desde África.
El agricultor Abelardo Ayala tuvo que tomar una decisión difícil en su finca en San Juan Tepezontes, una región con larga historia cafetalera de El Salvador: cambiar sus arbustos de café por el cacao porque el calentamiento global estaba arruinando su cosecha.
Ayala dijo que su hacienda –situada entre los 600 y los mil metros sobre el nivel del mar en el departamento de La Paz, en el centro-sur del país– era perfecta para el cultivo de café. Pero a medida que las temperaturas suben, mantener la producción se le hace difícil.
En los últimos cuatro años, periodos de sequía recurrentes, la plaga de un escarabajo conocido como broca del café y otros problemas relacionados con cambios en el clima pusieron a su plantación de café en jaque.
Este agricultor intentó sembrar variedades resistentes al hongo de la roya –que está muy extendido y que afecta a las hojas y perjudica a la producción de granos de café– pero que no logró proteger su cosecha.
En las zonas bajas, muchos productores han optado por abandonar sus cultivos o vender sus tierras a los desarrolladores urbanos.
Pero Ayala decidió estudiar los beneficios del cacao, en particular su bajo costo de producción, el buen precio que tiene en los mercados internacionales y su valor medioambiental –ya que ayuda a proteger las cuencas de agua y la vida silvestre–.
“La gente de aquí está empezando a cultivar cacao en zonas donde antes había café”, dijo el campesino a la Fundación Thomson Reuters. “La sequía y el cambio climático están haciendo que sea imposible trabajar con el café y por eso ahora estamos cultivando cacao”.
México y América Central, que en conjunto producen una quinta parte de los granos de café arábica del mundo, han sido golpeados duramente por la roya y la volatilidad de los precios del café en los últimos años.
“La situación ha llevado a muchos productores a cambiar del café al cacao. Eso es lo que está pasando, poco a poco”, dijo el agricultor nicaragüense Luis Moreno en referencia a los productores del departamento de Jinotega, una de las principales regiones cafetaleras del país.
“En los lugares donde tienen café, hacen la cosecha y luego sacan (las plantas) –y ahora se están quedando solamente con cultivos de cacao”, le dijo a la Fundación Thomson Reuters.
Más rentable
Moreno es coordinador técnico de la Asociación Pueblos en Acción Comunitaria (APAC), que ha estado dando plantas de cacao y ayuda técnica a pequeños productores desde 2014. Él dice que, hasta ahora, el programa ha sido un éxito.
A los agricultores les resulta más barato cultivar cacao porque necesita menos mano de obra y requiere de aproximadamente 40 por ciento menos inversión en insumos que el café y además los precios de este cultivo en los mercados internacionales están al alza. “Es más rentable”, dijo Moreno.
De acuerdo con VECO, una ONG con sede en Bélgica que trabaja con agricultores de pequeña escala en países en vías de desarrollo, América Central cuenta con unos 25 mil productores de cacao, repartidos entre Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador, quienes cultivan cacao en un área de 12 mil 700 hectáreas.
VECO calcula que la producción de cacao crecerá hasta unas 25 mil 500 hectáreas para 2019.
“Muchos estudios demuestran que la producción de café se moverá hacia zonas de mayor altitud debido al calentamiento global”, dijo Karen Janssens, directora regional de VECO. “Es por eso que el cacao podría ser una alternativa para los productores cuyas fincas se encuentran en zonas más bajas”.
Cacao ancestral
Cuando los españoles llegaron a Mesoamérica a principios de 1500, observaron que los indígenas utilizaban semillas de cacao como moneda de cambio.
El cacao es una especie nativa de la región, y fue cultivada por las civilizaciones azteca, maya y pipil hasta el siglo XIX, cuando el café fue introducido desde África, sustituyendo en gran medida de cacao.
Néstor Pérez, un miembro del Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño (CCNIS), dice que las comunidades indígenas comenzaron a reintroducir los arbustos de cacao en sus tierras en 2014.
“Podemos ver (esta tendencia) no solo desde un punto de vista económico o ambiental, sino que también podemos ver la conexión con nuestra identidad cultural, porque históricamente nuestro pueblo ha cultivado cacao”, dijo Pérez.
Los pueblos indígenas utilizan el cacao para hacer chocolate, o en ceremonias en las que queman semillas de cacao y chocolate en un fuego de leña para agradecer a la “Madre Tierra” por sus cosechas.
Aunque puede que la producción de cacao sea más apropiada para bajas altitudes en un mundo con altas temperaturas, es demasiado pronto para darle el pésame al café.
Los expertos predicen que los agricultores seguirán produciendo café en zonas montañosas, o que adaptarán la forma en que la que lo cultivan a medida que el clima cambie.
Algunos productores de café están esforzándose por inyectar nueva vida en sus cosechas.
Francisco Flores Recinos, por ejemplo, ha comenzado ha plantar cacao y otros árboles frutales entre sus plantas de café para diversificar la producción en su finca en Jayaque en el centro de El Salvador.
Flores Recinos está cultivando unas cuatro hectáreas de cacao intercaladas con café como parte de un proyecto apoyado por el Ministerio de Agricultura de El Salvador, que está ayudando a más de 300 agricultores a hacer frente al cambio climático.
“Antes de que la roya atacara, pensé que debía mezclar el cacao con el café en algunas áreas de mi finca donde no había agua cerca”, explicó el productor.
Si sus cafetos sufren por culpa de la roya, los beneficios que obtenga con su cosecha de cacao le ayudarán a amortiguar las pérdidas, agregó.
Fuente: scientificamerican.com