El siguiente gran mercado de la tecnología es el de los juguetes sexuales, aunque casi nadie esté hablando de ello
Lo que indican los números y el cada vez más amplio surtido de productos y de ideas es que a este mercado le espera un futuro excitante.
Hay revoluciones sonadas, grandes. La telefonía móvil, la miniaturización de chips, la tan, tan mencionada inteligencia artificial… Y hay otras que, pese a lo llamativo del producto, germinan en un segundo plano pero aprovechando igual los avances tecnológicos. Igual que nuestras comunicaciones, nuestro ejercicio o nuestra cocina se ven cada día más tecnificados, también lo está el placer sexual y para éste existe un mercado que lleva tiempo dando buenas cifras.
Una industria que no quizás no ocupe titulares de manera habitual (quizás por reminiscencias de tabúes), pero cuyos números hablan solos. En Forbes hablaban de un crecimiento de 15 mil millones de dólares al año de la industria de los juguetes sexuales según datos de diversas fuentes, y que los más optimistas apuntaban a que este grueso por año podría ser de 50 mil millones de dólares hacia 2020.
¿Por qué una visión tan optimista de este mercado? Además de una demanda como mínimo constante, la tecnología y la innovación han supuesto un gatillo para atender mejor ciertos sectores del público diana o ampliar el mismo, incorporando a los juguetes la robótica, la realidad virtual y lo que estará por llegar viendo los progresos de la inteligencia artificial y la obtención de nuevos materiales.
Quien dice misterio, dice filón
Puede que la de los dildos sea una de las categorías más representativas de esta industria, y en el artículo de Forbes que citábamos antes encontramos un extracto de la historia de LELO, fabricante de los mismos. Una compañía sueca que nació en 2002 a raíz de que sus fundadores, Felip Sedic, Eric Kalén y Carl Magnuson (ingeniero y diseñadores industriales respectivamente), vieron que no había variedad ni calidad en los dildos disponibles en ese momento y una ausencia de investigación y desarrollo, decidiendo crear juguetes de mejor categoría y diseño.
Así, además de la falta de variedad inicial ya vimos que el orgasmo femenino (aunque ahora veremos que la vibración no es exclusiva de este sexo) sigue siendo un «misterio» a nivel científico siendo un objeto de estudio. Algo que se traduce como un público diana potencial con una demanda alimentada por la propia innovación y las nuevas posibilidades que da el avance tecnológico en busca de satisfacer este «misterio».
Esto está relacionado con una desinhibición entorno a la exploración del placer sexual que ha ido en aumento y a la que se refirió la firma JWT en su pronóstico de tendencias para este año, recalcando que dentro del feminismo moderno hay plataformas y foros sobre esta exploración. Algunos de los productos o áreas cuyo auge mencionan son el cuidado de la piel de la vulva o ejercicios del suelo pélvico. Un ejemplo de esto último es el Trainter Toyfriends de Tickler, que ayuda a tonificar los músculos kegel.
De este modo, la satisfacción sexual femenina no sólo se consolida como nicho de mercado, sino que pasa a ser algo a explotar económicamente más allá de lo que se había hecho hasta hace unos años. ¿Cómo? Recurriendo a la innovación en materiales, añadir sensores, mejorar motores para que actúen de manera más silenciosa o recurriendo a científicos para formular el producto, como el caso de los aceites de Good Clean Love, formulados para que activen mediante olores el sistema límbico del cerebro en su faceta más excitante.
La convergencia de evolución tecnológica y la búsqueda de la satisfacción en toda su variedad posible ha supuesto un gran abanico de productos para la estimulación sexual
¿Cuáles están siendo pues las tendencias en los juguetes sexuales femeninos? La convergencia de evolución tecnológica y la búsqueda de la satisfacción en toda su variedad posible ha supuesto un gran abanico de productos para la estimulación sexual individual o colectiva, de modo que características como la resistencia al agua o la carga por USB se han generalizado, priorizándose la estética, la limpieza y buscando también lo smart en los patrones de vibración.
Forma de pene: Are you from de past?
El factor forma no sólo ha variado de manera llamativa en los smartphones. La comodidad y la ergonomía son también claves en la tecnología del placer y en lo referente a estimulación femenina vemos artículos que distan mucho de la forma fálica de los vibradores tipo. Un ejemplo es el discreto OhMiBod Club Vibe 3.0H, que además de ser resistente al agua y tener control remoto incorpora un micrófono que convierte el ruido ambiental (voz, música, etc.) en vibraciones.
Otro ejemplo es Hello Touch, un pequeño vibrador cuyo soporte son las puntas de los dedos de modo que la estimulación pueda darse en el punto exacto donde se desee. Por supuesto, también son resistentes al agua, aunque en este caso no tienen batería recargable, sino que funcionan con pilas (dos baterías AAAA).
Limon no deja lugar a dudas de qué forma tiene con su nombre, pero su reclamo es que podemos personalizar el patrón de vibración que más nos guste en cuanto a duración e intensidad de las mismas. La manera de grabarlo (o producirlo) es apretar el dispositivo según deseemos (más presión, más intensidad en la vibración.
Siguiendo con los vibradores inteligentes, HUM presume de ser «inteligente e intuitivo» incorporando sensores además de motores para crear una respuesta personalizada según nuestro movimiento y estimulación táctil. Otros dispositivos algo más innovadores son Womanizer Vibrator, que deja a un lado la vibración para succionar el clítoris (en LifeHacker tenéis un análisis detallado) y Siime Eye, un dildo que incorpora una cámara.
Los dispositivos unisex suelen tener partes flexibles de modo que los motores de vibración encajan a gusto del usuario y sus zonas erógenas, como el Transformer, o el b-Vibe Rimming Plug, que tiene control remoto. Los tres son resistentes al agua y se cargan por USB.
¿Y el orgasmo masculino?
El informe de JWT que veíamos hacía referencia a esta tendencia a innovar en la satisfacción del público femenino como algo más bien reciente, dado que en un principio la industria parecía no acertar o especializarse para éste. De hecho, según apuntaba en The Independent la diseñadora industrial Ti Chang, creadora de la empresa de joyería y juguetes sexuales Incoqnito (que formaría parte de Crave desde 2010), «hasta hace bien poco los juguetes sexuales carecían completamente de la estética y la sofisticación que permite a la mujer sentir placer».
Pero eso no significa que no se esté innovando en los juguetes sexuales masculinos. En este sector también vemos bastante innovación en lo referente a factor forma y sobre todo a los materiales y acabado final del producto, encontrando modelos como el Autoblow2 (con ese nombre de producto casi sobran las explicaciones), el oscilador (que no vibrador) Pulse 3 Solo o uno algo distinto como el Sqweel XT y sus «turbo lenguas».
Pero así como en el caso de los productos para el orgasmo femenino veíamos una tendencia a variar la forma y acertar el proceder de la estimulación, la proyección de los masturbadores masculinos se está viendo influenciada de manera cada vez más habitual con la expansión y la democratización de la realidad virtual y la robótica.
De hecho, hace poco Venture Beat se hacía eco de un nuevo juego para adultos de VR que traían desde Japón, Let’s Play With Nanai, pero lo particular no era el juego en sí. Además del software, el complemento a la realidad virtual del casco es un torso femenino que se sincroniza con él, gracias a que se inserta el smartphone (para que el giroscopio sea el que mueva al personaje virtual).
Una tendencia que no es nueva y que va en paralelo a la evolución de los equipos, tanto de VR como de robótica. Lo vemos con la empresa Tenga, que acumula años de experiencia en la convergencia de estas dos ramas de la tecnología y los elementos de masturbación. ¿Por qué ocuparnos nosotros si puede hacerlo un robot y así nosotros estamos a otra cosa? Bueno, en realidad el vídeo es más espeluznante que erótico, teniendo en cuenta que se trata de todo un traje y un accesorio para las manos. Lo adjuntaban en el Mirror donde también vemos el modelo precursor de 2014 (bastante más precario).
Una salida profesional más
Hace poco en The Guardian contaban la historia de Jak Haines, una ingeniera que, buscando un nuevo sector al que dedicarse (tras 20 años en la industria pesada), vio en la industria del sexo un nicho seguro y maduro. Finalmente creó el portal Vävven, que plantea una venta de juguetes sexuales y accesorios de una manera ética y sin objetificar (destinando un 30 por ciento de los beneficios a causas relacionadas con los derechos y la salud reproductiva y sexual).
Pese a ser un producto reciente (el pasado mes de noviembre), Haines aún habla de tabúes en esta industria y de las dificultades que le ocasionaron. Aunque esto no es un impedimento incluso cuando éstos están a la orden del día como ocurre en la India, viendo el caso de That’s Personal que, según Bloomberg, ha estado doblando las ventas año tras año distribuyendo desde lencería hasta pintura para body-painting en un país en el que apps de citas como Tinder no acaban de encajar o no están bien vistas.
En este caso también se trata de un cambio laboral no planificado. Su fundador, Samir Saraiya, dejó su trabajo como jefe de desarrollo de negocios en Microsoft (división del sudeste asiático) para sumarse al auge del comercio electrónico en India, pero sin tener pensado a qué sector se dedicaría. ¿Cómo dio con la idea? Según explicaba a Bloomberg acabó tan avergonzado cada vez que tenía que comprar preservativos en una tienda enfrente de su casa que pensó que mucha gente en su país se encontraría en una situación similar para ciertas compras.
Dos ejemplos con dos factores en común: el cambio laboral funcionó bien en ambos con una diferencia de tres años y el un trasfondo social y de cambio más allá de hacer llegar juguetes sexuales a un público final
Pese al distinto enfoque de estos dos ejemplos vemos dos factores en común: el hecho de que el cambio laboral funcionó bien en ambos con una diferencia de tres años, y que hay un trasfondo social y de cambio más allá de hacer llegar juguetes sexuales a un público final (del obvio fin lucrativo). Un cambio que también veíamos que buscaban las ingenieras y psicólogas clínicas Alexandra Fine y Janet Lieberman en el artículo de The Independent, quienes junto a Chang intentan lograr un cambio en el enfoque equivocado que para ellas se tiene aún en la industria sexual en lo referente al púbico femenino.
Como hemos visto, el avance tecnológico ha permitido que se haya fabricado una mayor variedad de productos en general y vemos otras propuestas como UVEE, un sistema de limpieza de juguetes sexuales por rayos ultravioleta, o la de Cunicode, una empresa de Barcelona que entre otras está trabajando en una iniciativa llamada DilDIY para que cada usuario cree su juguete sexual a la carta vía app. Un juguete de cerámica impreso en 3D.
Quizás lo de los robots y la realidad virtual esté aún por madurar, sobre todo en cuanto a que haya una distribución y un precio asequible, o que ideas como las de las salas privadas para sexo con VR de Soft on Demand se pongan de moda y se normalicen más allá del fascinante país nipón. Pero lo que indican los números y el cada vez más amplio surtido de productos y de ideas es que a este mercado le espera un futuro excitante.
Fuente: xataka.com