El origen poco conocido del mariachi en México

Símbolo de la nación: El mariachi salió de zonas rurales hacia todo México

El domingo 27 de noviembre de 2011 la Unesco inscribió en su lista de Patrimonio Cultural Inmaterial al mariachi, uno de los símbolos musicales de México.

Entre los argumentos que dio el organismo internacional para aprobar la candidatura estuvieron la transmisión de la tradición de generación en generación, su recreación constante en fiestas religiosas y sociales, y el avivamiento del sentido de identidad y continuidad de las comunidades portadoras en México y el extranjero, según explicó en su momento el INAH, que junto con Conaculta impulsó la propuesta ante la Unesco.

Origen del mariachi en México

Pero el mariachi como lo conocemos hoy es un producto cultural moldeado en parte por políticas nacionalistas y metas económicas.

Así lo expone Jesús Jáuregui, doctor en Antropología Social e investigador del INAH, en su trabajo “El mariachi. Símbolo musical de México”, en el que explica que esta tradición surge en el siglo XVIII en el noroccidente de la Nueva España —de la Alta California a Oaxaca— y combina elementos indígenas, europeos, africanos y asiáticos.

En el siglo XIX en ciertas zonas comenzó a llamarse mariachi a la fiesta rural (fandango) que, además de música, incluía danzas y cantos. Con el tiempo, con ese nombre se conoció a la tarima en la que se zapateaban los sones y la música que interpretaban los grupos de cuerda de la región.

En principio despreciado por la élite, la suerte del género cambió cuando grupos de poder empezaron a promoverlo como “una costumbre pintoresca”, señala Jesús Jáuregui.

En 1907, escribe, “en la fiesta más importante —de carácter político— que había tenido lugar durante el porfiriato, ofrecida en honor del Secretario de Estado norteamericano en Chapultepec, el estado de Jalisco envió una ‘Orquesta mariachi’, en calidad de ‘orquesta típica’”.

“Para ello, se mezclaron músicos de varias tradiciones mariacheras y el grupo se amplió a ocho integrantes; por supuesto que se les vistió para la ocasión con traje de charro”, indica.

Sentimiento nacionalista posrevolucionario

El sentimiento nacionalista que floreció después de la Revolución motivó la revaloración de artes tradicionales, entre ellas el mariachi, que así se fue abriendo camino hasta llegar al Castillo de Chapultepec, entonces residencia presidencial.

Jáuregui explica que poco a poco aparecieron grupos de mariachi en la capital del país, lo que consumó la separación del género de su origen rural y dio paso a la incorporación de más ejecutantes e instrumentos de aliento, como trompeta, clarinete y saxofón.

“La adaptación al ambiente urbano les permitió ‘mejorar’ su presentación y recurrir a una vestimenta mexicanista, acorde con el gusto imperante. Así se inicia la tendencia a usar como marca distintiva una versión del traje de charro”, apunta.

En la década de 1930, las estaciones de radio, en colaboración con las firmas discográficas, moldearon la forma de ejecución y composición de la canción ranchera para eliminar el estilo tradicional, considerado obsoleto, y darle un nuevo sonido, con la trompeta como instrumento más representativo. Con esto buscaban que este tipo de música dejara de ser de nicho y atrajera a un mercado de masas.

De acuerdo con Jáuregui, las películas de la Época de Oro ayudaron a consolidar el nuevo modelo del mariachi, de acompañante de intérpretes de la “canción bravía”, y tenían como escenario “un México tradicional rural mítico, que solo existía y sigue existiendo en ellas”.

“Mediante el poder y la fascinación de la radio, los discos y las películas, el triunfo del nuevo prototipo de mariachi fue absoluto. Asimismo, los mariachis con trompeta fueron promovidos como los ‘embajadores musicales’ idóneos, tanto por el gobierno mexicano como por las empresas publicitarias, para realizar giras artísticas en el extranjero”.

Pervivencia de las tradiciones

El doctor en Antropología Social Jesús Jáuregui señala que aún existen mariachis tradicionales en Nayarit, Aguascalientes, Jalisco, Colima, Michoacán, Zacatecas, Guerrero y Oaxaca e, incluso, forman parte de la cultura de coras, huicholes, mayos, yaquis, purépechas, mixtecos y nahuas.

Conjunto nacional

El investigador asegura que varios factores hicieron que de Jalisco saliera el “conjunto nacional”. Uno, la colaboración histórica de esa entidad con el gobierno central, con lo que “su lugar como modelo estaba más que merecido”.

Fuente: yucatan.com.mx