El maíz y el hombre: ¿quién inventó a quién?
“En los relatos míticos de muchas civilizaciones mesoamericanas, la creación del ser humano se asocia al maíz”
Hay una relación indisoluble entre el maíz y el ser humano: los dos se necesitan para subsistir. El maíz no existía hace unos 10 mil años, fue inventado por el hombre prehispánico y la historia de México no podría entenderse sin el maíz. La tortilla, es el reflejo de una democracia social por excelencia, todos la comemos, sin importar el nivel socio económico, ni la región, ni las circunstancias de cada quien. La diferencia está en su contenido.
La composición de Mesoamérica, término acuñado por Paul Kirchhoff en 1960, como una macro-región cultural, comprende una unidad que se fue desarrollando con el paso del tiempo y que ostenta rasgos culturales propios que la hacen una civilización originaria. Dentro de esas características auténticas, se encuentra el juego de pelota, la presencia de arquitectura monumental (las pirámides o cabezas colosales), el sacrificio humano y el cultivo del maíz. Existen algunos otros componentes propios de Mesoamérica, pero son estos los que de manera más destacada se agregan para crear una manifestación cultural única.
El caso del maíz es sorprendente dentro de la civilización mesoamericana, en tanto que fue creado por el hombre; no existía como lo conocemos hoy. Se cree que su antepasado es el teocintle, que aún se puede encontrar perdido en los campos de México. Aun cuando comparte el mismo material genético, existen controversias sobre el verdadero ancestro del maíz. Lo que sí es una certeza, es que el maíz no existía hace unos 10 mil años. Incluso se sabe que fue finalmente domesticado por el hombre, hace 7 mil años en Tehuacán, Puebla.
El hombre mesoamericano comenzó a transformar la pequeña planta del teocintle, hasta producir las múltiples variedades que existen de maíz. Se trató de una mutación sexual o genética catastrófica, porque en su evolución artificial, seleccionada por el hombre, el maíz no se puede reproducir a sí mismo, necesita de la mano del ser humano para subsistir. De 8 o 10 granos de la mazorca del teocintle, el maíz puede llegar a producir mil y, aun así, es necesario cultivarla para que se reproduzca. Necesita que la persona la sumerja en la tierra.
En los relatos míticos de muchas civilizaciones mesoamericanas, la creación del ser humano se asocia al maíz. En el Popol Vuh de los mayas, después de realizar varios intentos para crear al hombre, finalmente los dioses mezclaron su sangre con maíz blanco y amarillo e hicieron la carne del hombre. Para los mexicas es Quetzalcóatl quien entrega a los hombres el maíz para su alimentación y subsistencia. Los indios coras y los huicholes del norte de México, vinculan su existencia a los mitos originales del cazador, recolector y agricultor. Así, sus tres esencias sagradas son el venado, el peyote y el maíz.
El maíz es creador y es creatura, origen y sustento. Cuando el varón mesoamericano cultivaba el maíz, representaba el acto de fertilización mítico a la tierra; lastimaba a la tierra con la coa, para introducir su semilla, el germen de vida. Por eso, en algunas culturas las mujeres no podían entrar a los sembradíos en tiempo de siembra, solo en la cosecha, para recoger el fruto que sería transformado por ellas en alimento.
No es casual que en México el maíz sea la más importante fuente de alimentación y al mismo tiempo una de sus matrices culturales de mayor fundamento y raíz. El pozol, los tamales, las tortillas y muchas otras interpretaciones culinarias del maíz son esenciales para la vida común de los mexicanos. Pero también el maíz es fuente de riqueza cultural, porque define el origen de nuestra relación con la tierra, la imaginería colectiva y el entendimiento de nuestro pasado, que se explica por su creación recíproca y su preservación constante. La historia de México no es solo de los hombres, también es el maíz.
Fuente: huffingtonpost.com