El fenómeno de los artículos con muchos autores

“La media internacional depende de la disciplina, por ejemplo en ciencias sociales es de dos autores, en medicina es de cuatro autores, pero hay campos en los que pueden ser 20, 30 o más”.

Quince personas es la cantidad promedio de autores de un artículo científico en el que colaboran investigadores mexicanos, de acuerdo con el Estudio del uso, valoración e impacto del Conricyt, que realizó la consultora SCImago Research Group.

El director de SCImago Research Group, Félix de Moya Anegón, indicó que esta cantidad es la media nacional, considerando la producción de todas las disciplinas, aunque aclaró cada área tiene un comportamiento diferente.

“En colaboraciones como el Gran Colisionador de Hadrones, un artículo es firmado por cientos o miles de investigadores de todo el mundo, porque el proyecto requiere de desarrollo, infraestructura y análisis de miles de personas”.

No obstante, hay áreas como artes y humanidades en las cuales lo más común es que los artículos sean firmados por un autor, indicó el especialista en el encuentro Entre Pares, que recientemente se realizó en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

En este sentido, México muestra un comportamiento estándar, la media internacional de autores por artículo es 15, subrayó en dicho evento organizado por el Consorcio Nacional de Recursos de Información Científica y Tecnológica (Conricyt).

A más autores, más calidad

La lógica de que los artículos científicos sean firmados por más investigadores es que sea de mayor calidad y que hagan mejores aportaciones, señaló Julio Ríos Figueroa, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el también editor de la revista Política y Gobierno resaltó que “un texto con más autores debe ser un documento más valioso. En ciencias sociales y ciencia política también se da este fenómeno de que los artículos cada vez incluyen más autores, yo lo veo bien porque para hacer un buen texto es necesario que más investigadores colaboren”.

Aclaró que hay investigaciones que requieren una recolección de datos original lo cual toma mucho tiempo, además de un análisis usando técnicas estadísticas que solo un especialista puede realizar. Asimismo, necesitan una pregunta teórica relevante y una confección de hipótesis a un nivel muy fino que solo el especialista en el tema puede hacer.

Por tal razón, “resulta natural que se junten el especialista en el tema, el experto estadístico y el investigador que recolectó los datos. En estos casos me parece muy bien que se junten los autores”, señaló Ríos Figueroa.

Cuando la ética se va

Que un artículo tenga varios autores suena benéfico para el avance científico; no obstante, existen ciertos vicios que ponen en entredicho los artículos con muchos autores, así lo señala el investigador José Valderrama en su texto Aspectos éticos en las publicaciones de revistas científicas de corriente principal.

“El sistema de arbitraje por pares, con los defectos que pueda tener, es el único medio actual razonable para decidir entre lo publicable y lo no publicable. Sin embargo, el proceso no está diseñado para detectar algunos ‘vicios’ tan propios de nuestro género humano”.

Algunos de estos vicios o faltas de ética más recurrentes a la hora de publicar un artículo son: fraude, plagio, autoría desmerecida, duplicidad, fragmentación y exceso de autocitas, señala el texto.

“Con modernos sistemas informáticos ya disponibles, el plagio puede ser fácilmente detectado hoy en día. Sin embargo, no se ha podido ni querido evitar la aparición de artículos con exceso de autores con lo que nos sorprende de vez en cuando la literatura, y que no tienen una explicación razonable”.

Este fenómeno tiene un impacto negativo en la producción científica porque los autores honestos que no recurren a la autoría desmerecida quedan en desventaja frente a la “gran productividad” de los llamados autores fantasmas.

De acuerdo con dicho texto, un artículo publicado en el Journal of Instrumentation tiene el récord de múltiple autoría con dos mil 926 autores, pertenecientes a 169 instituciones.

“Mientras que el investigador ruso Yuri Struchkov parece ser el autor más eficiente del mundo, al publicar de 1981 a 1990 un total de 948 artículos científicos, algo así como uno cada cuatro días. Este especial logro le fue reconocido otorgándole el premio Ig Nobel de Literatura en 1992”.

¿Quién debe poner orden?

Ante este fenómeno que afecta el sistema científico de todo el mundo, ¿quién debe erradicar esta práctica, los propios investigadores, las instituciones o las editoriales?

Mario Ríos, gerente de Soluciones de Inteligencia de Investigación de Elsevier, la editorial que más consumen y en donde más publican los científicos mexicanos, destacó que esto es un asunto complejo en el que intervienen varios factores como la ética.

“Aquí entra la cuestión ética. Es cierto que cada vez los textos cuentan con más colaboradores, por ejemplo en textos de altas energías y de proyectos como en el Gran Colisionador de Hadrones, los artículos son firmados por cientos de investigadores, porque cada uno de los que signan el texto jugaron un papel preponderante para obtener el resultado que se publica (…) No obstante, esto no sucede en todos los proyectos ni en todas las disciplinas”.

Manifestó que en la editorial Elsevier no piden un reporte en el que se especifique cuál fue la colaboración de cada uno de los autores, como regla para la aceptación de los artículos.

“A nosotros nos interesa más el contenido del artículo, la redacción y la novedad, pero no la parte de cuántos coautores tiene porque sabemos que cada disciplina se comporta distinto”.

Lo que sí tienen en la editorial es una herramienta especial para analizar las redes de colaboración, las cuales pueden ser utilizadas por las instituciones para la definición de las políticas internas.

“Para las instituciones quizás valdría la pena analizar en cuántos de todos los artículos publicados por sus investigadores fueron líderes de una publicación, es decir, cuántas veces fue primer autor”, señaló.

Por su parte, Julio Ríos Figueroa, editor de Política y Gobierno, indicó que en su revista tampoco piden que justifiquen la colaboración de cada uno de los autores, pero él antes de pasar un texto a la revisión por pares lo lee.

“No pido que justifiquen qué hace cada quien, pero sí tengo un filtro y eso es leer el texto, si es un artículo que utiliza datos que ya son públicos, es decir, que no les tomó prácticamente nada de tiempo bajarlos, con una técnica estadística estándar que se puede utilizar fácilmente y una pregunta teórica simple y aparecen cinco autores, automáticamente me parece muy sospechoso. En ese caso, el texto ni siquiera se manda a los revisores y no se publica, ese es precisamente el trabajo del editor y del comité editorial”, expresó Ríos Figueroa, quien también es miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

No obstante, precisó que esto de los artículos con muchos autores no es algo que se pueda generalizar o rechazar después de cierta cantidad de autores, sino que se debe juzgar caso por caso.

En este mismo sentido, Jill Hawthorne, directora de Proyectos Internacionales de Wiley, resaltó que las autorías desmerecidas son cuestión de ética, pero cuando la editorial detecta algo fraudulento lo castiga con no publicarlo.

“Hay normas éticas muy bien definidas, para ser autor hay que contribuir de una manera importante al artículo. Es una responsabilidad ética del autor. Si se comprueba que la autoría es falsa, la editorial no publica el texto”, aseguró.

Si el castigo es no publicar el artículo, el cual los investigadores han trabajado muchos meses ¿por qué pondrían en juego la publicación de su texto por ayudar a otro? ¿qué ganan con tener muchos artículos publicados? Quizás ahí esté la respuesta para evitar esta práctica poco ética.

 

Fuente: Verenise Sánchez / Agencia Informativa Conacyt