El desarrollo de una vacuna universal para el cáncer parece a día de hoy inviable

En los últimos años se han desarrollado infinidad de estudios para tratar de hallar una vacuna universal capaz de curar el cáncer. El problema es que, en sí mismo, el cáncer no es una enfermedad, sino solo un término que se emplea para definir a un conjunto de procesos muy diversos caracterizados por un crecimiento de células malignas. Tal es así que los distintos tipos de tumores –como serían, por ejemplo, el de mama y el de páncreas– no se parecen entre sí. De hecho, ni siquiera los tumores que se desarrollan en un mismo órgano –caso de la mama– guardan demasiadas similitudes. Una realidad que se explica por el elevado grado de diversidad genética existente entre los tumores individuales. En consecuencia, y según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Fundación para la Medicina de Estados Unidos, la vacuna universal contra el cáncer es, simplemente, inviable. Y es que de lograrla, no sería tan ‘universal’, pues no funcionaría en más de un 0,3% de la población.

Como explica Ryan Hartmaier, director de esta investigación publicada en la revista “Genome Medicine”, “en nuestro trabajo hemos llevado a cabo un análisis genético integral de más de 60.000 tumores únicos para identificar las alteraciones genéticas que podrían constituir una diana potencial para diseñar una vacuna universal o semi-universal frente al cáncer. Sin embargo, nuestros resultados demuestran que, incluso en el mejor de los escenarios, esta vacuna solo sería útil para menos de un 0,3% de la población”.

En busca del neoantígeno universal

Tal y como sucede para con las diseñadas para combatir las enfermedades causadas por las bacterias, el objetivo de una vacuna contra el cáncer es inocular una molécula que se encuentre exclusivamente en el tumor –un ‘neoantígeno’, esto es, un antígeno presente en la superficie de las células cancerígenas– y, así, ‘presentar’ o mostrar al sistema inmune quién es el enemigo. Por tanto, la clave para producir una vacuna anticancerígena es encontrar esta molécula o neoantígeno que, dado que es fruto de las mutaciones genéticas propias de las células cancerígenas, no se encuentra en ningún otro lugar del organismo del paciente.

Pero, ¿y si en lugar de un único neoantígeno exclusivo de un único tipo de tumor la vacuna tuviera un neoantígeno común para muchos tipos de cáncer? Así tendríamos la anhelada vacuna semi-universal frente a muchas –y por qué no, ‘universal’ contra todas– las enfermedades oncológicas.

Como indica Ryan Hartmaier, “una vacuna semi-universal o de amplio espectro capaz de actuar sobre muchos tumores diferentes sería vista por muchos como el ‘santo grial’ de la terapia contra el cáncer dado que no requeriría de los costes y el tiempo de los tratamientos individuales”.

En teoría, para desarrollar esta vacuna de amplio espectro frente al cáncer tan solo se necesita encontrar este neoantígeno presente en distintos tipos de tumor. Una posibilidad que ya se encuentra al alcance de la mano con la nueva generación de técnicas de secuenciación genética. El problema es que no todas las mutaciones genéticas producen un neoantígeno que pueda actuar como una diana terapéutica, lo que dificulta, y mucho, el diseño de la vacuna.

Como refiere el director de la investigación, “si limitamos nuestro análisis a un grupo relativamente pequeño de mutaciones genéticas seleccionadas, entonces observamos que un gran porcentaje de los tumores que hemos estudiado tienen al menos una de estas mutaciones, lo que sugiere que, efectivamente, podría existir un margen para una vacuna de amplio espectro contra el cáncer. Sin embargo, y dado que no todas estas mutaciones producen un neoantígeno, hemos tenido que realizar un análisis informático para predecir cuántas de estas mutaciones podrían ser una diana. Y según los resultados, podemos predecir que solo un 2-12% de las mutaciones producen un neoantígeno”.

Desarrollo inviable

Pero aún hay más. Y es que los obstáculos para lograr la anhelada vacuna no acaban aquí. Como continúa el investigador, “partiendo de este hallazgo hemos sido capaces de seleccionar un grupo de 10 neoantígenos que podrían ser aplicados a la cantidad máxima de tumores únicos evaluados en nuestro estudio. Y los resultados han revelado que solo entre un 0,7% y un 2,5% de estos tumores presentaban al menos una de las alteraciones que producirían algunos de los neoantígenos que habíamos pronosticado. Así, estimamos que este logro abarque a menos de un 0,3% de la población”.

En definitiva, lograr una vacuna universal o semi-universal contra el cáncer parece, cuando menos a día de hoy, inviable. No tanto así las vacunas terapéuticas individualizadas, en la que los neoantígenos inoculados son exclusivos de las mutaciones genéticas de los tumores de cada paciente. De hecho, los estudios llevados a cabo con modelos animales para evaluar su eficacia han arrojado resultados muy prometedores.

Fuente: abc.es