El comportamiento colaborativo entre los miembros de una familia de insectos modifica la rapidez con la que evoluciona el tamaño de su cuerpo, lo que demuestra que la velocidad de la evolución de la especie aumenta cuando los animales individuales se apoyan entre sí.
Lo ha descubierto un estudio realizado en la Universidad de Cambridge, cuyos resultados se publican en la revista Nature Ecology & Evolution, según se informa en un comunicado.
El estudio pone de manifiesto que el comportamiento cooperativo es esencial para la vida familiar animal: los padres ayudan a las nuevas generaciones proporcionándoles alimentos, si bien los hermanos también pueden apoyarse entre sí para conseguirla.
Los investigadores han examinado al necróforo, el escarabajo que entierra los cadáveres de otros animales para depositar en ellos sus huevos y que se alimenta exclusivamente de cadáveres.
Las larvas de estos escarabajos están bien provistas de alimentos gracias a sus padres y crecen rápidamente. Sin padres, estas larvas pueden también pueden ayudar a las demás para encontrar alimento, si bien la ausencia de padres va a provocar retrasos significativos en su desarrollo y por lo tanto sus cuerpos serán más pequeños, un efecto que se prolonga durante generaciones.
Benjamin Jarrett, uno de los investigadores, explica en un comunicado: nosotros hemos jugado el papel de la selección natural. En algunas poblaciones experimentales, seleccionamos los escarabajos más desarrollados para criar a una generación, y en otras elegimos a los más pequeños. En algunos casos, permitimos a los padres que alimentaran a sus hijos, pero en otros casos lo impedimos para que las larvas se apoyaran entre sí. De esta forma constamos que las condiciones sociales influyen considerablemente en el crecimiento y el tamaño del cuerpo del insecto a lo largo de generaciones.
El cuerpo de los escarabajos evolucionó de manera importante sólo cuando sus padres estuvieron presentes para apoyar a su descendencia, explican los investigadores. Esta experiencia, añaden, ayuda a explicar cómo las diferentes especies de necróforos adquieren sus correspondientes tamaños: las especies de escarabajos más grandes tienen padres más pendientes de su descendencia que las especies de coleópteros más pequeños.
25 generaciones
Los necróforos utilizan el cadáver de un pequeño animal, como pájaros o ratones, para su reproducción. Los padres entierran el cadáver con la finalidad de hacer un nido nutritivo para las larvas que van a nacer.
Aunque las larvas pueden alimentarse de la carroña, los padres les regurgitan comida parcialmente digerida como complemento. Las especies utilizadas en este estudio tenían dos niveles de cuidados paternales variables, ya que a veces las larvas debían valerse por sí mismas porque sus padres las abandonaban.
Según los investigadores, su trabajo se ha centrado en determinar cómo evoluciona el comportamiento cooperativo, ya que la selección natural parece favorecer a los animales que son egoístas. Este trabajo ha demostrado lo que pasa después en términos evolutivos: una vez que la cooperación ha evolucionado, puede cambiar la forma en la que se desarrolla la evolución de una especie.
Los investigadores esperan utilizar la evolución experimental para entender lo que sucede a través de muchas generaciones cuando se cambia el alcance de la atención parental.
Se proponen impedir que los padres alimenten a sus descendientes y a continuación hacer lo mismo con estos descendientes. Hasta ahora tienen poblaciones de coleópteros sin padres que se ocupen de ellos durante 25 generaciones.
Lo que pretenden es cambiar los mecanismos de la evolución, a ver qué pasa. La selección natural, explican, actúa sobre la combinación de padres y prole, pero al retirar los cuidados paternos, los investigadores modifican los elementos sobre los que la evolución ha actuado.
Esta experiencia permite mostrar que la modificación de un comportamiento natural puede influir en la evolución de una especie y cambiar los mecanismos evolutivos.
Fuente: tendencias21.net