Cómo mitigar el cambio climático añadiendo dióxido de carbono a la atmósfera

El dióxido de carbono presente en la atmósfera superó las 415 partes por millón el pasado mes de mayo. La última vez que se alcanzaron niveles tan elevados, hace dos o tres millones de años, el nivel del mar aumentó decenas de metros. Es probable que algo así suceda a lo largo de los próximos mil años, a medida que el hielo terrestre vaya derritiéndose.

Para pasar de las malas noticias a la acción es necesario tener esperanza: un plan para rehabilitar la atmósfera. Pensemos en la Ley de Especies en Peligro de Estados Unidos. La medida no se limita a salvar plantas y animales de la extinción, sino que contribuye a que se recuperen. Cuando vemos ballenas grises en su camino hacia Alaska cada primavera, osos pardos deambulando por las praderas de Yellowstone o águilas calvas y halcones peregrinos ascendiendo en círculos, nos alegramos por un planeta que se recobra. Nuestra meta para la atmósfera debería ser la misma.

Como líderes del Proyecto Global del Carbono, hemos dedicado nuestra carrera a explorar distintas vías para reducir la contaminación por gases de efecto invernadero. Hoy proponemos lo que, a primera vista, puede parecer una idea disparatada: aumentar temporalmente las emisiones de CO2 para, a cambio, limpiar la atmósfera de un gas con un efecto invernadero mucho mayor.

Seamos claros: no estamos diciendo que aumentar los niveles de CO2 sea algo bueno en sí mismo. El gas que nos preocupa es el metano. Este se filtra por pozos y tuberías, se produce cuando la materia orgánica se pudre en vertederos y arrozales, se genera en el sistema digestivo del ganado y en sus grandes cantidades de estiércol, etcétera. Lo bueno de este gas es que permanece en la atmósfera durante bastante menos tiempo que el CO2. Lo malo es que atrapa muchísimo más calor: 84 veces más durante los primeros 20 años tras su liberación. Por tanto, a cantidades iguales, esto lo convierte en un problema mucho mayor que el CO2.

Proponemos sustraer metano del aire y usar zeolitas, un tipo de materiales porosos, para convertirlo en CO2. Las zeolitas pueden acumular cobre, hierro y otros metales capaces de catalizar reacciones que reemplazan los cuatro átomos de hidrógeno de la molécula de metano (CH­4) por dos de oxígeno. Además, dado que la molécula de metano contiene más energía que la de CO2, la reacción típicamente acabará completándose una vez arrancada. La razón para liberar el CO2 en lugar de capturarlo obedece a que, de ese modo, el proceso se abarata y la vida de las zeolitas se alarga.

Numerosos científicos de todo el mundo ya están investigando la posibilidad de emplear zeolitas para convertir el metano en metanol (CH3OH), una valiosa materia prima para la industria química. Obtener metanol implica añadir un átomo de oxígeno a la molécula de metano, por lo que puede entenderse como un paso intermedio en la reacción que proponemos. Hasta ahora, nadie parece haber considerado la posibilidad de «terminar el trabajo» para obtener CO2, ya que este compuesto no es tan valioso como el metanol. Sin embargo, es el momento de planteárselo.

Otra sorpresa de nuestra propuesta es que sería posible conseguir que la atmósfera se recuperase eliminando «únicamente» 3000 millones de toneladas de metano. Hacerlo generaría el equivalente a unos pocos meses de emisiones industriales de CO2, pero suprimiría una sexta parte del calentamiento total: un resultado positivo se mire como se mire.

La idea no será fácil de materializar. El metano es poco común: la atmósfera contiene actualmente más de 400 moléculas de CO2 por cada millón de moléculas presentes en el aire, pero en ese volumen solo hay entre 1 y 2 de metano. Eso hace que sea más difícil extraerlo de la atmósfera que impedir que se incorpore a ella.

También serán necesarias medidas adicionales. A fin de que las empresas, los gobiernos y las personas tengan un incentivo financiero para llevar este plan a cabo, debería haber una tasa sobre las emisiones de carbono o un compromiso político para pagar por retirar metano. También será necesario desarrollar las grandes instalaciones que harán falta para capturar el metano del aire. Y, por supuesto, deberán suprimirse las fugas de este gas y limitarse sus emisiones. Con todo, estas nunca podrán eliminarse por completo, por lo que tendremos que seguir retirando metano de la atmósfera.

Conseguir que todos los gases de la atmósfera regresen a los valores preindustriales puede parecer un objetivo poco factible, pero creemos que acabará ocurriendo. Semejante meta proporciona un marco positivo para el cambio en un momento en el que la acción climática es urgente. Limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 grados centígrados no basta. Necesitamos que el planeta se recupere.

Fuente: investigacionyciencia.es