Cambian las medidas: el kilo dejará de ser un kilo

Recién terminada la Revolución Francesa, a finales del siglo XVII, el sentimiento de fraternidad e igualdad entre los hombres reinaba hasta en el plano científico. Con la intención de crear un sistema de unidades universal -al menos para toda la República Francesa-, se decidió que un kilogramo sería la masa de un decímetro cúbico de agua destilada a una atmósfera de presión y 3,98 grados centígrados, una temperatura singular ya que que es la temperatura a la cual el agua tiene la mayor densidad a presión atmosférica normal.

Con el tiempo, el kilogramo se extiende más allá de las fronteras de Francia y se hace tan popular que en 1875 se crea la Convención del Metro, en París, y con ella el Comité Internacional de Pesos y Medidas, que vela por la uniformidad mundial de unidades. Sin embargo, la dificultad para reproducir el kilogramo “muestra” era tan complicado que se decide elaborar un objeto sólido que sirva de ejemplo para los demás. Así nació en 1889 el “Gran Kilo” (“le Grand Kilo” en francés, prototipo internacional del kilogramo para los científicos e IPK por sus siglas en inglés), que se construyó con forma de cilindro circular recto con una altura y diámetro de 39 centímetros cada uno y hecho a partir de una aleación de 90% platino y 10% iridio. Durante 129 años, “le Gran Kilo” ha sido el referente universal para definir el kilogramo. Pero esta situación cambiará la próxima semana, ya que el cilindro base lleva un siglo fluctuando de peso.

¿Cuánto pesa el kilo un siglo después?

Esto se debe, precisamente, a su naturaleza física. Los últimos análisis indican que hay una diferencia de unos 50 microgramos entre el estándar conservado en Francia y sus réplicas repartidas por todo el mundo. Aunque pueda parecer una cantidad ínfima, supone un problema para llevar a cabo determinados estudios científicos, y supone también un problema . Así, se ha decidido que se calcule en base a constantes fundamentales, un valor adimensional, estrictamente universal, que es siempre exactamente igual. Por ello, se ha elegido la “constante de Planck” (que recibe el nombre de su descubridor, Max Planck), una constante física que representa al cuanto elemental de acción y que juega un papel central en la teoría de la mecánica cuántica.

“En realidad no importa lo que pesa un kilo si todos trabajamos exactamente con la misma norma. El problema es que hay ligeras diferencias en todo el mundo, el IPK y sus 40 réplicas están creciendo a un ritmo diferente, apartándose del original”, contaba Peter Cumpson, profesor de Sistemas Microelectromecánicos (MEMS) en la Universidad de Newcastle hace unos años, cuando se advirtió de que el “Grand Kilo” y las cuarenta réplicas que se repartieron por el mundo para homogeneizar la unidad de masa habían variado su peso.

De la misma forma, está previsto que el comité, formado por representantes de 57 países, también aprueba la revisión de otras unidades básicas como el amperio (la unidad de corriente eléctrica), el mol (la unidad de la cantidad de materia) y el kelvin (una unidad de temperatura). Los cambios, que no se notarán en nuestra vida cotidiana pero que servirán para hacer mucho más precisos los estdios científicos, entrarán en vigor a partir del próximo mes de abril de 2019.

Fuente: abc.es