Así nació en México una “innovación disruptiva”
El invento mexicano de la década ya combate infecciones intrahospitalarias y ayudó a frenar el Ébola en África
Es difícil tener hospitalizado a un ser querido. El tiempo de espera se siente como un círculo infinito: ir y venir; ir y venir; aguardar noticias; acechar respuestas médicas y mirar mucho al reloj sin saber exactamente qué se espera. Hay que tener serenidad cuando un familiar está internado y evitar que pensamientos oscuros se desaten.
Fue en un momento de incertidumbre hospitalaria, como el descrito, cuando nació la idea del que podría ser el invento mexicano más importante de la última década: una molécula capaz de inactivar todo tipo de microorganismos que provocan infecciones intrahospitalarias: virus, bacterias, hongos, esporas, tripanosomas y micobacterias. Su nombre es Nbelyax.
Esta primera nanobiomolécula de espectro total, que además es biodegradable y por lo tanto no daña a la salud humana, a los alimentos ni al medio ambiente, ha sido calificado como una “innovación disruptiva” por el Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) y sus fabricantes fueron reconocidos en 2015 por la Organización de Naciones Unidas (ONU) como “una de las 100 empresas que salvarán a la humanidad”.
El 13 de julio de 2016 los hermanos León reciben certificado de patente de Nbelyax, con alcance en 140 países.
El 13 de julio de 2016 el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) entregó el Certificado de Patente que asegura el aprovechamiento exclusivo en México de Nbelyax para los hermanos Gabriela y Sergio León Gutiérrez, así como la protección de su propiedad intelectual en otros 139 países. Esa fue una noche de fiesta en el salón Lounge del piso 22 del edificio corporativo de HSBC, banco que ha acompañado esta odisea.
Ocho años antes de obtener la patente, la Ingeniera Bioquímica y experta en nanotecnología Gabriela León Gutiérrez esperaba con el corazón oprimido que su hijo recién nacido, Bernardo, sobreviviera a una grave infección intrahospitalaria que atacaba a sus sistemas respiratorio y digestivo.
Parada detrás de un cristal que le permitía mirar una incubadora, la joven madre de familia, científica y empresaria se preguntaba ¿Por qué una infección de rotavirus, adquirida dentro del hospital, amenazaba con cortar el aliento de su hijo? El hecho le parecía irónico porque ella había dedicado una década a la investigación, desarrollo y comercialización de productos antisépticos.
“Me preguntaba repetidamente: ‘¿Cómo nosotros, que tenemos productos para el cuidado de la salud, que son antibacteriales, no tenemos algo que nos proteja contra virus?’. Nosotros deberíamos tener un material que cubriera estas expectativas”, cuenta a Mi Patente Gabriela, quien pasó muchos días cerca de su hijo, alerta y pensando.
“La más alta jerarquía de la espera es aquella que se convierte en lo esperado”, escribió en 1968 el poeta mexicano Marco Antonio Montes de Oca. Y para Gabriela León, la espera hospitalaria de 2008 se convirtió en lo esperado: su hijo sobrevivió, sanó y el sufrimiento transcurrido le dejó como fruto algo bueno: una visión y una misión.
La científica egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien había fundado en 1999 la empresa Gresmex, junto a su hermano Sergio, comenzó a trabajar y a buscar a otros científicos que le ayudaran a desarrollar una molécula capaz de neutralizar a los microorganismos que provocan las infecciones intrahospitalarias, pero que no fuera agresiva con la salud humana ni con el medio ambiente. Por su objetivo, la molécula debía ser muy pequeña y su tamaño medirse en nanómetros, o sea un milímetro dividido un millón de veces.
Los dos hermanos visualizaron y decidieron acometer todos los pasos de una larga misión: crear, probar, patentar, producir industrialmente, vender en México y fuera del país una molécula para limpiar y generar espacios bioseguros. Así podrían ayudar a reducir las 700 mil muertes por infecciones intrahospitalarias que ocurren cada año en todo el mundo, de las cuales 240 mil son niños menores de 4 semanas de nacidos, según la revista médica británica The Lancet.
28 versiones de prueba
Cuando los hermanos Gabriela y Sergio León fundaron la compañía Gresmex, en 1999, ya habían experimentado en carne propia el desempleo generado en México por las crisis económicas de los años 90, pero sabían que podían emprender algo por su cuenta y tenían grandes aspiraciones.
Ella estudió Ingeniería Bioquímica y él Diseño Industrial. Ambos sabían que en el camino de los emprendedores no todo es miel sobre hojuelas porque su padre, ingeniero civil, dedicó muchos años a desarrollar soluciones para proveer a la población de agua potable y les había mostrado las satisfacciones y calvarios de quien decide independizarse y salir al mercado con una micro, pequeña o mediana empresa.
Los hermanos León Gutiérrez iniciaron su compañía fabricando productos de limpieza e higiene personal como jabones, geles antibacteriales, perfumes y artículos para tocador que vendían a grandes cadenas comerciales como Walmart, Soriana y Chedraui. Desde el principio establecieron un laboratorio que apoyara a la empresa a desarrollar innovaciones y tomaron como domicilio a Naucalpan, Estado de México, lo que les permitió recibir apoyos del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (Comecyt).
“Desde que nació la empresa nosotros adoptamos como eje rector que nuestros productos fueran biodegradables y cuidaran el medio ambiente, para eso necesitábamos hacer nuestras propias formulaciones. Además de que siempre tuvimos claro que teníamos que dar a nuestros productos valor agregado y por eso trabajamos mucho para innovar en color, aroma, diseño de envase y de etiquetas”, cuenta Sergio León a Mi Patente. “Cuando ocurrió el problema de salud de mi sobrino comenzamos a investigar y vimos que no existía nada biodegradable contra virus. Fue así como empezamos: invitamos a nanotecnólogos a trabajar con nosotros e iniciamos en 2008 el largo camino de desarrollo de la molécula, mucho antes de empezar con el proceso de la patente”.
Gabriela León cuenta que contrataron a un químico experto en nanotecnología y comenzaron a laborar en su laboratorio, que es pequeño, pero bien equipado. Cuando creían que tenía la configuración correcta la probaban en un laboratorio que tuviera la objetividad para ver si servía o no.
Gresmex realizó 28 versiones de su nanomolécula, que actúa destruyendo la información hereditaria o ADN de los organismos patógenos, pero sin dañar el ADN de los seres humanos o de otros seres vivos que estén en contacto con el desinfectante. Ellos debían encontrar una llave bioquímica muy específica para acceder a la información genética de los patógenos y para ello hacía pruebas en su laboratorio y luego en más de una decena de laboratorios externos. Lo que buscaba era tener objetividad y dar credibilidad a la tecnología porque en México es muy complicado.
“Trabajamos, por ejemplo, con el Instituto Politécnico Nacional, para realizar los estudios de eficacia contra micobacterias; con la Universidad Nacional Autónoma de México, hicimos todos los estudios de eficacia contra tripanosomas; con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, de la Secretaría de Salud, probamos toda la eficacia contra virus y las pruebas de toxicidad. También trabajamos mucho con el Instituto de Seguridad Social al Servicios de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), la Universidad Autónoma de Nuevo León y otros laboratorios autorizados por la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris)”, indicó Gabriela León.
El director médico del ISSSTE, Rafael Navarro, también habló a Mi Patente sobre estos experimentos: “Se hicieron pruebas en el ISSSTE en 2010, en el servicio de medicina genómica, sobre todo para ver si la sustancia dañaba al ADN humano y se encontró que no lo afecta. Para nosotros esto es de interés médico, por ejemplo, para ser usado en el tipo de limpieza de quirófanos que nosotros llamamos exhaustivo, donde no tiene que quedar ningún centímetro de superficie con microorganismos. Entonces, representa una gran ganancia para los servicios quirúrgicos la posibilidad de tener un nebulizador que penetre y mate a las bacterias y no nada más las elimine en el momento del contacto, sino que nos permita conservar la efectividad muchas horas después”
El rotavirus fue el patógeno que detonó la investigación de la familia León
La meta original era crear una molécula contra virus, pero paulatinamente vieron que lo que estaban obteniendo era efectivo contra hongos, bacterias, esporas y otros organismos. La empresa concibió entonces una línea de productos diferentes que tienen como base a la molécula Nbelyax, pero que pueden ser usados en campos muy diferentes como la salud, ganadería, agricultura, incluso para la restauración de obras de arte.
La molécula mexicana contra microorganismo es el componente principal de los productos Éviter, que se usan en líquidos, geles o nebulizadores
“Con la molécula Nbelyax desarrollamos una línea de cinco productos que se llama Éviter”, informó Sergio León. “Uno es un sanitizante de superficies que se puede aplicar a metal, vidrio, tela, no mancha, no es corrosivo y es biodegradable. Tenemos un esterilizante para material quirúrgico, también un jabón líquido para las manos, una crema antiséptica que sustituye al alcohol en gel o a los geles antibacteriales y unas toallitas húmedas y ahora tenemos un producto para nebulizar y hacer una limpieza exhaustiva de quirófanos mucho más rápida”.
El nebulizador ya ha sido probado para combatir experimentalmente la roya que destruye a las plantas del café, y también para eliminar hongos en la Bilbioteca Palafoxiana de Puebla, donde se guardan libros de hasta 500 años de antigüedad.
Una de las pruebas que es ilustrativa fue la comparación de la eficacia del invento mexicano comparado con el uso de cloro: el resultado fue que con cloro se tenía que limpiar una superficie cada 15 minutos para lograr ausencia total de bacterias y con Nbeliax se requería limpieza cada 72 horas.
De Pyme a empresa global
Ocho años después de la infección intrahospitalaria que casi cobró la vida del hijo de Gabriela León, el pequeño Bernardo caminaba despreocupado por los pasillos del salón Lounge del edificio corporativo de HSBC, en la Ciudad de México.
Con un refresco y bocadillos en las manos, así como un traje de talla infantil, el niño caminaba sobre la tarima de la fuente interior de este espectacular espacio, contiguo a la glorieta del Ángel de la Independencia. Indiferente jugaba el niño, con su hermana Andrea, entre las plantas interiores y frente al gigantesco ventanal desde el cual se miran miles de luces rojas y blancas de automóviles que avanzan lentamente por el Circuito Interior.
Esa noche, se celebraban varias cosas importantes para su familia: la entrega de la primera patente mexicana con alcance en 140 países; la presentación oficial a los medios de comunicación de la empresa Inmolecule, que pertenece a los mismos dueños de la empresa Gresmex, y el anuncio de la apertura de una empresa en Londres de los hermanos Gabriela y Sergio León, llamada Inmolecule International.
“Innovar es arriesgarse y esta entrega de patente también alegra mucho al sistema de propiedad intelectual de México”, dijo ante los invitados el director del Instituto Mexicano de Propiedad Industrial (IMPI), Miguel Ángel Margáin, minutos antes de entregar el certificado de patente. “El que Gabriela y Sergio hayan confiado en el Sistema de Protección Industrial mexicano nos permite demostrar la solidez de nuestro trabajo y ayudar a una solución que no sólo beneficia a México sino a toda la humanidad”.
Con la entrega de la patente y la protección en otros 139 países se mostró que los acuerdos firmando por México en el Tratado de Cooperación en Materia de Patentes (PCT), dan seguridad y certeza legal a las solicitudes tramitadas en México y que pueden ser ratificadas en la mayoría de los países del mundo, de la misma forma que si la patente se hubiera tramitado en Estados Unidos o Europa. Así lo reconoció esa noche del 13 de julio de 2016 el embajador de Reino Unidos en México, Duncan Taylor:
“Lo que queremos en Reino Unido es justamente atraer a empresas como Inmolecule, con una protección de primera clase de la propiedad intelectual. Para que siga creciendo, nosotros podemos ofrecerles un ecosistema económico y de comercio de los primeros en el mundo, porque para mejorar la vida de nuestras comunidades, de nuestra sociedad es indispensable seguir investigando, seguir desarrollando, seguir descubriendo nuevas moléculas y nuevos productos para mejorar la vida y para desarrollar nuestra economía. Por eso estoy tan contento de celebrar todo el trabajo de Inmolecule y el traslado de la Propiedad Intelectual a Reino Unido, que la vamos a guardar de una manera muy cautelosa, para que tenga todo el éxito que merece”, dijo el diplomático británico.
Los quirófanos son lugares donde se presentan con frecuencia infecciones intrahospitalarias
La transformación de la PYME mexicana Gresmex, a la empresa global Inmolecule International fue un paso natural debido a la necesidad global de combatir las infecciones intrahospitalarias y súper bacterias.
Después de la gran aportación para la humanidad que significó el descubrimiento de la Penicilina, en 1928, su uso se volvió masivo debido a los millones de heridos que generó la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945. Desafortunadamente su uso excesivo para acabar con infecciones en las heridas y su venta sin control provocó que algunos de los microbios que combatía se volvieran resistentes y nuevamente se convirtieran en amenazas mortales para la humanidad.
“Decidimos abrir esta empresa hermana en Reino Unido y no en Estados Unidos porque Londres siempre ha sido el centro de investigación farmacéutica y médica. Nosotros creemos que el siguiente paso es seguir investigando con nuevos patógenos o microorganismos y allá tienen laboratorios donde resguardan virus como el Ébola o el SARS, que en México no los tenemos para experimentar. Entonces allá lo podremos hacer y además hemos tenido mucho apoyo de la embajada que nos ha guiado para abrir el negocio también allá”, indicó en entrevista Sergio León.
La molécula mexicana fue usada para desinfectar y crear espacios bioseguros contra el Ébola en Liberia, África.
Un ejemplo del impacto mundial que puede tener la nanobiomolécula mexicana fue un proyecto humanitario entre 2014 y 2015 con el cual los mexicanos cooperaron para frenar la epidemia de ébola en Liberia, África.
Con el objetivo de proteger a médicos, enfermeras y voluntarios que son parte del cerco sanitario contra el ébola, los hermanos Gabriela y Sergio León, donaron y enviaron a ese país 2.8 toneladas de productos con Nbelyax, en el periodo de espera en el que ya se había presentado la solicitud de registro de patente para la molécula y ya se habían aprobado todos los requisitos de seguridad, eficacia e inocuidad con el medio ambiente.
A través de su empresa Gresmex y con el apoyo de la empresa estadunidense FedEx y la organización internacional Direct Relief, se enviaron a Liberia 7 tarimas con 4 mil 885 productos antisépticos y esterilizantes para instrumental quirúrgico y equipo médico.
A través de Direct Relief y organizaciones asociadas se coordinó la entrega y distribución para los hospitales con pacientes infectados en la ciudad de Monrovia, Liberia. Este fue uno de los factores que ayudaron a que en enero de 2016 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara a Liberia libre de ébola.
Por proyectos como éste, grandes empresarios filántropos como Michael Dell han apoyado a Gresmex para participar en la Aceleradora de Negocios de la ONU, además de que en México han sido catalogados como empresa prioritaria, por la Secretaría de Economía, y han recibido apoyo del Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem), del organismo federal de promoción al comercio exterior ProMéxico, del Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (Comecyt) y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Además desde su etapa temprana Gresmex estuvo acompañada financieramente por el banco HSBC.
En el año 2015 la ONU reconoció a Gremex como una de las 100 empresas que salvarán a la humanidad
“Para nosotros, en HSBC, es un orgullo tener como clientes, desde hace años, a empresas como Gresmex e Inmolecule, que son jóvenes, pero han logrado cosas grandes. Es un ejemplo de innovación mexicana, que se ha internacionalizado. El trabajo de Gabriela y Sergio ha sido reconocido dentro y fuera de México por organismos como la Organización Mundial de la Salud, lo que sirve de ejemplo para que otros jóvenes sueñen y se den cuenta de que con trabajo se pueden cumplir las metas y los sueños, dijo en el salón Louge de HSBC su director ejecutivo de banca para empresas, Geoffrey Fichte, parado frente a una reproducción del mural “El hombre en llamas”, de José Clemente Orozco, que es la obra artística central de este espacio de recepciones de gala.
Un cristal separaba a los invitados de un mar de luces nocturno en la capital de la República, del mismo modo que un cristal separó en algún momento a Gabriela de su hijo recién nacido.
Ocho años habían pasado desde el origen de la idea, de los cuales, los últimos tres años los empresarios e inventores tuvieron que esperar sin poder vender su producto porque le apostaron a buscar obtener una patente que les diera protección internacional para lo cual no podían publicar información ni promover comercialmente su producto porque en algunos países esto les haría perder el requisito de “novedad” para obtener protección a su propiedad intelectual.
Inmolecule International tendrá como sede Londres, por se un centro de desarrollo farmacéutico y biomédico
“En los últimos tres años estuvimos en un periodo que podría ser comparado con un limbo. En el momento en que nosotros decidimos buscar la patente por medio del sistema PCT para estar protegidos en 140 países, tuvimos que aceptar un compromiso para que en ese tiempo no podíamos ni publicar, ni vender, ni decir lo que teníamos porque si lo hubiéramos hecho perderíamos las patentes por haber incumplido el concepto de ‘novedad’ que es muy estricto en países como Reino Unido y Alemania. Ahora que ya tenemos la patente, ya podemos salir a vender, con todo”, comentó con alegría Sergio León.
Tres años de proceso de patentamiento internacional, cinco años anteriores de investigación, corrección y validación de pruebas, así como muchos días, con horas que parecían eternas, en un hospital con un familiar enfermo, hicieron que Gabriela y Sergio León Gutiérrez educaran su paciencia y adquirieran fortaleza en el ejercicio de la espera. Al tener la autorización para vender su producto en todo el mundo, quizá sintieron algo parecido a lo que inspiró al poeta Montes de Oca al escribir que “La más alta jerarquía de la espera es aquella que se convierte en lo esperado”.
Fuente: Antimio Cruz Bustamante / Mi Patente