¿Un vestido biodegradable? La ciencia y la moda auguran un futuro ecológico

El concepto biodegradable se ha instaurado en la escena con el propósito pertinente de transformar y traer un halo de innovación a vastos procesos que desde hace tiempo no se corresponden con el futuro de los ecosistemas. Y si bien en muchos casos optar por un factor de sostenibilidad es un acto que nos acerca al enfoque de bienestar ecológico en la moda, también es cierto que si no nos embarcamos en una circularidad que implique la integridad en su estado álgido, el medio ambiente podría no estar recibiendo los mejores esfuerzos de nuestro lado.

Así pues, el proyecto One X One organizado por Slow Factory Foundation y Swarovski, contando con el apoyo de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), ha decidido aunar la ciencia y la moda en pos de abordar la circularidad, la equidad y la tecnología renovable, en una colaboración interdisciplinaria que sin duda alguna busca orquestar nuevos paradigmas, al tiempo que trae a escena ropa biodegradable y las prendas que pueden regresar a la tierra.

¿Qué significa en realidad la moda sustentable? ¿Y qué están buscando las marcas ecológicas? Esto es todo lo que necesitas saber al respecto.

Phillip Lim y Charlotte McCurdy: una colaboración por el futuro de la moda

No es la primera vez que se asocia el término sostenibilidad al diseñador Phillip Lim, puesto que desde los inicios de la firma 3.1 Phillip Lim en el año 2005, la esencia intrínseca ha sido la de sentar las bases de un equilibrio sostenible. ‘El mantra de nuestra marca es hacer menos, significar más. Las prácticas sostenibles van de la mano con eso y seguimos aprendiendo con cada colección. Estamos trabajando en nuestras telas, nuestros residuos de procesamiento, reciclando cuando es posible y analizando el procesamiento libre de químicos, los tintes naturales y la protección de la ropa para una vida más larga y menos lavado. Es una industria que evoluciona rápidamente, por lo que siempre hay algo que aprender’, asevera el diseñador en una entrevista vía email a Vogue.

Partiendo de la premisa del aprendizaje constante y la demostración de que un lujo consciente es posible, no sorprende que se haya llevado a cabo una valiosa sinergia entre el director creativo y la investigadora y diseñadora industrial Charlotte McCurdy en el programa de incubación One X One, cuyo propósito, en dicha concepción, ha sido el de emplear materialidades carbono neutro para reimaginar las posibilidades del futuro. ‘Siempre intenté extender mi capacidad para incidir en la conversación que tenemos en torno a temas de sostenibilidad. Me concentré en el cambio climático, las emisiones y las formas en las que es realmente difícil hablar de un problema que ocurre a una escala desmesurada, contando la historia sobre las partes tangibles del cambio climático. Es por ello que decidí concentrarme en plásticos’, comenta Charlotte en una entrevista por zoom.

La investigadora, por su parte, ha estado trabajando con el bioplástico de las algas durante su participación en la incubadora cultural del New Museum, NEW INC, por lo que al momento de ser convocada para la iniciativa One X One, y aunando fuerzas con la apuesta visual del diseñador, se cristalizó una visión tanto ecológica como atractiva en relación a la estética. Asi es que, navegando por una inspiración netamente marina y buscando mitigar los plásticos sintéticos convencionales que tanto daño causan a los ecosistemas, la alianza ha dado como resultado un vestido biodegradable que hace alusión al concepto de positivismo y celebración, puesto que una de las conversaciones que ha intentado suavizar la científica es aquella que pone en jaque la culpa cuando se habla de temas relacionados al medio ambiente.

‘Cuando encontramos la tela, hecha de bambú y algas, pensamos en elegir algo del mundo marino. La forma del palliete se inspiró en una pluma, queríamos que el vestido tuviera movimiento y se sintiera ligero. La lentejuela se siente como una lentejuela tradicional, menos el plástico. Nunca sabrías que está hecho de algas si nadie te lo dijera, esa fue la parte más asombrosa de este proyecto’, añade Phillip Lim. El proceso de producción, por otro lado, se ha servido de fuentes de energía renovables, ‘ya que si estuviésemos quemando combustibles fósiles para convertir las algas en pallietes, todavía se estarían causando muchas emisiones’.

En ese sentido, el proyecto de Slow Factory Foundation viene cargado de un statement que necesita comenzar a gestarse con mayor intensidad: ‘la sostenibilidad en la moda no puede centrarse solo en el reciclaje y el desperdicio’, sino también en la fuente primitiva. ‘Si estamos pensando cómo podemos ser libres de carbono como sociedad, no es solo repensar nuestra energía, es repensar las pinturas en nuestras paredes, los bolígrafos que utilizamos y los textiles que ponemos en nuestros cuerpos’, asevera la científica.

Un interrogante que nos deja la creación del vestido biodegradable es la cantidad de carbono que podría secuestrarse si el atuendo en cuestión se produjese a una escala relativamente considerable, dado que hoy por hoy se ha concebido un solo prototipo, y el análisis sería rentable solo si se confecciona un número elevado. ‘Si podemos comenzar a fabricar textiles y telas que estén elaboradas de biomasa, se puede empezar a pensar en secuestrar carbono a partir de textiles. Las plantas, como las algas y las semillas, capturan las emisiones de gases de efecto invernadero’.

El diseñador estadounidense cree que las colaboraciones son parte del futuro de la moda y los textiles sostenibles, mientras que dicha iniciativa en particular podría materializarse, puesto que es posible desde la perspectiva de la materia prima, ‘ya que las algas son un recurso naturalmente renovable y crecen en abundancia. Sin embargo, estas innovaciones tienen un costo, y la comprensión del consumidor del costo involucrado en estas innovaciones tiene un camino por recorrer’, concluye Phillip Lim.

Fuente: elespanol.com