Por qué algunos animales prosperan en las ciudades

¿Por qué cierta fauna silvestre prospera en la ciudad? Averiguarlo es el primer paso para aumentar la biodiversidad urbana. Y eso es bueno para todos

Comer casi de todo. Dormir en casi cualquier sitio. Esos parecen ser los secretos para sobrevivir en la ciudad como un animal salvaje. Entre las especies que dominan los espacios urbanos (palomas, cucarachas, ratas, zorros), estas son las características más obvias que tienen los habitantes urbanos exitosos.

Adaptación

Pero no son las únicas tácticas de supervivencia urbana. Un nuevo estudio ha descubierto cuatro conjuntos muy diferentes de atributos que los animales utilizan para prosperar en la ciudad. “No existe una única forma en que las distintas especies o taxones responden a la urbanización”, aclara Amy Hahs, del Grupo de Investigación sobre Infraestructuras Verdes de la Universidad de Melbourne, quien dirigió la investigación. Entender cómo se adaptan a la ciudad los distintos tipos de animales y qué impulsa esos cambios podría ayudarnos a mejorar la biodiversidad urbana y, con ella, la salud general de nuestro entorno urbano”.

Los estudios sobre biodiversidad en las ciudades suelen centrarse en qué especies dominan, no en cómo lo consiguen. Así que el equipo de investigadores del estudio se propuso cambiar esta situación. En concreto, su ambición era responder a dos preguntas: ¿Es comer de todo y dormir en cualquier sitio la única forma de triunfar como animal urbano? ¿Y cómo varía esto en el mundo?

Los investigadores estudiaron cuatro características de los animales (dieta, tamaño corporal, movilidad y estrategia reproductiva) que pueden variar en función de lo que ofrece una ciudad y de la flexibilidad de una especie. Para ello, se pusieron en contacto con expertos que ya habían publicado estudios sobre los rasgos de los animales urbanos y reunieron sus conjuntos de datos. A continuación, el equipo creó una megabase de datos a la medida para comparar estas cuatro características en más de 5,000 especies de casi 400 ciudades de todo el mundo. El equipo pudo reunir datos de seis grupos de animales: anfibios, murciélagos, abejas, aves, escarabajos carábidos y reptiles.

Como era de esperar, descubrieron que la flexibilidad es útil, es decir, la capacidad de desplazarse por grandes áreas, seguir una dieta variada y mantener la mente abierta en cuanto a dónde anidar y descansar. Etiquetaron a los animales de este grupo de “generalistas móviles”, y los murciélagos urbanos y los escarabajos carábidos tendieron a beneficiarse de la adopción de estos rasgos. Pero no fue la única estrategia de éxito que encontraron.

Cada cual a su manera

Por el contrario, los pájaros y las abejas urbanos suelen triunfar, convirtiéndose en “recolectores de lugares centrales”. Estas criaturas tienen un lugar fijo para anidar y descansar, pero compensan esta fidelidad ampliando su dieta. La próxima vez que veas a una paloma picoteando restos de comida en una calle céntrica, estarás presenciando este fenómeno en acción.

Los reptiles y los anfibios vuelven a adoptar una estrategia diferente: ante la escasez de alimentos, una mayor vulnerabilidad a los depredadores, los accidentes de tráfico y la contaminación, responden a la urbanización especializando su dieta, desplazándose por zonas más pequeñas y reduciendo el tamaño de sus nidadas. Tiene sentido: si las estanterías están llenas de menos, pero constantes variedades de comida, comer solo una de ellas reduce la competencia con otras especies, mientras que tener menos crías significa alimento suficiente para que todas crezcan bien y estén más en forma. Conocidas como “especialistas del lugar”, estas especies corren el riesgo de acabar atrapadas. Como no se desplazan, si su alimento o su hábitat desaparecen, ellas también lo harán.

El equipo también planteó la hipótesis de que podría haber una cuarta categoría: los “especialistas móviles”, es decir, animales que siguen una dieta muy específica y son capaces de desplazarse fácilmente al lugar donde necesitan conseguirla. Habían visto especímenes de este tipo en otros lugares; por ejemplo, aves acuáticas que viven en humedales; pero no encontraron ninguno en su estudio urbano.

En total, la investigación analizó los datos de 72,086 parcelas en 379 ciudades de 48 países, que abarcaban 5,302 especies. Trabajar a esta escala mundial era importante por dos razones. En primer lugar, los estudios sobre animales y urbanización suelen centrarse en la evolución de una especie concreta, sobre todo plantas o aves, en un lugar específico, lo que no permite hacer comparaciones entre varios grupos de animales en distintos lugares. Sin embargo, Hahs explica que “la biodiversidad es diversa, y lo que se ha observado en un contexto no tiene por qué trasladarse necesariamente a otro”. Para hacer evaluaciones fiables del comportamiento de los animales, el equipo necesitaba incluir varios grupos de animales que pudieran adaptarse a la vida metropolitana de distintas maneras. Para ello fue necesario trabajar con expertos en muchas especies.

En segundo lugar, la investigación sobre biodiversidad urbana se ha centrado tradicionalmente en ciudades del Norte Global y Australia. Sin embargo, las ciudades del sur también son focos críticos de biodiversidad, y se espera que crezcan considerablemente en las próximas décadas. Hasta el 90% del aumento de la población urbana de aquí a 2050 tendrá lugar en Asia y África, lo que supondrá miles de millones de personas más viviendo en zonas urbanas de estas regiones. Una expansión de tal magnitud podría suponer la pérdida de hábitats y de especies clave; será necesario conocer mejor la biodiversidad urbana de estos lugares si se quieren detener pérdidas como estas. Los conocimientos de trabajos como este podrían ayudar.

¿Y si adaptamos las ciudades?

“Los organismos viven o mueren en función de las condiciones ambientales, como la disponibilidad de hábitat, alimentos o amenazas letales”, explica Loren Byrne, profesor de biología y ciencias ambientales de la Universidad Roger Williams de Rhode Island, quien no participó en la investigación. “Este trabajo aporta nuevas y fascinantes perspectivas sobre cómo pensar en este proceso de filtrado”.

Si nos fijamos en los rasgos que adoptan los animales para sobrevivir en entornos urbanos, podemos ver cómo podrían modificarse las ciudades para hacerlas más habitables a una mayor variedad de especies. Por ejemplo, para favorecer más diversidad de aves y abejas, se podría aumentar el número de posibles lugares de anidamiento. Y para ayudar a reptiles y anfibios a evitar las trampas ecológicas, los urbanistas podrían introducir más conexiones entre los cursos de agua para permitirles desplazarse por zonas más amplias. Pero se necesita más investigación para ver qué cambios específicos necesitarían determinadas especies para prosperar. “Esta investigación no proporciona la información específica sobre las especies que realmente se necesita para aplicar buenos planes de conservación”, aclara Byrne. “Así que queda más trabajo por hacer en ese sentido”.

¿Valdrá la pena este trabajo?
¿Marca realmente la diferencia tener una fauna más rica y diversa en las ciudades, frente a menos y más dominantes especies? La respuesta, según los ecologistas con los que habló WIRED y que no participaron en la investigación, es un sí rotundo. “La fauna puede ayudar a mitigar el impacto del cambio climático en las ciudades”, afirma Nathalie Pettorelli, de la Sociedad Zoológica de Londres. Una mayor biodiversidad proporciona beneficios en cadena, lo que se conoce como “servicios ecosistémicos”.

“Los macroinvertebrados que viven en el suelo lo mantienen vivo y en buen estado”, explica Pedro Pinho, del Centro de Ecología, Evolución y Cambios Ambientales de la Universidad de Lisboa, en Portugal. Y un suelo sano es muy importante en las ciudades, añade Pinho, porque puede absorber mucha agua. Esto puede ayudar a evitar inundaciones repentinas durante las lluvias torrenciales y proteger contra la sequía. Un ecosistema urbano más vibrante también ayuda a la vida vegetal a prosperar y a absorber más CO2 del aire. “Podemos almacenar más carbono en los suelos cuando los insectos y sus depredadores están presentes que cuando están ausentes”, asegura Oswald Schmitz, profesor de ecología de poblaciones y comunidades de la Escuela de Medio Ambiente de Yale.

Tener más vida animal en las ciudades también puede proteger la salud humana. Uno de los efectos del cambio climático es que puede aumentar la extensión de los lugares donde pueden prosperar insectos portadores de enfermedades, como los mosquitos, aumentando su población en las ciudades. Un conjunto más diverso de depredadores puede mantener a raya a estos insectos. “Pueden ser especies animales, como pájaros o murciélagos”, menciona Pinho.

“No podemos olvidar que muchos organismos de la ciudad son divertidos de observar, como los pájaros y las mariposas”, recuerda Byrne. “La gente obtiene un valor educativo, psicológico y espiritual de la convivencia con otros organismos”, un hecho importante, dado que se prevé que más de dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades en 2050.

La disminución de la biodiversidad es un problema mundial, y las ciudades ya están respondiendo al llamamiento de la ONU a “ser parte de la solución” invirtiendo en infraestructuras verdes: parques, cinturones verdes, bosques urbanos. Londres ha invertido casi 30 millones de libras (37 millones de dólares) desde 2016, y Nueva York la enorme cantidad de 3,500 millones de dólares en sus vías fluviales desde 2012. En 2021, 31 alcaldes de ciudades de todo el mundo se comprometieron a cubrir hasta el 40% de sus zonas urbanas con infraestructuras verdes o azules. Con los conocimientos adquiridos gracias a investigaciones como esta, este tipo de inversiones pueden mejorar cada vez más la biodiversidad urbana en el futuro y hacer que la vida salvaje de las ciudades sea mucho más que palomas, ratas y zorros.

“Fundamentalmente, la biodiversidad sustenta nuestro mundo y la sostenibilidad y resistencia de nuestros sistemas”, mantiene Hahs. “Si queremos tener zonas urbanas sostenibles y resistentes, necesitamos biodiversidad”.

Fuente: wired.com