Un estudio a gran escala de 47 especies de monos y lémures ha descubierto que el cambio climático y la deforestación están llevando a estos animales que viven en los árboles al suelo.
En ese nuevo entorno corren un mayor riesgo debido a la falta de alimento y refugio preferidos, y pueden experimentar una interacción más negativa con los seres humanos y los animales domésticos.
El estudio, publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS), ha sido dirigido por el doctor Timothy Eppley, asociado postdoctoral de la San Diego Zoo Wildlife Alliance (SDZWA), en Estados Unidos, y ha examinado más de 150.000 horas de datos de observación de 15 especies de lémures y 32 especies de monos en 68 lugares de América y Madagascar.
Este estudio fue una gran colaboración mundial, que incluyó a 118 coautores de 124 instituciones de diversos países como China, Perú, Costa Rica, Reino Unido, México, Italia, Canadá, Brasil, Alemania, Japón o Bolivia.
“Este estudio comenzó con una discusión entre colegas sobre cómo habíamos notado que ciertas poblaciones de primates arborícolas pasaban más tiempo en el suelo –recuerda el doctor Eppley–, sin embargo, en sitios con relativamente menos perturbación, los miembros de la misma especie pueden nunca descender al suelo”.
Los autores estimaron la influencia de los factores ecológicos, incluidas las posibles presiones inducidas por el hombre y/o los rasgos específicos de cada especie, en el nivel de terrestrialidad (tiempo que pasan en el suelo) de los primates arborícolas.
El estudio descubrió que los primates que consumen menos fruta y viven en grupos sociales grandes son más propensos a descender al suelo. Los autores sugieren que estos rasgos actúan como una posible “preadaptación” a la terrestrialidad. Además, los primates que viven en entornos más cálidos y con menos cobertura de copas, eran más propensos a adaptarse a estos cambios cambiando hacia un uso más extensivo del suelo.
Muchas de estas especies ya tienen la carga de vivir en entornos más cálidos, fragmentados y muy perturbados que suelen tener menos recursos alimenticios disponibles. A medida que el cambio climático empeora y los hábitats arbóreos disminuyen, el estudio sugiere que los primates que consumen una dieta más generalizada y viven en grupos más grandes pueden adaptarse más fácilmente a un estilo de vida terrestre.
“Es posible que pasar más tiempo en el suelo pueda amortiguar a algunos primates de los efectos de la degradación de los bosques y el cambio climático; sin embargo, para las especies menos adaptables, serán necesarias estrategias de conservación rápidas y eficaces para asegurar su supervivencia”, apunta Eppley en un comunicado.
El estudio también descubrió que las poblaciones de primates más cercanas a las infraestructuras humanas son menos propensas a descender al suelo. El doctor Luca Santini, de la Universidad de la Sapienza de Roma (Italia), uno de los dos autores principales del estudio, subraya que “este hallazgo puede sugerir que la presencia humana, que suele ser una amenaza para los primates, puede interferir en la adaptabilidad natural de las especies al cambio global”.
La transición de un estilo de vida arborícola a uno terrestre ya se produjo anteriormente en la evolución de los primates, pero los rápidos cambios actuales suponen una grave amenaza.
“Aunque condiciones ecológicas y rasgos de la especie similares pueden haber influido en anteriores cambios evolutivos de los primates arborícolas, incluidos los homínidos, hacia la vida terrestre, está claro que el ritmo actual de deforestación y cambio climático pone en peligro a la mayoría de las especies de primates”, afirma el doctor Giuseppe Donati, de la Universidad Oxford Brookes (Reino Unido), uno de los autores principales del estudio.
Nadine Lamberski, Jefa de Conservación y Sanidad de la Fauna Silvestre de la SDZWA, que no participó en el estudio, destaca la impresionante escala de esta iniciativa científica de colaboración. “Se trata de un esfuerzo extraordinario para convocar a 118 autores y revisar datos de esta magnitud –resalta–. También es un tremendo ejemplo de los conocimientos que pueden obtenerse y los avances que pueden hacerse cuando la conservación se examina a escala mundial”.
Fuente: europapress.es