Peces toreadores que burlan a sus depredadores mediante una audaz estratagema

El guppy puede ser una mascota humilde, pero en su medio natural adopta una táctica tan sorprendente como ilógica para no ser devorado. Cuando descubre un enemigo al acecho, oscurece los ojos, que viran del plateado al negro intenso, lo que atrae al atacante hacia la cabeza.

En un artículo publicado en junio en Current Biology, se describe que este comportamiento tan singular es una maniobra de distracción para burlar a los posibles depredadores.

Robert Heathcote, ecoetólogo de la Universidad de Exeter, explica que concibió esa hipótesis mientras comía una magdalena de arándanos a bordo de un tren. Había visto en vídeos filmados a cámara lenta que los peces que cazan emboscados, como los cíclidos lucio (Crenicichla), parecían dirigir sus ataques a la cabeza de los guppies ojinegros. «El guppy aguardaría hasta el último instante y después se daría la vuelta para escabullirse», explica Heathcote, autor principal del estudio.

Con objeto de averiguar cómo responden los cíclidos lucio a los guppies de ojos negros y plateados, Heathcote probó primero con lentes de contacto coloreadas, vídeos reproducidos desde una tableta e incluso intentó tatuar el ojo de un pez muerto (aunque la aguja no logró perforar la superficie del globo ocular, sorprendentemente dura).

Heathcote y sus colaboradores acabaron construyendo guppies robóticos, tirados por un sedal, para someter a prueba sus hipótesis. Mientras que ante los señuelos de ojos negros los cíclidos se abalanzaban sobre la cabeza, ante los de ojos plateados, lo hacían sobre el cuerpo.

En otro experimento con guppies vivos protegidos por una barrera transparente se descubrió que estos apartan a un lado la cabeza para esquivar las fauces del agresor con un reflejo innato fulgurante. El ataque de los cíclidos lucio es inercial, por lo que no corrigen la trayectoria una vez desatado, así que los investigadores pueden «simular» si un guppy habría logrado escapar de no haber una barrera.

Los guppies grandes, en general menos ágiles y presas más propicias, son los más beneficiados por esta finta. «Engañan al atacante sobre la dirección que van a tomar», afirma el autor Darren Croft, también en Exeter. «Al hacerlo, giran la cabeza en sentido opuesto y huyen.»

Los guppies no son las únicas presas que recurren a esa artimaña. Otros peces también alteran el color del globo ocular, y especies tan diferentes como la pintarroja ocelada (Hemiscyllium ocellatum) o la paloma bravía poseen en el dorso colores para atraer la atención sobre ellos.

«El presente estudio abre un nuevo campo de investigación que podría explicar casos en que los ojos o los ocelos son muy conspicuos», asegura Karin Kjernsmo, ecoetóloga y ecóloga evolutiva de la Universidad de Bristol, que no ha participado en el estudio. «Tal vez acompañados de una estrategia evasiva, tales resultados explicarían por qué es así.»

En un mundo donde se devora o se es devorado, siempre hay más de lo que parece.

Fuente: investigacionyciencia.es