Un grupo de expertos estableció patrones de comunicación que permiten saber qué tipo de contacto están estableciendo los murciélagos, reportó un estudio recién publicado en Scientific Reports y reproducido en la prestigiosa Nature.
Esto permite, por ejemplo, reconocer si están peleando entre ellos por comida o espacio vital, o si están emitiendo un sonido para atraer al sexo opuesto con fines reproductivos.
Una distinción que el oído humano no es capaz de alcanzar y que los científicos resolvieron mediante el uso de algoritmos.
«Cuando entras en una cueva de murciélagos, oyes un montón de ‘bla bla bla’, una cacofonía agresiva muy característica de los murciélagos. Pero ¿es esto simplemente ‘gritos’ o hay información entre el ruido?», destaca Yossi Yovel, del departamento de Zoología de la Universidad de Tel Aviv, líder del equipo investigador.
«Las investigaciones anteriores suponían que la mayoría de las comunicaciones de los murciélagos se basaban en gritos. Nosotros quisimos saber cuánta información se transmitía realmente en esos gritos y si podíamos extraer esa información», explica el investigador.
A cada motivo, un sonido
Los murciélagos dependen de sus «llamados» o gritos para sobrevivir: con una expectativa de vida de entre 20 y 30 años, son mamíferos que se organizan en colonias y sus vocalizaciones son una parte fundamental de la interacción social de la especie.
El estudio se concentró en registrar los sonidos del murciélago egipcio de la fruta, el Rousettus aegyptiacus, muy común sobre todo en África y Oriente Medio.
En total, 75 días de grabación continua de audio y video.
Los científicos registraron la vida de murciélagos divididos en dos jaulas separadas y, mediante las imágenes de video asociadas, pudieron identificar a los sujetos de cada «conversación» y mirar la evolución del intercambio entre dos o más ejemplares.
«Una gran incógnita en el mundo de la comunicación animal es si tienen comprensión de la semántica – es decir, si cuando se oye la palabra ‘manzana’ inmediatamente se asocia con una fruta redonda, roja, etcétera», señala Yovel en el comunicado de prensa con el que se dio a conocer el hallazgo.
«En nuestra investigación encontramos que las llamadas de murciélago contienen información sobre las identidades de la persona que llama y del destinatario, lo que implica que hay un factor de reconocimiento», explica ahí.
Según Yovel y su equipo, los algoritmos con los que trabajaron permitieron «traducir» los sonidos de tal manera que se puede saber qué murciélago está peleando con cuál otro, cuál es el propósito de la disputa (una lucha por comida genera distintos sonidos que una por territorio, por caso) e incluso cuál será el resultado del intercambio.
Identificaron así cuatro motivos para las disputas más usuales: el sueño, la comida, el espacio donde reposar y los intentos no correspondidos de copulación.
Aunque, al oído humano, esos chirridos agudos sólo se perciben como agresivos, en los que resulta imposible distinguir los matices que lee el algoritmo.
«Para nuestra sorpresa, hemos sido capaces de diferenciar entre todos estos contextos en completa oscuridad y estamos seguros de que los murciélagos son capaces de identificar aún más información y con mayor precisión: son, después de todo, una especie extremadamente social que convive con los mismos vecinos durante decenas de años», sugiere el investigador.
Los científicos aprovecharon los algoritmos inteligentes -capaces de aprender de la evidencia acumulada- que se usan para reconocimiento de la voz humana.
Estos algoritmos, que se consideran una forma de inteligencia artificial, son entrenados para automejorarse al ser alimentados con información previamente ordenada en categorías.
Luego, se usan para aplicar los patrones y las relaciones que han detectado en el ordenamiento y la clasificación de nuevos datos.
Los científicos entrenaron al algoritmo con el material de unas 15.000 llamadas o vocalizaciones: el repertorio total de sonidos recogidos durante el experimento.
Basándose en las frecuencias de los chirridos, el algoritmo pudo identificar correctamente al emisor.
También logró establecer la razón de la disputa – sueño, comida, espacio o copulación- en un 61% de los casos.
«Lo que descubrimos es que hay diferencias en el tono del chirrido según las categorías», apuntó Yovel.
Y no solo eso: recogieron evidencia concreta de que se trata de una especie con un sistema de comunicación sofisticada que se aprende en la comunidad, más que venir predeterminado desde el nacimiento como un repertorio limitado de sonidos.
Fuera del grupo investigador, otros colegas celebraron el avance: calificaron los hallazgos de «la piedra Rosetta» para entender la conducta de los murciélagos, según dijo Kate Jones, profesora de ecología y biodiversidad de University College London (UCL), al periódico británico The Guardian.
Como la estela de piedra que permitió entender los jeroglíficos egipcios, señaló Jones, la decodificación los patrones de comunicación de estos mamíferos confirma que había en ella mucha más información de la que los científicos habían anticipado.
Y puede ser ahora utilizado como modelo para descifrar la comunicación de otras especies, incluso la humana.
Fuente: BBC Mundo