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Los pájaros cantan (y ligan) menos por el ruido del tráfico

El tráfico en la ciudad puede llegar a resultar ensordecedor y no es raro que tengamos que interrumpir una conversación o dejemos de hablar ante el ruido de los coches y de los cláxones. No somos los únicos. El barullo del tráfico también afecta a otras especies terrestres y marinas, en particular a los pájaros, que se ven obligados a modificar sus trinos en respuesta a la contaminación acústica.

Así lo demuestra una nueva investigación sobre los efectos del tráfico en las aves urbanas publicada esta semana en la revista Bioacoustics. Según asegura este estudio, el ruido generada por los coches hace que los pájaros trinen menos y lo hagan en un rango de frecuencias más bajas, lo que reduce potencialmente su capacidad para atraer a sus parejas y defender su territorio.

En este caso, los autores se han centrado en el pibí norteño o bobito de bosque (Contopus virens), un pájaro que nidifica en América del Norte y que en otoño se marcha a América del Sur. Esta especie ha sufrido un drástico declive en la zona metropolitana de la ciudad de Washington: en los últimos 70 años su presencia se ha reducido en un 50%, según datos facilitados en este estudio liderado por Katherine Gentry, investigadora de la Universidad George Mason, en Virginia.

Un trino ‘menos sexy’

«Los pájaros siguen siendo capaces de cantar, pero en respuesta al ruido tienen que adaptar sus trinos para aumentar sus posibilidades de comunicarse eficazmente», explica a EL MUNDO Gentry. «Son los cambios en los cantos los que pueden causar problemas. Si se altera la estructura de una canción, [el pájaro] puede conseguir que se oiga mejor en un ambiente con ruido procedente del tráfico pero en un ancho de banda inferior que, por ejemplo, puede hacer que su trino sea menos sexy y, como consecuencia de ello, menos efectivo», relata a través de un correo electrónico. Cualquier especie de ave que es capaz de modificar sus trinos, afirma, podría ser vulnerable a la contaminación acústica.

Según detalla, el estudio se centró en el pibí norteño porque querían determinar «si los pájaros clamadores como él , cuyos trinos son innatos y a diferencia de los pájaros cantores, no aprendidos, podían ajustar sus canciones en tiempo real y en respuesta a las variaciones de ruido».

Los autores grabaron las canciones que emitían estos pájaros en lugares de la capital de Estados Unidos donde el tráfico procedente de la carretera más cercana era relativamente constante o se reducía semanalmente durante un periodo de 36 horas, cuando era cerrada al tráfico.

Adaptan sus cantos al ruido

Posteriormente, midieron y analizaron el ancho de banda, la duración, el pico máximo y el mínimo de las frecuencias de los trinos de los pájaros. Su estudio concluyó que los pájaros respondían de forma inmediata a las fluctuaciones del ruido del tráfico ajustando la duración y las frecuencias de sus cantos para intentar mejor su transmisión. Cuando las carreteras eran cortadas al tráfico, sus trinos volvían a la normalidad: tenían un ancho de banda más amplio y duraban más tiempo.

Pese a los ajustes que realizan los pájaros para que el tráfico no silencie sus trinos, los científicos creen que la capacidad de otros pájaros para escuchar esos cantos modificados es limitada, lo que reduciría las posibilidades de los machos de atraer a sus potenciales parejas y defender su territorio. Por ello, los científicos proponen realizar cortes temporales de las carreteras durante los fines de semana para darles un respiro y ofrecerles la posibilidad de cantar la versión original de su canción.

Anteriores estudios realizados por otros equipos científicos han vinculado el ruido del tráfico con un declive en las tasas de reproducción y en la riqueza de especies, aunque Gentry admite que ella aún no ha confirmado definitivamente que tenga un impacto directo en la capacidad del pibí norteño para reproducirse.

Las interferencias en su sistema de comunicación, no obstante, van más allá de dificultarles la tarea de ligar, pues el exceso de ruido les impide en ocasiones oír las llamadas de alarma que les alertan, por ejemplo, de la presencia de depredadores. Asimismo, también han revelado que el ajetreo de las ciudades hace que especies como el gorrión melódico (Melospiza melodia) se comporte de forma más agresiva.

Por otro lado, una investigación realizada en la Universidad de Copenhague mostró que no sólo el ruido de los coches hacía que los pájaros tuvieron que modificar sus trinos para comunicarse. El paisaje urbano, es decir, las construcciones de la ciudad y su distribución, también alteraban las canciones de los pájaros. pues los edificios y las calles estrechas dificultaban poder oír y ver a otros miembros de su especie.

Fuente: elmundo.es