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Los países tienen 11 años para evitar que la temperatura aumente más de 1,5 grados

Se calcula que solo podemos emitir 500 gigatoneladas más de CO2 para no rebasar ese límite: al ritmo actual, se alcanzarían en 2032

Más huracanes, inundaciones, sequías devastadoras y un aumento del nivel del mar. Son algunos de los efectos de un aumento de la temperatura global de 1,5 grados para finales de siglo, que es el límite de referencia establecido en el Acuerdo de París de 2015. Y ese límite, con los compromisos actuales de reducción de emisiones, se verá rebasado con creces. Con lo que hay sobre la mesa ahora mismo, se calcula que la temperatura subirá 2,7 grados, lo que supondría efectos climáticos mucho más devastadores.

Evitar superar ese límite de 1,5º C puede evitar lo peor, y cumbres como la COP26 de Glasgow se celebran para conseguirlo. ¿Hay tiempo? ¿Es posible todavía? La temperatura del planeta ya ha aumentado 1,1 grados con respecto a la previa a la Revolución Industrial. Y los 191 países presentes en París se dieron dos fechas clave para avanzar en el recorte de emisiones de gases contaminantes (principalmente CO2, aunque no el único): 2030 y 2050. Fechas que cada vez están más cerca.

Para 2030 plantearon una reducción del 45%, para 2050 el “cero neto en emisiones”, es decir, que solo se emita el CO2 capaz de ser reabsorbido por los ecosistemas. Actualmente, hay una brecha enorme entre lo necesario y lo prometido por los países. Y no es la única: hay otra entre lo prometido y lo que se cumple.

Pero ¿cómo afectan las emisiones a la temperatura del planeta? ¿Podríamos no sobrepasar ese límite si se actúa de forma rápida y drástica ahora? ¿Realmente ya no hay vuelta atrás o queda margen para actuar?

Reducción de emisiones y efectos en la temperatura

Hay una idea que subyace detrás de todo esto: que incluso si dejáramos de emitir dióxido de carbono de la noche a la mañana, la inercia en el sistema climático continuaría aumentando la temperatura durante muchos años. ¿Por qué?

Porque el CO2 puede persistir en la atmósfera durante un siglo o más, y el mecanismo de captura de calor ya está en marcha. Con lo emitido hasta ahora, el calentamiento futuro ya está “integrado” en el sistema. Según esto, ya sería demasiado tarde para evitar superar incluso el umbral de 1,5 grados. Pero ¿es cierto?

Muchos científicos piensan que no. Y lo explican. Tan pronto como las emisiones de CO2 dejan de aumentar, la concentración atmosférica de ese CO2 comienza a descender lentamente, porque los océanos, los suelos y la vegetación siguen absorbiendo el dióxido de carbono al mismo ritmo. Por lo que la temperatura no sube más. Aunque tampoco baja, porque las interacciones atmosféricas y oceánicas se ajustan y equilibran. “La temperatura no sube ni baja», explica Joeri Rogelj en la revista Scientific American. Es director de investigación del Instituto Grantham en el Imperial College de Londres.

11 años por delante para no rebasar el límite

Explica Rogelj que, si los países lograran reducir las emisiones de forma importante y rápida, el calentamiento se podría mantener por debajo de esos 1,5 grados. Pero para conseguirlo, el planeta solo podría emitir una cantidad determinada de CO2 de ahora en adelante. ¿Cuál?

Según el último informe del IPCC, publicado en agosto («Cambio climático 2021: la base de la ciencia física»), estamos emitiendo unas 42 gigatoneladas de CO2 al año. ¿Cuántas más elevarán la temperatura en 1,5 grados? Otras 500 gigatoneladas. Eso supone que los países tienen unos 11 años más (entre 11 y 12), con las tasas de emisiones actuales, antes de agotar ese presupuesto límite. Si seguimos al ritmo actual, esas 500 gigatoneladas más se alcanzarían en 2032.

Evitar llegar al borde del precipicio

Pero hay más. Estos límites no son algo estático. Pueden moverse, dependiendo de lo que hagamos. Cuanto más rápido se reduzcan las emisiones, más se extienden esos límites. Es decir, si los países redujeran significativamente sus emisiones muy rápido, con políticas agresivas ahora, pueden generar más tiempo y más esperanza para prevenir una catástrofe.

Fue en 2018 cuando el IPCC declaró que el mundo tenía que lograr el “cero neto en emisiones” de CO2 para 2050 si queríamos mantener el calentamiento en el umbral de 1,5 grados. Y el camino está claro: reducir las emisiones a la mitad para 2030. Cada año de retraso en conseguir ese objetivo nos acerca al borde del precipicio. Rogelj lo resume así: «De lo que estamos tratando es de mantenernos lo más lejos posible del borde».

Si, por el contrario, los países no hacen reducciones significativas en esta década, los recortes que habrán de hacer después, para limitar el aumento de temperatura a 2 grados, serán mucho más difíciles de lograr todavía. “Cada año que pasa impone una enorme penalización, por las futuras reducciones que serían necesarias”, advierte Josep Canadell, científico investigador jefe de CSIRO, la agencia científica nacional de Australia, y autor principal del informe del IPCC de 2021.

Rogelj explica también que cada décima de grado adicional de calentamiento por encima de 1,5 grados conlleva un mayor riesgo de desastres climáticos para los ecosistemas y las personas, especialmente para los más vulnerables, que son quienes ya los están sufriendo.

Saltar desde un trampolín, cada vez más alto

Y plantea una metáfora que se entiende muy bien: saltar desde un trampolín. Hoy tiene un metro de altura: los adultos no se hacen daño al caer al suelo, pero los niños y los ancianos sí. Pues ahora imaginen que cada décima de grado adicional eleva esa plataforma. “A dos metros”, dice Rogelj, “es probable que muchas más personas se lesionen. Y a una altura mayor, todos sufrirán graves daños».

La pregunta sobre la mesa es: ¿Con qué rapidez puede el mundo eliminar los gases de efecto invernadero de la economía global? El problema es que la respuesta se retrasa cada vez más. En la COP26 de Glasgow, una vez más, todas las miradas están puestas en los países del G20, las 19 naciones más desarrolladas más la Unión Europea.

Juntos, representan el 90% del producto mundial bruto y son responsables de las tres cuartas partes de las emisiones globales. Los científicos lo tienen claro: son ellos los que deben pisar el acelerador. Pero deben hacerlo ya.

Fuente: niusdiario.es