Investigadores argentinos descubren que las tortugas antes no podían esconder su cabeza dentro del caparazón
Por primera vez, se recuperó el cráneo de una de las primeras tortugas de laguna a comienzos de este año en la Patagonia argentina, previo al aislamiento obligatorio. Vivió hace 100 millones de años y no escondía totalmente la cabeza
El doctor Sebastián Apesteguía, docente de Herpetología y Paleontología de la Universidad, CAECE junto a un grupo de colegas del CONICET publicaron un artículo sobre uno de los hallazgos con los que se toparon en La Buitrera, Río Negro, localidad fosilífera patagónica donde afloran la Formación Candeleros, de 99,6-97 millones de años y la Formación Huincul, de 97-93,5 millones de años. “Se trata del primer cráneo completo de una nueva especie de tortuga de cuello largo a la que nombramos Prochelidella buitreraensis”, especificó Apesteguía.
Según explicó el paleontólogo, “las tortugas son un conocido grupo de reptiles que se originaron entre mediados y fines del Triásico, junto con los cocodrilos, los lagartos, los dinosaurios y los mamíferos”. “Las primeras ya se mostraban acorazadas y sin dientes y no conocemos mucho acerca de cuál grupo de reptiles fue el que les dio origen. Sin embargo, desde aquellas primeras tortugas, mucho han cambiado y muchos grupos de tortugas existieron, algunos completamente extintos ya, y otros con descendencia en la actualidad”, añadió.
Los investigadores tuvieron la oportunidad de hallar y estudiar un cráneo muy completo, el mejor preservado mundialmente para una tortuga quélida del Cretácico, junto con varios otros huesos y partes de caparazón, según detallaron a Infobae. Su tamaño es de unos 30 centímetros de largo, pero su antigüedad ronda los 95 millones de años. Se trata de un hallazgo inusual, ya que cuando las tortugas mueren y su cuerpo se descompone, la cabeza suele ser llevada por el agua y se pierde.
Aunque las tortugas siempre tuvieron coraza, no siempre tuvieron la habilidad de esconder su cabeza dentro del caparazón. Este raro atributo que se originó en algún momento del Jurásico, lo tienen las criptodiras, mientras que las tortugas de laguna o pleurodiras, lo esconden hacia el costado del caparazón. “La anatomía de la tortuga Pleurodira Prochelidella Buitreraensis nos brinda información acerca de cómo evolucionó el cráneo de estas tortugas a lo largo de los últimos 100 millones de años”, especificó Apesteguía.
Si bien en La Buitrera se vienen estudiando restos de tortuga desde 1999, recién en las últimas campañas apareció por vez primera este hallazgo de una tortuga con cráneo. Esta increíble localidad fosilífera ha provisto una gran cantidad de hallazgos completamente nuevos como dinosaurios carnívoros del grupo de los velocirraptores (Buitreraptor), cuello-largos (Cathartesaura), cocodrilos omnívoros a herbívoros con hocico de zorro (Araripesuchus Buitreraensis), reptiles esfenodontes herbívoros (Priosphenodon), lagartijas, serpientes con patas (Najash), mamíferos driolestoideos de hocico largo (Cronopio), tortugas y peces pulmonados o dipnoos.
Otro descubrimiento reciente también fueron los grandes esfenodontes herbívoros, como el Priosphenodon avelasi, de un metro y medio de longitud, que convivieron con estas tortugas. Si bien en los reptiles los dientes se reemplazan innumerables veces y – aunque los dientes de los herbívoros pueden adquirir diversas formas- en estructura no difieren demasiado de los de los carnívoros, se descubrió que en Priosphenodon los dientes no se reemplazan, solo se van sumando nuevos al extremo posterior de la mandíbula cuando esta va creciendo.
Las especies que habitan el planeta han mutado a lo largo de la historia. Por lo general, estas modificaciones no suelen ser tan evidentes. Para comprender la biodiversidad actual, es importante enfocarse en la filogenia, es decir la relación entre las especies, no sólo desde el presente, sino también desde el pasado. De este modo, se podrán conocer las historias detrás de cada grupo, de dónde vienen, cuáles son sus ancestros y qué están representando.
“La paleontología nos brinda herramientas para saber más acerca de cómo las especies fueron cambiando y, en ocasiones, también nos permite inferir el por qué. Este campo requiere de un trabajo interdisciplinar, en el que intervienen biólogos, icnólogos, geólogos y muchos otros profesionales que trabajan para interpretar los nuevos descubrimientos. Estos nos permiten conocer más acerca de nuestro planeta y la adaptación de las especies en el pasado y el presente, incluida la especie humana”, concluyó el paleontólogo.
Fuente: infobae.com