Fagradalsfjall: por qué el volcán en Islandia no ha hecho erupción

Desde 2021, la lava ha brotado esporádicamente a través de varias fisuras que atraviesan el suroeste de Islandia. Ahora, una enorme capa de magma podría entrar en erupción en cualquier momento. Pero, ¿dónde y qué tan grave será la erupción?

A finales de la semana pasada, en la península islandesa de Reykjanes, una preocupante secuencia de terremotos se convirtió de repente en una crisis volcánica en toda regla. Una ráfaga de intensas y frecuentes sacudidas sísmicas, acompañadas de convulsiones de la corteza terrestre, sugirieron que un enorme volumen de magma se dirigía rápidamente hacia Svartsengi, donde se encuentra una importante central geotérmica y, muy cerca, la ciudad costera de Grindavík, donde viven 3,500 personas.

Se espera la erupción, pero…

La región se asienta nerviosa sobre una vasta capa de magma que hierve a fuego lento a solo unos 800 metros bajo tierra. En algún momento, probablemente en los próximos días, entrará en erupción en algún lugar a lo largo de una línea de 16 kilómetros que se extiende desde el noreste de la ciudad hasta un poco mar adentro. Las dos grandes preguntas, exactamente dónde comenzará la erupción y cuál será su gravedad, son imposibles de responder. Pero los científicos que observan de cerca la zona también tienen otras preguntas. ¿Cómo han pasado estas erupciones de ser un espectáculo seguro a un peligro que puede asfixiar a la ciudad? ¿Y por qué, después de tantos movimientos recientes y violentos, el magma está ahora ahí, sin moverse?

En cierto modo, esto es exactamente lo que se espera que haga el magma aquí. “Esta actividad está muy en consonancia con gran parte del vulcanismo islandés”, aclara Mike Burton, vulcanólogo de la Universidad de Manchester. “Y gran parte del problema en esta ocasión tiene que ver con el lugar en el que este lote de magma ha decidido acampar, y por qué nunca es obvio dónde puede producirse una erupción en la península.

Erupciones como no las conocías

Cuando la gente piensa en erupciones, suele imaginarse una forma de montaña, en la que la lava explota por un respiradero central en la cima o sangra por los flancos. Islandia tiene ese tipo de volcanes, pero la península de Reykjanes también se especializa en erupciones fisurales: grietas en el suelo que se abren, a menudo sin previo aviso, cuando el magma se abre paso hacia la superficie.

El magma que se abre paso a través de la corteza crea tipos específicos de terremotos, y junto con la forma cambiante del suelo se puede rastrear a grandes rasgos hacia dónde se dirige este magma y de cuánto magma se trata. Pero cuando la roca fundida alcanza la parte más alta de la corteza, puede empujar fácilmente esas rocas a un lado, y la actividad sísmica suele disminuir justo antes de que comience una erupción en algún lugar de la zona.

De atracción turística a peligro latente

“En las anteriores erupciones del Fagradalsfjall, los seísmos se detuvieron unos días antes de que comenzara la erupción. Con base en eso, yo esperaría lo mismo, pero por supuesto eso no es una garantía”, dice Evgenia Ilyinskaya, vulcanóloga de la Universidad de Leeds.

Eso hace que sea extremadamente difícil saber de antemano con precisión dónde aparecerá la próxima fisura. Afortunadamente, la tormenta sísmica que ha sacudido la península en los últimos días ha indicado que probablemente surgirá dentro o en algún lugar muy cercano a Grindavík, una pista vital que en última instancia permitió a las autoridades sacar a la gente del peligro antes de que la lava viera el cielo.

Curiosamente, las tres últimas erupciones de la península (en 2021, 2022 y este verano) surgieron de fisuras muy próximas a la montaña aislada de Fagradalsfjall. Estas erupciones llenaron los valles deshabitados con ríos de roca fundida de color carmesí y mandarina, y a menudo fueron vistas por curiosos desde las colinas circundantes, observadas por científicos y celebradas por los islandeses como una muestra del esplendor natural de su país geológicamente dinámico.

Pero a principios de este mes, los científicos siguieron la pista de lo que parecía ser un enorme volumen de magma acumulándose bajo la zona de Svartsengi. El pasado viernes por la noche se elevó rápidamente hacia la ciudad de Grindavík, deteniéndose a escasa distancia de la superficie y provocando la rápida evacuación de la ciudad.

Aun sabiendo que la próxima erupción podría producirse en uno de varios lugares de la península, incluso en algún lugar un poco más cercano a la infraestructura urbana, este acontecimiento siguió conmocionando a los científicos. “La extensión de la actividad sísmica bajo la ciudad de Grindavík y las aguas poco profundas al sur de la ciudad fueron una sorpresa, simplemente porque las fisuras volcánicas anteriores no se habían extendido tanto hacia el suroeste”, afirma Þorvaldur Þórðarson, vulcanólogo de la Universidad de Islandia.

¿A qué se debe este cambio repentino?

Los científicos sospechan que la erupción de 2021 inició un período de décadas de erupciones fisurales en toda la península; algo similar ocurrió 800 años antes. Esta posible cuarta erupción sin duda forma parte de esa nueva era. Pero no está claro cómo están conectados el magmatismo de Fagradalsfjall y Svartsengi. No se trata de volcanes claramente segregados, sino de redes volcánicas con límites poco definidos.

“Algunos han pensado que los sistemas están conectados en profundidad”, refiere Edward Marshall, geoquímico de la Universidad de Islandia; ya sea directamente, con el magma fluyendo entre los dos laberintos subterráneos, o indirectamente, donde intercambian presión. Pero cualquier conexión geológica entre Fagradalsfjall y Svartsengi es, en el mejor de los casos, tenue, por lo que entender por qué el magma asciende en el primero varias veces y luego cambia al segundo es una tarea ardua.

Este esfuerzo de investigación se complica aún más por la idiosincrasia adicional de la crisis actual. En los últimos años, el Thorbjörn (un montículo volcánico cercano a la central geotérmica de Svartsengi y a Grindavík) se ha inflado ocasionalmente, quizá debido al movimiento del magma en algún punto inferior, pero siempre ha terminado sin incidentes. Los sucesos de la semana pasada “marcan sin duda una ruptura de esa pauta”, apunta Tom Winder, sismólogo de volcanes de la Universidad de Cambridge.

Las primeras estimaciones indican que la cantidad de magma es superior a la de las tres últimas erupciones de la península, y además ha entrado en la zona de Svartsengi a una velocidad asombrosa. “La razón por la que el flujo de magma parece ser mucho mayor esta vez, y su procedencia, sigue siendo una importante incógnita”, destaca Winder. Teniendo en cuenta el volumen aparentemente considerable de magma, la posibilidad de que se produzca una erupción de larga duración, o una erupción de lava muy prolífica, es alta, pero paradójicamente, como ocurre con muchas erupciones, podría ocurrir que solo una fracción de esa roca fundida viera la luz del día.

El hecho de que el magma ascendiera rápidamente hacia Grindavík a finales de la semana pasada y luego se detuviera justo debajo de sus calles, ahora vacías, ha generado curiosidad y ansiedad. Las razones de este interludio no están del todo claras. Durante la erupción de 2021, hubo un intervalo de tres semanas entre la cortina magmática que invadía el subsuelo poco profundo y la aparición de la erupción propiamente dicha. Puede que esta vez ocurra lo mismo. O puede que entre en erupción después de que termines de leer este artículo; no hay forma segura de saberlo.

Ni siquiera es seguro que se produzca una erupción

En la actualidad, con base en la proximidad del magma a la superficie y en el constante ruido sísmico, la Oficina Meteorológica de Islandia sospecha que hay muchas probabilidades de que se produzca una erupción en los próximos días, en algún punto de esa línea de 16 kilómetros de suelo deformado y tembloroso. No obstante, existe una pequeña posibilidad de que el magma no encuentre una vía de escape y permanezca bajo tierra en un futuro previsible.

Predecir la naturaleza, el momento y, en este caso, la ubicación de las próximas erupciones volcánicas es un ejercicio para reducir la incertidumbre. La vulcanología, como campo de investigación, ha dado enormes saltos científicos y tecnológicos en las últimas décadas, proporcionando a los investigadores un nivel de comprensión sin precedentes de la naturaleza de las profundidades magmáticas de la Tierra.

Pero pensemos en las previsiones meteorológicas. El clima es algo que los científicos pueden muestrear, observar y estudiar directamente, y las previsiones a pocos días vista pueden ser muy exactas. Pero el tiempo dentro de varias semanas no puede predecirse con exactitud. Los vulcanólogos tienen que enfrentarse a algo que, hasta que entra en erupción, no está a la vista, por lo que, de momento, predecir el estilo, el inicio y la duración de la próxima erupción islandesa es sumamente difícil.

Pero la península no está indefensa. Los científicos islandeses y los equipos de respuesta a emergencias deben hacer dos cosas: vigilar el magma las 24 horas del día y utilizar esos datos para minimizar los daños a la vida y a la propiedad. Los habitantes de Grindavík se mantienen alejados del riesgo volcánico y se está construyendo un muro de protección alrededor de la central geotérmica de Svartsengi para desviar la lava entrante.

Los sucesos de la semana pasada “han puesto de manifiesto lo afortunados que hemos sido en los últimos tres años”, opina Winder. Desgraciadamente, parece que era solo cuestión de tiempo que esta nueva era eruptiva pasara de ser una delicia a una desgracia.

Fuente: es.wired.com