Exploran un monstruo de magma en lo profundo del mar
Este verano, el buque de investigación de 72 metros Marcus G. Langseth se hizo a la mar frente a la costa del Noroeste del Pacífico. Detrás del barco iban cuatro serpientes electrónicas, cada una de ocho kilómetros de largo. Estos cables llevaban instrumentos capaces de asomarse al corazón latiente de un monstruo a más de un kilómetro debajo de las olas: el Axial, una montaña volcánica.
La tripulación del barco tenía una preocupación: no dejar que los cables se enredaran. Si lo hacían, “se acabó el juego”, dijo Sam Mitchell, un vulcanólogo submarino que se unió al viaje. Uno de los cables terminaría por romperse, pero por suerte no se acabó el juego.
El barco pertenece a la Fundación Nacional para la Ciencia, y es operado por el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia en Nueva York. Los científicos pasaron 33 días a bordo en julio y agosto para crear mapas en 3D de los estanques magmáticos y los senderos en el volcán submarino.
Trazar la anatomía del Axial mejorará la comprensión de los científicos de los volcanes submarinos de todo el mundo, la mayoría de los cuales aún esperan ser descubiertos.
El Axial se encuentra a 480 kilómetros frente a la costa de Oregon. Los científicos han tenido indicios de su inmensa escala, pero tras la labor con sonar de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en la década de 1980, “se les prendió el foco: wow, hay un gran volcán aquí”, dijo Bill Chadwick, un geólogo de la Universidad Estatal de Oregon.
En el curso del tiempo geológico, una pluma mantélica estacionaria debajo de la placa tectónica del Pacífico ha creado una línea de volcanes submarinos de 1800 kilómetros de longitud, conocida como la cadena de montes submarinos Cobb-Eickelberg. El Axial, el más joven, se encuentra en lo alto de ese punto caliente.
El volcán también se encuentra a lo largo de la dorsal centro-oceánica que separa la placa del Pacífico al oeste y la placa de Juan de Fuca al este. Estas placas se están separando. De dorsales como ésta nace la corteza oceánica; roca fundida sube desde el interior de la Tierra hasta el lecho marino, creando una profusa actividad volcánica.
Este doble poder de la pluma y de la dorsal en movimiento hace del Axial el volcán submarino más activo de la región. Hasta ahora, se han documentado tres erupciones —en 1998, en 2011 y en 2015.
El Axial está lo suficientemente lejos y profundo como para que sea poco probable que cause daño a alguien, dijo Ken Rubin, un vulcanólogo de la Universidad de Hawai, en Manoa. Pero una mejor comprensión del Axial ayudará a reducir los peligros en otros volcanes que sí presentan riesgos.
Los científicos están ahora examinando todos los cortes sísmicos del Langseth y uniendo todos los datos para formar una vista en 3D adecuada del interior del Axial.
Los techos de las cámaras magmáticas primaria y secundaria se pueden ver claramente en tres dimensiones. Un campo previamente descubierto de respiraderos hidrotérmicos ha sido encontrado sobre un tercer depósito magmático recién identificado.
A medida que aprenden más sobre lo que encontró la tripulación, los científicos podrán entender mejor otros volcanes, en particular los ocultos bajo el mar. “Una fracción significativa del volcanismo de la Tierra ocurre en lugares como el Axial”, dijo Rubin.
Pero nos esperan años de procesamiento y análisis. “Realmente es una ciencia y un arte procesar e interpretar los datos sísmicos”, dijo Jackie Caplan-Auerbach, sismóloga en la Universidad de Western Washington.
Los datos también podrían ayudar a los científicos a entender mejor por qué el Axial parece estar respirando. Cuando el magma sube a la superficie, los volcanes tienden a inflarse, y el Axial no es la excepción. Usando sensores de presión bajo las olas, Chadwick y sus colegas encontraron que “si el Axial no está en erupción, se está reinflando”.
Después de que termina una erupción, el volcán inmediatamente comienza a reabastecerse para la siguiente y llega aproximadamente al mismo nivel antes de hacer estallar su cima nuevamente.
Este ritmo permitió a los científicos predecir con mayor precisión el momento de sus dos erupciones más recientes.
La deformación de la superficie es una de las principales formas de monitorear volcanes de todo tipo, desde el explosivo Monte Santa Helena del Estado de Washington hasta el efusivo Mauna Loa de Hawai.
Con un modelo más holístico del Axial y su comportamiento similar al de un globo, los científicos también podrían entender o identificar mejor los precursores de las erupciones en estos volcanes.
Fuente: NYT