El humo de incendios de Australia llegó a América del Sur

Las partículas derivadas de los incendios en Australia recorrieron más de 12.000 km, cruzaron un océano y una cordillera y llegaron a America del Sur transportadas por la circulación habitual de los vientos, confirmaron las instituciones meteorógicas de Chile, Argentina, Uruguay y Brasil, donde se ha detectado la presencia del humo.

En Uruguay, “desde la tarde del 6 de enero se podía apreciar en el cielo un velo grisáceo y las salidas y puestas de sol más rojizas, debido a la presencia de pequeñas partículas en suspensión (a más de 6.000 metros de altura) del humo generado por los grandes incendios en Australia”, informó un comunicado del Instituto de Meteorología (Inumet) uruguayo.

Según dijo a SciDev.Net Lucía Chiponelli, gerenta técnica de esta institución, si bien hay una temporada anual en la que los incendios en Australia son más frecuentes, en las últimas décadas no se había registrado la llegada de humo hasta América Latina.

Con 24 personas fallecidas, más de 1.500 viviendas destruidas, 6 millones de hectáreas arrasadas y más de 500 millones de animales muertos, Australia vive desde hace más de un mes una de las peores temporadas de incendios forestales de su historia, potenciada por las temperaturas récord —41,9°C el 17 de diciembre— y varios meses de sequías intensas.

Esta tragedia sucede solo meses después de que en la Amazonia también se registrara una cantidad récord de incendios, que quemaron más de 1 millón de hectáreas entre julio y setiembre de 2019.

Una de las consecuencias de estos incendios es que cuando el aire se calienta por el fuego, sube hacia las capas más altas de la atmósfera arrastrando partículas provenientes de los materiales quemados, además de sustancias derivadas de esa combustión como monóxido de carbono y otros compuestos.

Este aire caliente llega hasta 6.000 metros y desde allí se une a las corrientes de aire del hemisferio sur, explicó Chiponelli. Así, desde Australia, “el humo entró (a América Latina) por Chile porque la circulación del aire (en el hemisferio sur) siempre va de oeste a este”, aseguró a SciDev.Net Soledad Osores, responsable del área de transporte de aerosoles del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) de Argentina.

Desde Chile a Uruguay

El 6 de enero, la Dirección Meteorológica de Chile anunció la presencia del humo cuyo “efecto se vio en el sol con tonos rojos (…) producto de una nube de humo que viene de los incendios”.

En Argentina, el humo se veía a simple vista desde la Patagonia hasta Santiago del Estero (noreste) pero se ubicaba en mayor concentración a unos 5.000 metros de altura, y por eso no tuvo impacto en la visibilidad en la superficie. “Es sólo humo, sin ceniza, que atenuará la luz solar durante las horas diurnas”, agregó Osores.

En Uruguay, el humo llegó el 7 de enero, igual que al sur de Brasil. “El cielo estaba gris en varias ciudades al oeste y sur de Rio Grande do Sul. En las ciudades de la mitad norte del estado, incluido Porto Alegre, el humo no se notó debido a la gran cantidad de nubes”, informó a SciDev.Net la empresa de meteorología brasileña MetSul.

Representantes de MetSul agregaron también que todavía hay mucho humo en el Pacífico, por lo que no se descarta que, dependiendo de las corrientes de viento, “pueda llegar nuevamente” este mes.

Sin embargo, el escenario depende de muchos factores. Por un lado, aún si la magnitud de los incendios persiste, la concentración de partículas se puede ir atenuando por circunstancias locales. De hecho, que el humo llegara a más de un mes de iniciados los incendios en Australia se debió a que los sistemas del Océano Pacífico lo fueron removiendo a su paso.

Por otro, también puede presentarse algún factor que frene el humo, como la formación de tormentas. “Las nubes que generan tormentas tienen un desarrollo vertical que pueden llegar a 6.000 metros de altura. Si las partículas entran en esas nubes de tormentas se precipitarán con la lluvia. Entonces, si en el camino sobre el océano o al ingresar a Chile se formen tormentas, las partículas no llegan”, dijo la experta uruguaya.

En ese sentido, según Osores, las lluvias previstas para el miércoles en la Patagonia y el jueves en la zona central de Argentina irán reduciendo (la carga de partículas) hacia el fin de esta semana.

La salud y los aviones

De otro lado, la actual concentración de partículas en el aire no es suficiente para tener impacto en la salud, aunque estos episodios obligan a los médicos a estar atentos a los posibles efectos sanitarios de fenómenos potenciados por el cambio climático, advirtió Daniel San Vicente, cardiólogo y presidente del Consejo Regional Montevideo del Colegio Médico del Uruguay.

Otro de los sectores afectados suele ser la aviación, porque estas nubes se encuentran en la misma altitud a la que vuelan los aviones y las partículas pueden reducir la visibilidad. No obstante, tanto Chiponelli como MetSul coincidieron en que hasta ahora la visibilidad no se ha afectado.

“No es preocupante (para la salud o la aviación), pero hay que estar alerta. De todos modos, el interés de la población y los medios está fundamentado, sobre todo porque Australia está muy lejos y la llegada de las partículas ayuda a entender la magnitud de los incendios que afectan a ese país”, dijo Chiponelli.

¿Cómo predecir estos incendios?

Si cada año la temporada de incendios se repite, ¿por qué no se puede prevenir o crear estrategias para lidiar con esta creciente amenaza climática global?

Precisamente, científicos de Medellín, Colombia, compartieron en la conferencia de la American Geophysical Union, en diciembre de 2019 en San Francisco, los resultados de un modelo de predicción de incendios que podría expandirse a otras localidades.

Convocados hace tres años por las autoridades de Medellín —región en que cada año se registran entre 500 y 700 incendios—, los expertos del SIATA, un proyecto de ciencia y tecnología enfocado en análisis de riesgos asociados con amenazas naturales, se unieron a ciudadanos para construir una red de monitoreo del aire con más de 100 sensores de bajo costo instalados en hogares y lugares de trabajo.

También crearon una red de monitoreo de lluvia con 84 estaciones que reportan en tiempo real, otra red de meteorología, sensores para monitorear el río Medellín y sus afluentes, acelerómetros para la actividad sísmica, cámaras que monitorean la evolución de nubes, cámaras térmicas para captar las fuentes de calor en las laderas, sensores láser para la calidad del aire e incluso un pirómetro (instrumento para medir la cantidad de radiación solar total que llega a la superficie) y un radiómetro que mide variables como la temperatura, la humedad y la cantidad de agua en la atmósfera.

Nicolás Velásquez, uno de los miembros del proyecto, ahora vinculado a la Universidad de Iowa, explicó a SciDev.Net que con estas herramientas construyeron un modelo que, cada hora, genera un mapa de vulnerabilidad y riesgo de cada zona y lo comparte con bomberos de la región.

Los resultados demostraron que las zonas de mayor riesgo se encuentran en un radio de 2.000 metros de zonas urbanas, una señal de que muchos de estos incendios son detonados por personas de la región.

Fuente: nmas1.org