El “bicho” asesino que se venga de las arañas en su propia tela
Las arañas son cazadores fríos y eficaces. Corren detrás de sus víctimas, les tienden trampas en el suelo, se camuflan y acechan entre las flores. Pero su estrategia más refinada es sin duda la de extender una tela de araña, una red ultrasensible a las vibraciones que recopila información sobre el entorno y que es capaz de capturar y delatar a las presas que se adhieren a ella por accidente.
Pero la sabia naturaleza ha creado una némesis para las arañas. Hay una criatura capaz de cazarlas incluso en sus propios dominios. Se trata de Stenolemus giraffa, o “bicho asesino jirafa”, una criatura capaz de aprovechar las vibraciones del viento para infiltrarse en la tela de las arañas y de usar sus patas para apartar poco a poco los finos hilos de las telas. En un estudio publicado recientemente en Royal Society Open Science, los investigadores han usado finos rayos láser para descubrir que, efectivamente, las vibraciones de estos insectos asesinos son imposibles de detectar.
“Para la araña, este bicho debe de ser como el hombre del saco”, ha dicho para National GeographicFernando Soley, el autor del estudio e investigador en la Universidad de Costa Rica. “Porque cuando ataca, no puedes detectarlo. Da miedo”.
Estas criaturas asesinas, pertenecen al grupo Reduviidae, una familia de criaturas especializadas en cazar a otros animales y frecuentemente después de acecharlos y emboscarlos. Después de eso, acostumbran a usar sus mandíbulas para perforar y succionar el interior de cuerpo de sus víctimas.
Fernando Soley se infiltró en los resquicios de las rocas de Australia para capturar a estos bichos jirafa. Después, creó telas de arañas artificiales y midió las vibraciones en estas con un sistema láser. Y así observó el cuidadoso método del bicho jirafa para infiltrarse en la tela, que incluso aprovechaba el viento para pasar desapercibido.
Una vez que el bicho tiene éxito en acercarse a la araña, la atraviesa con una mandíbula en forma de aguja. Entonces, la araña empieza a sacudirse, porque quizás el insecto le ha inyectado una toxina (según ha dicho Soley). Y el resultado es una muerte terrible para el más horrible de los cazadores.
Fuente: abc.es