El ave más letal del mundo está en peligro de extinción
Es el casuario, un pájaro solitario, de fuertes patas y de garras afiladas, que sabe defenderse muy bien cuando cree que su territorio ha sido invadido por extraños.
Fue uno de estos especímenes el que hizo acto de presencia hace muy poco en una ceremonia de matrimonio ante una playa en el norte de Queensland, en Australia.
Mientras las sillas de los invitados estaban dispuestas en dos bloques, de frente al estrado donde se llevaba a cabo el casamiento, un macho de 15 años atravesó el pasillo con paso firme, como confiado en su imponente personalidad.
Para Antoinette Duncan, la propietaria del Etty Bay Caravan Park and Kiosk, donde se realizó la ceremonia, es muy normal que cuatro casuarios –dos machos y dos hembras- hagan acto de presencia en la zona, sobre todo al amanecer y el atardecer.
Pero lo que nunca supieron los asistentes a aquella boda frente al mar es que los casuarios son capaces de hacerle mucho daño a cualquier persona si por alguna razón muchas veces inesperada llegara a sentirse acosado.
Con un tamaño que puede llegar hasta los dos metros de altura, y un peso de hasta 80 kilos, esta ave es solo superada en envergadura por el avestruz.
De ahí que se convierta en un animal muy peligroso que suele atacar no solo con su pico, sino también con unas vigorosas patas, con dos dedos interiores, largos y puntiagudos, capaces de cortar un objeto como si se tratara de un cuchillo.
Fuerza letal
De acuerdo con una publicación de Scientific American, si bien la última víctima mortal en Australia continental fue registrada en abril de 1926 -cuando Phillip McClean, de 16 años, recibió una herida en la garganta después correr hacia un casuario y caer al suelo-, se han registrado muchos otros reportes de agresiones.
Las lesiones más comunes han sido heridas punzantes, laceraciones y fracturas óseas. Estos ataques son más probables cuando la persona está en cuclillas o ha caído al suelo. Es por ello que se desaconseja no agacharse ante ellos, ni pegárseles por atrás.
Según un estudio llevado a cabo en 1999 a partir de 221 ataques de esta ave debidamente registrados, se mostró que en su mayoría estos se debieron a la interacción entre ave y ser humano a través del alimento.
Siete de estos ataques ocurrieron por la presencia de personas en una zona donde el casuario se estaba alimentando, mientras que otros 32 casos reflejaron claramente una actitud defensiva del animal, que se protegía a sí mismo, a sus pichones, o a sus huevos.
Sin embargo, su agresividad y su fortaleza no han valido de mucho para que esta especie endémica de Australia que podemos ver en no pocos de nuestros parques zoológicos esté a punto de extinguirse.
Entre junio de 1996 y febrero de 1997, seis casuarios fueron asesinados por perros en la zona de Cairns, en el noroeste australiano, mientras que, de 35 ataques registrados contra perros, 29 habían sido en defensa propia.
Este mismo año, varios medios de prensa locales se han referido al incremento, no solo de ataques, sino de violentos intentos de entrada de los casuarios a no pocas casas de la región rural de Queensland.
Resulta que, tras un fuerte tifón que golpeó a la región, muchos ejemplares de casuarios se vieron obligados a abandonar sus hábitats en el bosque en busca de comida.
Por ello, para prever la intervención los locales, el estado emitió una severa advertencia de mantenerse alejado de estas aves. Aunque la medida también busca que los humanos acudan a las armas de fuego para defenderse y diezmen, como ya se sabe que ocurre, a la población de estas aves singulares y peligrosas.
La compraventa, la crianza en condiciones adversas y el tráfico de estos animales en edades tempranas, para convertirlos en aves exóticas domésticas, ha ido menguando el número de individuos que en otras fechas se reportaban.
Aunque se trate de animales muy veloces, que incluso saben nadar con destreza, su principal enemigo seguimos siendo nosotros.
Fuente: Noticias Telemundo