Descubren una nueva especie de sapo fluorescente
Este anfibio del tamaño de la uña de un pulgar vive en el Bosque Atlántico de Brasil, que ha perdido un 93 por ciento de su cubierta forestal
Es naranja, fluorescente y del tamaño de la uña de un pulgar. Te presentamos al anfibio Brachycephalus rotenbergae, un tipo de sapo “calabaza” descubierto hace poco en el Bosque Atlántico de Brasil.
El animal pertenece a una familia de al menos 36 sapos calabaza. Al igual que las ranas de dardo venenosas, su vivo color advierte a los depredadores que su piel posee una toxina potencialmente mortal.
La nueva especie, descrita recientemente en la revista PLOS ONE, fue descubierta durante una iniciativa de investigación en Brasil para encontrar nuevos sapos calabaza. Identificar a estas criaturas es crucial para conservar la biodiversidad de Brasil, sobre todo en zonas abundantes en especies como el Bosque Atlántico, que ha perdido un 93 por ciento de su cubierta original debido a la deforestación y la agricultura, según los expertos.
Brasil alberga la mayor cantidad de especies de anfibios del mundo —al menos mil—, pero a nivel mundial, los anfibios son unos de los grupos de vertebrados más vulnerables, sobre todo debido al cambio climático.
“El mejor momento para ser científico es cuando ves algo nuevo y eres la única persona que lo sabe”, afirma Ivan Sergio Nunes Silva, herpetólogo de la Universidad de São Paulo y líder del estudio.
“Por desgracia, hoy en día estamos perdiendo a especies no identificadas más rápido de lo que podemos describir especies nuevas”.
La historia de un nuevo sapo
Nunes y su equipo descubrieron al B. rotenbergae durante 76 estudios sobre el terreno entre 2018 y 2019 en la sierra de la Mantiqueira de 2000 metros de altitud, donde pasaron horas vagando por afloramientos rocosos y arroyos que fluían por los bosques.
En el laboratorio, el equipo tomó muestras de ADN del nuevo sapo y las comparó con las muestras de otros sapos calabaza conocidos. También analizaron sus rasgos físicos y su estructura ósea, su comportamiento y las grabaciones de sus llamadas de apareamiento para determinar si era una nueva especie.
El nuevo sapo calabaza, por ejemplo, es más pequeño que otros sapos calabaza conocidos y tiene un hocico diminuto. Otros rasgos inusuales incluyen patrones negros y difuminados sobre la piel y su preferencia por elevaciones superiores del Bosque Atlántico.
Las criaturas tampoco pueden escuchar el sonido de su propia vocalización porque sus oídos están poco desarrollados, señala Nunes.
“Su comunicación es básicamente visual”, añade, ya que es probable que se comuniquen abriendo la boca.
Los anfibios también brillan bajo luz ultravioleta, una longitud de onda que los humanos no podemos ver, pero ellos sí. Solo se conocen otras dos especies de sapo calabaza fluorescentes.
El enfoque exhaustivo de Nunes y sus colegas —examinar el cuerpo, la genética y las vocalizaciones de los anfibios— es importante, sobre todo en el caso de especies de aspecto parecido, señala Michel Varajao Garey, profesor del Instituto Latino-Americano de Ciências da Vida e da Natureza, en Foz do Iguaçu, que no participó en la investigación.
Un método tan minucioso puede “revelar diversidad desconocida”, dice, y posiblemente recategorizar algunas especies mal clasificadas.
De hecho, hasta que se llevó a cabo este estudio, el B. rotenbergae se clasificaba como B. ephippium, otra especie de aspecto similar, según señalan los autores, aunque esta reclasificación también ha suscitado polémica entre algunos investigadores de anfibios.
Por ejemplo, Rute Clemente-Carvalho, administradora del laboratorio de genómica del Instituto Hakai en Columbia Británica, Canadá, no está convencida de que el B. rotenbergae sea una nueva especie y cree que se trata del B. ephippium. Sostiene que las diferencias genéticas entre el B. ephippium y el B. rotenbergae descritas en el estudio son muy pequeñas.
Asimismo, los investigadores realizaron casi todas sus comparaciones genéticas entre el B. rotenbergae y otros sapos calabaza que son parientes lejanos, y no lo compraron suficientemente con muestras del B. ephippium como para afirmar que es una nueva especie, explica Clemente-Carvalho por correo electrónico.
Aunque el estudio es muy útil para seguir investigando a los sapos calabaza, dice que le gustaría ver más análisis que comparen al B. ephippium y al B. rotenbergae.
Mucho trabajo por delante
Se desconoce la población de la nueva especie, pero Nunes y sus colegas esperan llevar a cabo más estudios para averiguar dónde vive y buscar más especies de sapos calabaza.
Lo que queda del Bosque Atlántico está protegido en reservas naturales, pero algunas partes siguen estando amenazadas por la deforestación, el cambio climático y los cambios en el uso de tierras. Aunque los índices de deforestación han descendido en Brasil, en 2018 se talaron más de 11.300 hectáreas.
Nunes espera que el descubrimiento inspire al gobierno y a otras organizaciones a cuidar mejor de sus recursos y a vigilar mejor a las especies amenazadas.
“La naturaleza solo es estable si es lo bastante compleja”, afirma Nunes. “Describir la biodiversidad es fundamental para un país megadiverso como Brasil”.
Fuente: nationalgeographicla.com