Si ocurre esto, el ecosistema podría colapsar
En un rincón casi intacto del noreste de Cerdeña, entre las dunas costeras de la península de Culuccia, la ciencia ha encontrado un nuevo tesoro. Un grupo de entomólogos de la Universidad de Roma Tre ha identificado una nueva especie de abeja silvestre, bautizada como Andrena culucciae en honor al paraje donde fue descubierta.
Los resultados, publicados recientemente en Journal of Hymenoptera, no solo amplían el conocimiento sobre los polinizadores mediterráneos, sino que también subraya la necesidad urgente de proteger los ecosistemas costeros frente a las amenazas del cambio climático y la urbanización.
«La descripción de una nueva especie representa un logro científico y naturalista significativo: un avance en los estudios sobre la apicultura silvestre de Cerdeña y, en general, sobre la biodiversidad de Italia y el Mediterráneo», señala la Universidad de Roma Tre en un comunicado. Los investigadores lograron este hito mediante técnicas taxonómicas clásicas y de vanguardia, combinando microscopía óptica, microscopía electrónica de barrido y análisis genético
El estudio fue dirigido por Matteo Annessi, estudiante de doctorado en Biodiversidad y Gestión de Ecosistemas, bajo la supervisión del profesor Andrea Di Giulio y con la colaboración genética de la doctora Alessandra Riccieri. Asimismo, forma parte de un acuerdo iniciado en 2022 entre el Departamento de Ciencias de la Universidad Roma Tre y el Observatorio Naturalístico de la Isla de Culuccia, dirigido por la Dra. Sabrina Rossi (BIRU Srl Agricola).
Una abeja que revela los secretos del Mediterráneo
La Andrena culucciae pertenece al complejo de especies Andrena pilipes/nigrospina, conocido por la dificultad que entraña distinguir entre sus diferentes variedades. En este caso, los científicos identificaron rasgos morfológicos y genéticos únicos. Los machos presentan una forma distinta de la cápsula genital, mientras que las hembras se diferencian por una coloración singular de las cerdas de las patas traseras.
Pero, más allá de la descripción taxonómica, el hallazgo tiene un profundo valor simbólico. Esta pequeña abeja representa la identidad natural del Mediterráneo, un ecosistema tan diverso como frágil. Habita en las dunas costeras, espacios sometidos a la erosión, el turismo intensivo y el avance de las construcciones.
Allí, entre las arenas doradas y las hierbas del litoral, los entomólogos observaron ejemplares de Andrena culucciae alimentándose de la flores de Armeria pungens, una planta endémica del matorral dunar sardo. «Las dunas son auténticos refugios de vida; perderlas sería como borrar capítulos enteros de la historia evolutiva del Mediterráneo», señala el profesor Di Giulio.
Estas dunas son uno de los hábitats más vulnerables del sur de Europa. Albergan plantas y animales adaptados a condiciones extremas de viento, sol y salinidad, pero su equilibrio se ve alterado por la presión humana. La identificación de una nueva abeja en este entorno reafirma su valor ecológico y la necesidad de reforzar su conservación.
Las abejas silvestres, como recuerdan los investigadores, son indicadores biológicos esenciales: su presencia revela la salud de un ecosistema, mientras que su desaparición puede anunciar su colapso. Cada nueva especie descubierta no solo amplía el catálogo de la vida, sino que también lanza una alerta sobre la fragilidad de los ecosistemas mediterráneos.
Las abejas, guardianas del equilibrio natural
El descubrimiento de Andrena culucciae se suma a un contexto global de preocupación por el declive de las poblaciones de abejas. Se estima que existen más de 20.000 especies de abejas en el planeta, de las cuales 1.100 habitan en la península ibérica, una de las regiones europeas más ricas en biodiversidad. Sin embargo, muchas están en retroceso.
«No tenemos aún series largas de datos para todas las especies, pero los estudios coinciden en que las poblaciones silvestres enfrentan amenazas crecientes, ligadas a cambios en los hábitats, el uso de pesticidas, la intensificación agrícola y los efectos del cambio climático», explica a Cinco Días Luis Navarro, catedrático de Botánica en la Universidad de Vigo y portavoz del proyecto LIFE4Pollinators, una iniciativa europea dedicada a la protección de los polinizadores mediante la mejora del hábitat y la participación ciudadana.
La tendencia también afecta a la abeja de la miel (Apis mellifera), la más conocida por su papel en la producción de miel. «En los últimos años se ha observado un aumento significativo en la mortalidad de las colonias en España, con pérdidas anuales que oscilan entre el 30% y el 40%», advierte Cristina Botías, investigadora de la Universidad de Alcalá.
Aunque el número total de colmenas ha crecido un 52% entre 2010 y 2024, según datos del Ministerio de Agricultura, Botías matiza que este aparente repunte se debe a las técnicas de multiplicación de colmenas que emplean los apicultores para compensar las pérdidas. «Este esfuerzo constante por reponer las colmenas perdidas representa una carga significativa para el sector, tanto en trabajo como en costes, y genera un impacto económico importante», subraya.
La apicultura, patrimonio vivo y motor de biodiversidad
El Gobierno español ha querido reconocer el papel de esta práctica ancestral al declarar la apicultura como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. El Real Decreto, aprobado por el Consejo de Ministros a propuesta del titular de Cultura, Ernest Urtasun, destaca sus valores identitarios y ecológicos.
«La apicultura no es solo una actividad económica, sino una expresión cultural y una herramienta de gestión territorial que contribuye al mantenimiento de la biodiversidad y a la detección de los efectos del cambio climático», señala el texto oficial.
Desde los primeros panales neolíticos hasta las técnicas modernas, la apicultura ha sido un puente entre naturaleza y cultura. Su reconocimiento legal refuerza la idea de que proteger a las abejas es proteger al ser humano.
Fuente: huffingtonpost.es


Deja una respuesta