De ranas a elefantes: los animales que se turnan para hablar como si fueran humanos
No interrumpir a quien está hablando es una norma de educación que solemos aprender desde niños y que nos permite comunicarnos de manera efectiva. Aunque podría pensarse ‘a priori’ que respetar el turno de palabra es un hábito propio únicamente de las personas, en el reino animal existen otros muchos ejemplos de especies que también saben esperar la vez a la hora de expresarse.
El lenguaje que utilizan es bastante diferente al humano, eso sí. Y bastante variopinto. Va de las sigilosas vibraciones que provocan los elefantes con sus grandes patas a los gorgoritos de las alondras. De los delicados gestos de los chimpancés a los cantos de las ballenas. Todo ello, pasando por los intermitentes mensajes luminosos de las luciérnagas.
Según un reciente trabajo que analiza más de 300 estudios sobre aves, mamíferos, insectos, ranas y sapos, son numerosos los animales que se comunican por turnos, ya usen un lenguaje corporal o sonoro. La investigación, publicada este mes en la revista ‘Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences’, recoge sus particularidades y las pistas que aportan sobre los orígenes y evolución de la comunicación humana.
El estudio revela, por ejemplo que las especies que alternan llamadas y respuestas pueden perseguir diferentes objetivos con su comportamiento. Los titíes, por ejemplo, emiten sonidos para localizarse unos a otros, mientras que los delfines hacen diferentes ruidos para coordinarse en los ataques a una presa. Muchos pájaros machos cantan a voz en grito sus proposiciones a las hembras y solo siguen adelante con el cortejo si estas acceden.
Un área científica compleja
Como las conversaciones animales no quedan grabadas en fósiles, es todo un reto para los científicos estudiar sus cambios a lo largo de la historia. Sin embargo, los expertos aseguran que comparar el comportamiento de distintas especies y la forma en que se turnan para comunicarse puede ayudarnos a comprender cómo los humanos y sus ancestros desarrollaron este patrón. En realidad, existen muchas lagunas respecto al origen y evolución de nuestro lenguaje.
No obstante, hay que tener cuidado con las conclusiones proporcionadas por los estudios en animales. El hecho de que varias especies hayan desarrollado una habilidad, no significa que esta tenga en todos los casos las mismas raíces biológicas o psicológicas. Una de las cuestiones que más dudas despierta entre la comunidad científica es si este estilo de comunicación basado en turnos ha evolucionado independientemente en las distintas especies o si procede de un ancestro común a todas ellas.
Uno de los factores más curiosos y cambiantes de las conversaciones animales es el tiempo de silencio que transcurre entre la expresión de uno de los participantes y el siguiente. En el caso de las personas, suele transcurrir un intervalo de alrededor de 200 milisegundos antes de que el interlocutor responda. Entre algunas especies de aves cantoras, sin embargo, la pausa entre notas es menor de 50 milisegundos, mientras que los cachalotes pueden esperar hasta dos segundos.
Además, como ocurre con los humanos, los animales tampoco respetan siempre su vez; a veces, se adelantan o interrumpen a quien se dirige a ellos. Los polluelos de lechuza, por ejemplo, intenta piar más alto o más rápido que sus congéneres y compañeros de nido para atraer la atención de su madre y, por tanto, poder conseguir más cantidad de alimento.
Un problema añadido en esta área de investigación, con más de 50 años de trayectoria, es que los científicos suelen centrarse en el comportamiento concreto de una sola especie, por lo que es difícil que lleguen a poner en común su trabajo con otros expertos o que comparen distintos casos de estudio.
Por eso, los autores del reciente artículo sugieren que es necesario crear un paraguas bajo el que englobar todos los avances en este campo, de forma que sea más fácil establecer relaciones entre especies. Según Kobin Kendrick, coautor del trabajo e investigador en la Universidad de York, establecer un marco de referencia “permitirá a los investigadores trazar la historia evolutiva de este comportamiento de turnos y abordar preguntas sobre los orígenes del lenguaje humano”.
Fuente: xatakaciencia.com