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Científicos descubren que los desiertos de arena inhalan y exhalan vapor de agua

Los desiertos son paisajes bioclimáticos que pueden ser tanto cálidos como helados. La población en general sabe que estos lugares se caracterizan por sus bajos índices de precipitación, además de por tener un clima seco, temperaturas extremas y suelo árido. Pero lo que nadie sabía es que están vivos, algo que han afirmado un grupo de científicos en la revista Journal of Geophysical Research: Earth Surface.

«Los desiertos inhalan y exhalan vapor de agua a través de su superficie», explican los autores del trabajo en el resumen del mismo. También comentan que su análisis muestra que la infiltración de vapor es significativamente más lenta cuando la arena está seca y que el viento que pasa por una duna genera corrientes de aire internas y débiles que ayudan a transportar la humedad.

A esa conclusión han llegado gracias a la tecnología y a una investigación que ha durado más de 40 años. Durante cuatro décadas, los investigadores han recopilado información a «escala milimétrica» de zonas inhóspitas. En concreto, han medido la cantidad exacta de humedad que tenían y la densidad de la arena.

El trabajo, liderado por Louge, profesor de ingeniería mecánica y aeroespacial en la Facultad de Ingeniería, tenía como fin analizar los fluidos, los gases y las partículas sólidas que se encuentran en los diferentes terrenos del planeta. Y fue así como descubrieron que las dunas de los desiertos viven: crecen, se mueven y «respiran» aire húmedo. Este hecho lo argumentan los autores del estudio explicando que el vapor de agua entra en el polvo y también en los granos altamente porosos de los desiertos.

¿Cómo se realizó el estudio?

Los resultados del estudio fueron publicados bajo el título «Transporte de vapor de agua a través de una superficie de arena árida: acoplamiento térmico no lineal, advección de poros impulsada por el viento, ondas subsuperficiales e intercambio con la capa límite atmosférica». Para extraerlos se usó una herramienta que desarrollaron los alumnos de Louge, parecida a una sonda, llamada sonda capacitiva, explican en un comunicado desde la Universidad de Cornell.

El científico Louge empezó a colaborar con Ahmed Ould el-Moctar de la Universidad de Nantes, Francia, en el año 2000; ambos usaban estas herramientas para analizar la humedad que presentaban las dunas de los desiertos. Gracias a eso pudieron comprender, además, cuál es el proceso que lleva a terrenos agrícolas a convertirse en paisajes desérticos. Algo que con el cambio climático está sucediendo y sucederá más a menudo de lo que al mundo le gustaría. «El futuro de la Tierra, si seguimos así, es un desierto», declaró Louge.

Así pues, fue con estas sondas con las que los expertos midieron detalladamente la cantidad exacta de humedad que había en las dunas y la densidad de la arena. Según apuntan en el resumen del trabajo, también registraron «la velocidad y dirección del viento, la temperatura ambiente y la humedad relativa, el flujo de radiación neto y los perfiles de temperatura del subsuelo durante dos días».

Con todo esto vieron que la arena de los desiertos es extremadamente porosa, lo que hace que el aire pueda filtrarse por esos huecos. En esta línea, el líder del estudio dijo: «El viento fluye sobre la duna y, como resultado, crea desequilibrios en la presión local, lo que literalmente obliga al aire a entrar y salir de la arena. Entonces, la arena respira, como respira un organismo».

El hecho de que la arena respire, por otro lado, hace posible que los microbios se queden en el desierto, sin importar si la temperatura es muy alta o muy baja. Y los científicos también vieron que las superficies de los desiertos intercambian menos cantidad de humedad con la atmósfera de lo que se pensaba hasta este momento. Concluyeron, de hecho, que la evaporación del agua que hay en los granos de arena es una reacción química lenta.

«Podríamos haber publicado los datos hace 10 años para informar la precisión de nuestro enfoque, pero no fue satisfactorio hasta que entendimos lo que estaba pasando. En realidad, nadie había hecho algo así antes. Esta es la primera vez que se pueden medir niveles tan bajos de humedad», aseguró Louge.

Cabe apuntar que la sonda que ha permitido hacer este descubrimiento sobre los desiertos también permitirá estudiar el espacio, la contaminación o, según los expertos, cómo influyen determinados productos químicos en la tierra.

Fuente: catalunyapress.es