Uso de biocombustibles sólidos y percepción de daños en la salud
Gerzaín Avilés Polanco
Es Investigador Titular A, nivel I en el Sistema Nacional de Investigadores, y se encuentra adscrito al Programa de Planeación Ambiental y Conservación del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor); sus líneas de investigación son desarrollo sustentable, economía del medio ambiente y de recursos naturales.
El acceso a fuentes modernas de energía y combustibles no sólidos para cocinar es fundamental para el bienestar, debido a los efectos adversos que el uso de combustibles sólidos como la leña y carbón puede causar a la salud y el medio ambiente.
La falta de acceso a fuentes modernas de energía y combustibles como gas natural y gas licuado del petróleo (GLP) ha sido considerada pobreza energética por agencias y organismos internacionales como la Agencia Internacional de Energía (AIE) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Actualmente, más de 2,500 millones de personas en países en desarrollo utilizan leña, carbón y estiércol como principal fuente de combustible para cocinar (Joshi y Bohara, 2017).
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Consumo de Energéticos en Viviendas Particulares (Encevi) publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2018, 11% de las 24,144,369 viviendas particulares habitadas en México utilizan leña y carbón para cocinar; entre 20.7% y 42.8% de las viviendas ubicadas en estados del sureste de México emplean leña y carbón como principal combustible para cocinar (Figura 1).
Del total de viviendas particulares habitadas, 2.92% no cuentan con un cuarto o espacio para cocinar y tan solo el 0.03% están equipadas con estufa ahorradora de leña. El uso de leña sin las instalaciones y equipamiento que permita evitar la concentración de partículas contaminantes en el aire dentro de viviendas pone en riesgo la salud de sus habitantes, haciéndolos susceptibles de accidentes cerebrovasculares, cardiopatía isquémica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y cáncer de pulmón (OMS, 2022). En 2019, México registró 23.1 defunciones por 100 mil habitantes a causa de EPOC (OPS, 2021). Cabe mencionar que la mayor parte de la población en el país está consciente del riesgo que representa el uso de leña y carbón para cocinar (Figura 2).
No obstante la percepción del riesgo, existen factores que limitan el acceso a fuentes modernas energía y combustibles no sólidos, entre los cuales destacan elevados niveles de pobreza extrema, falta de infraestructura que permita la distribución de gas natural, como es el caso de los estados del sureste de México; otros limitantes son la falta de accesibilidad a servicios de gas LP en pequeñas localidades rurales.
El Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) cuenta con el Programa de Planeación Ambiental y Conservación (Playco), dentro del cual se desarrolla la línea estratégica Investigación para el Desarrollo Sustentable; en esta línea se han explorado los determinantes del uso de biocombustibles sólidos, destacando una marcada asociación positiva entre el porcentaje de viviendas particulares que utilizan leña para cocinar y el porcentaje de la población en situación de pobreza extrema por entidad federativa (Figura 3).
La Figura 3 muestra cómo mayores niveles de pobreza extrema se relacionan con un mayor porcentaje de viviendas con uso de leña para cocinar, donde a mayor tamaño de los círculos mayor es el porcentaje de pobreza, mientras que el color en escala de azul a rojo indica mayor uso de leña para cocinar (azul representa menor uso y rojo mayor uso). En cuanto al efecto de la percepción del daño en la salud sobre la probabilidad de utilizar leña, se encontró que una reducción en la percepción del daño en la salud aumenta considerablemente la probabilidad de utilizar leña para cocinar (Figura 4).
En escala de 0 a 1, percibir mucho daño en la salud aumenta 0.08 la probabilidad de utilizar leña para cocinar; percibir algún daño aumenta 0.11 la probabilidad; percibir poco daño aumenta 0.14 la probabilidad, y percibir nada de daño en la salud aumenta 0.16 la probabilidad. Estos resultados preliminares revelan que la educación sanitaria y ambiental puede contribuir en la elección de combustibles no sólidos para cocinar y, con ello, mejorar las condiciones de salud de la población.
Referencias
Conabio (2019). Catálogo de metadato geográficos. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. Consultado el 6 de septiembre de 2023 y disponible en: http://geoportal.conabio.gob.mx/metadatos/doc/html/dest2019gw.html
Inegi (2018). Encuesta Nacional sobre Consumo de Energéticos en Viviendas Particulares. Consultada el 7 de septiembre de 2023 y disponible en: https://www.inegi.org.mx/programas/encevi/2018/
Inegi (2022). Población en situación de pobreza extrema por entidad federativa según grado 2018. Consultado el 8 de septiembre de 2023 y disponible en: https://www.inegi.org.mx/app/tabulados/interactivos/?pxq=Hogares_Hogares_15_9954f9c6-9512-40c5-9cbf-1b2ce96283e4&idrt=54&opc=t
Joshi, J. & Bohara, A.K. (2017) Household preferences for cooking fuels and inter-fuel substitutions: Unlocking the modern fuels in the Nepalese household Energy Policy. 107: 507-523. http://dx.doi.org/10.1016/j.enpol.2017.05.031
OMS (2022). Contaminación del aire doméstico y salud. Consultado el 12 de octubre de 2023 y disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/household-air-pollution-and-health
OPS (2021). La carga de las enfermedades respiratorias crónicas en la Región de las Américas, 2000-2019. Organización Panamericana de la Salud. Consultado el 11 de septiembre de 2023 y disponible en: https://www.paho.org/es/enlace/carga-enfermedades-respiratorias-cronicas
Fuente: elsoldemexico.com.mx