Tornados en México: una amenaza subestimada

José Francisco León Cruz, Luis Felipe Pineda Martínez, y Noel Carbajal (Ipicyt y UAZ)

El doctor José Francisco León-Cruz, egresado del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, A.C. (Ipicyt), es especialista en ciencias atmosféricas y riesgos hidrometeorológicos. El doctor José Noel Carbajal Pérez es investigador titular “C” de la División de Geociencias Aplicadas en el Ipicyt y SNI 2. El doctor Luis Felipe Pineda-Martínez es profesor investigador de la Unidad Académica de Ciencias Sociales en la Universidad Autónoma de Zacatecas y SNI 1.

Los tornados son fenómenos meteorológicos extremos que poseen un extraordinario potencial de daño; debido a su rápido desarrollo y limitada capacidad de predicción, éstos se consideran peligros naturales potencialmente desastrosos. En México año tras año, estos eventos causan impactos sociales importantes, llegando a ser objeto de declaratorias de emergencia y desastre por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

Estudios recientes señalan que alrededor de 50 tornados se registran cada año tomando como periodo de referencia 2014-2018, con un 50 por ciento de efectividad de daño, lo que significa que logran afectar de alguna forma a las localidades donde se presentan. Estos fenómenos toman especial interés en países como México, donde la cultura de la protección ante ellos es, por decirlo de alguna forma, nula.

Pero no todos los tornados son iguales, y para su clasificación existen dos grandes grupos: tornados supercelda (los de mayor impacto), y los no-supercelda (de menor tamaño y duración). Los primeros se desprenden de un sistema de tormenta en rotación (de ahí su nombre), y abarcan todo el espectro de intensidades en la Escala Fujita Mejorada (escala que estima la velocidad del viento en un tornado), desde categoría EF0 hasta EF5. Los tornados no-supercelda son conocidos como “débiles”, y son comúnmente clasificados en categorías de EF0 hasta EF2; tienen como característica primaria que se desprenden de una tormenta local en formación, dando un rasgo distintivo al ser delgados y alargados. De ahí que muchas comunidades a lo largo del territorio nacional los conozcan como culebras de agua, colas de nube, serpientes o, incluso, dragones.

Puesto que los tornados son documentados por personas que casualmente los observan, es entonces evidente que su distribución espacial esté en función de la densidad de población y el acceso a las tecnologías de la información. Elementos tales como el incremento del acceso a internet y el amplio uso de redes sociales ha ocasionado que año tras año mayor cantidad de avistamientos de tornados y trombas marinas ocurra.

No obstante, existe otro elemento para considerar. Las investigaciones llevadas a cabo señalan que la mayor actividad tornádica se ha documentado a lo largo de una zona orográficamente compleja del centro de México, conocida como la Faja Volcánica Transmexicana (FVTM). En esta región, zonas de montañas, valles, volcanes, altiplanicies, y regiones costeras interactúan creando condiciones complejas de estudio. Los hallazgos demuestran que, independientemente de la antigua creencia de que los tornados ocurren “únicamente” sobre regiones planas, en México dicha condición dista de la realidad.

Si bien es cierto que, como se mencionó anteriormente, la mayoría de estos tornados se consideran “débiles”, su potencial de impacto es grande, principalmente, en las zonas rurales. En este sentido, México tiene muchas similitudes con países como Italia o Grecia, en el continente europeo, donde la formación de tornados ocurre en regiones de terreno complejo.

Si tenemos en consideración que existen zonas del país con características climáticas y de terreno similares a las de la FVTM, pero donde la densidad de población es mínima, se puede especular que existen tornados que no son documentados, lo que sugiere una clara subestimación en su número total.

En este sentido, se requiere un incremento de estudios relacionados con las condiciones ambientales que preceden a la formación de tormentas severas y tornados en el país. Lo anterior, puede brindar un acercamiento científico a la problemática, por medio de la identificación de patrones climáticos y meteorológicos, y no necesariamente relacionados con información documental.

Por otro lado, resulta importante la generación de información oficial sobre la ocurrencia de tornados en México. Instituciones como el Cenapred y el Servicio Metereológico Nacional (SMN) son las encargadas de liderar dichos esfuerzos en colaboración con institutos de investigación de todo el país. La identificación de los elementos necesarios para la formación de tan peculiares fenómenos naturales es un primer paso para la identificación de zonas potenciales de formación, y pueden ser utilizadas para la toma de alertamientos a corto plazo que disminuyan el potencial de daño por tornado en el país. No esperemos a otro fatídico tornado del 25 de mayo de 2015 en el municipio de Acuña, Coahuila, para comenzar a tomar cartas en el asunto (declaratoria de desastre).

Referencias

León Cruz, J. F. (2019). Climatología y meteorología de tornados en México (tesis doctoral). Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, A.C. San Luis Potosí, SLP. Recuperado de https://repositorio.ipicyt.edu.mx/handle/11627/5004.

Fuente: México es Ciencia