Sin ciencia no hay futuro

Miguel A. Méndez-Rojas

El sistema nacional de investigación de México está en peligro de extinción. Desde la creación del Conacyt en 1970, una serie de estrategias que buscaban el desarrollo y fortalecimiento de las capacidades científicas y de investigación en el país fueron desarrollándose, con aciertos y desaciertos, pero con un objetivo claro: articular a instituciones, programas educativos e investigadores con las necesidades sociales, en búsqueda de soluciones basadas en el conocimiento y en la generación de ciencia de frontera.

Un programa de becas de posgrado (nacionales y en el extranjero) que durante décadas apoyó la formación de recursos humanos de alto nivel (muchos de los cuales hoy forman parte del sistema nacional de investigadores, en instituciones tanto públicas como privadas del país, así como en empresas y dependencias del gobierno); fondos sectoriales de apoyo a proyectos de investigación que repartían recursos económicos para financiar proyectos de investigación en temas que iban desde la generación de conocimiento fundamental (ciencia básica) hasta en temas de aplicación e impacto inmediato que atendían problemáticas locales y nacionales.

Un Sistema Nacional de Investigadores (SNI) para estimular la investigación en instituciones públicas, privadas y en empresas, reconociendo por sus méritos y trabajo el esfuerzo de miles de investigadores en el país y motivando al sector privado a contratar y vincularse con los investigadores para incrementar su competitividad y resolver sus necesidades; asimismo, un programa que evaluaba la calidad y pertinencia de programas de posgrado, lo que permitió incorporar a jóvenes investigadores en posgrados nacionales, públicos y privados, en un proceso sinérgico y positivo.

En los últimos tres años han ocurrido una serie de cambios que impactan de manera significativa en este sistema nacional de investigación. Desde la reestructuración de los fondos de investigación, que ahora dan prioridad a ciertas áreas definidas de manera poca clara y con un claro matiz ideológico, lo que deja sin recursos a muchos proyectos de investigación básica o que están fuera de los Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces), hasta el recorte en becas de posgrado al extranjero o la discriminación a investigadores e instituciones del sector privado para acceder a fondos de investigación o a estímulos (SNI) para realizar sus actividades de investigación, todo en el contexto de un discurso repetitivo y sin sustento de que “el nuevo Conacyt de la 4T” rompe de esta forma con malas prácticas y abusos que venían haciéndose desde “el periodo neoliberal”.

Pero los datos duros muestran que las estrategias implementadas en los últimos años están poniendo en riesgo la sustentabilidad (de por si frágil) de este sistema nacional de investigación, dando pie además a una potencial salida de recursos humanos (sobre todo jóvenes o consolidados) fuera del país, ante la falta de oportunidades o de claridad hacia el futuro. Y como lo demuestran décadas de experiencia en inversión y estímulo a la ciencia, tecnología e innovación en todo el mundo, un país que no apuesta a esto, no sólo no podrá competir económicamente en el contexto global: estará condenado a una dependencia científica y tecnológica en el mediano y largo plazo. Comprometerá su futuro.

Fuente: milenio.com