Perlas: tesoros de los moluscos

Crisalejandra Rivera Pérez

La doctora es Investigador Titular A nivel I del Sistema Nacional de Investigadores y se encuentra adscrita al Programa de Ecología Pesquera del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor); sus líneas de investigación son bioquímica y biología molecular, biotecnología marina y fisiología.

Cuando pensamos en perlas, imaginamos collares, aretes, e incluso anillos con esas esferas iridiscentes clásicas; sin embargo, desconocemos su origen. Las perlas se producen de forma natural en los moluscos bivalvos; son el resultado de la entrada de un cuerpo extraño, ya sea un simple parásito, un pequeño fragmento de concha o un grano de arena en el interior del manto del molusco; este invertebrado, como método de protección natural, cubre ese cuerpo extraño con una sustancia llamada nácar (aragonita), con la ayuda de proteínas especializadas llamadas proteínas de la matriz. A diferencia de lo que se suele pensar, las perlas no se componen únicamente de nácar; también podemos encontrar perlas no nacaradas o de calcita.

Las principales ostras perleras que producen perlas nacaradas incluyen a Pinctada margaritifera, Pinctada máxima, Pinctada fucata, Pinctada martensii, Pteria penguin y, en nuestra localidad de Baja California Sur, Pinctada mazatlanica y Pteria sterna (Figura 1); estas especies son codiciadas por la belleza de sus perlas nacaradas que varían en brillo, tamaño, forma, color (blanco, dorado o plateado), e incluso por la textura de su superficie.

Las perlas más valiosas son aquellas que presentan una estructura esférica intacta, sin marcas, de gran tamaño y con brillo comparable. Aunque el color de estas esferas de nácar importa, es un indicador más subjetivo. Las perlas con tono rosado son especialmente valoradas en el mercado debido a su rareza. Bajo el microscopio, las perlas nacaradas presentan una estructura de placas apiladas.

El color de las perlas varía según la especie que las produce. Algunos indicios de las diferencias de esta cualidad se atribuyen a la presencia de diferentes pigmentos, como carotenoides, poliénicos, tetrapirroles, e incluso porfirinas; la presencia de alguna de estas sustancias permite la identificación del origen de la perla.

Este fenómeno natural de generación de perlas se aprovecha para su producción controlada mediante cultivo intensivo de ostras perleras; a estos moluscos se les inserta un soporte inerte que sirve de base para que formen nácar y proteínas al alrededor del objeto hasta crear lo que conocemos como perla.

Si bien esas esferas iridiscentes son muy apreciadas en el mercado, también existen las llamadas “Mabe”, que son medias perlas producidas por la adhesión de un núcleo a la superficie de la concha del molusco; pueden tener diferentes formas (semiesférica, gota, etc.) y se adhieren a la concha utilizando un pegamento a base de policianoacrilato.

A diferencia de las perlas formadas con nácar, las no nacaradas están compuestas de calcita, lo que les confiere una estructura más frágil que el nácar. Bajo el microscopio, estas perlas muestran estructuras de flama; tal tipo de perlas se ha observado en especies como Nodipecten subnodosus, Strombus gigas, Tridacna gigas, Pleuroploca gigantean y Melo melo (Figura 1).

Las perlas no nacaradas más comunes son las producidas por Strombus gigas (conocida como la concha reina), mientras que las más raras y espectaculares son las derivadas de Melo melo; su valor en el mercado radica en que, a diferencia de las perlas nacaradas, no se pueden cultivar, y la probabilidad de encontrar una perla no nacarada es de una en mil, según el Instituto de Gemología de América.

El valor en el mercado de las perlas ─tanto nacaradas como no nacaradas─ de alta calidad supera los 2 mil dólares americanos. Las perlas del sur, derivadas de Pinctada máxima, incluso pueden alcanzar valores superiores a los 135 mil dólares americanos.

Además de su valor económico, las perlas tienen un valor cultural, sobre todo, en Baja California Sur. Los antiguos pobladores de la península ─guaycuras y pericues─ utilizaban las perlas para adornar collares, penachos, diademas, cinturones y, especialmente, durante sus rituales sagrados; los primeros españoles que llegaron a Baja California explotaron masivamente estas esferas de nácar durante más de 150 años a partir del siglo XVII, lo que afectó drásticamente a las poblaciones de ostras perleras.

En resumen, las perlas tienen una importancia ecológica al desempeñar un papel relevante como sistema de defensa del organismo que las produce. Además, poseen un valor económico significativo en el mercado de las gemas y la joyería. Su simbolismo cultural ha convertido a estos tesoros de los moluscos en objetos de aprecio y belleza a lo largo de la historia.

Referencias

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Historia General de las Pesquerías de Perlas. https://cortezpearl.mx/es/pages/la-historia-de-las-perlas-y-de-las-perla-mexicanas

Fuente: elsoldemexico.com.mx