“Ninguna persona consume drogas con el propósito explícito de volverse adicto”: Óscar Prospero García

Óscar Prospero García, habló de la relación marihuana-cerebro. Aseguró que cualquier cosa puede ser un veneno si se alcanza la dosis adecuada

“Más allá de la posición personal, hay una serie de elementos científicos, técnicos y jurídicos que debemos explorar para comprender en dónde nos encontramos, en materia de marihuana”, afirmó el colegiado José Ramón Cossío, coordinador y moderador de la mesa Cannabis, implicaciones de su legalización, transmitida en vivo el 28 de mayo a través de las plataformas digitales de El Colegio Nacional.

La sesión formó parte del seminario permanente El derecho y la salud mental y en ésta participaron Óscar Prospero García, del Laboratorio de Cannabinoides de la Facultad de Medicina, UNAM; la psicóloga María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional; Raúl Martín del Campo, miembro de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes; y Christian López-Silva, Socio Coordinador de Salud y Ciencias de la Vida, en Baker Mackenzie.

José Ramón Cossío se refirió al vencimiento del plazo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó para que el Congreso de la Unión legislara el uso lúdico del cannabis, lo que significó el rechazo de la propuesta. “Es una mala noticia. Se tenían avances importantes, pero en lugar de avanzar, se generan huecos y lagunas legales.”

Al tomar la palabra, el doctor en neurociencias, Óscar Prospero García, habló de la relación marihuana-cerebro. Aseguró que cualquier cosa puede ser un veneno si se alcanza la dosis adecuada. “El uso de marihuana a cierta dosis no produce efectos adversos y tampoco le propicia la dependencia a los usuarios; sin embargo, ocurre en el cerebro un fenómeno que propicia lo que conductualmente se llama la tolerancia a los efectos hedónicos, un proceso que obliga a aumentar la dosis progresivamente.”

El titular del Laboratorio de Cannabinoides de la Facultad de Medicina, de la UNAM, explicó que las personas gustan de sustancias adictivas gracias al sistema de recompensa del cerebro, que se activa al comer un platillo favorito, al estar con la pareja deseada o al consumir drogas. “Ninguna persona consume drogas con el propósito explícito de volverse adicto. Todo mundo busca la sensación placentera que pueden producir en un momento dado.”

En palabras del terapeuta cognitivo conductual, una vez que se activa el sistema de recompensa, se liberan sustancias llamadas neurotransmisores que median la activación de una neurona hacia otra. Una determinada concentración de tetrahidrocannabinol (THC), principio activo de la marihuana, aumenta la activación del sistema. Lo que significa que a mayor dosis de THC, mayor placer. Los resultados y efectos en las personas dependen de la cantidad de THC consumida y del tiempo.

“Actualmente sabemos que hay plantas que producen hasta 30% de THC, y mientras más sube este compuesto más baja el compuesto cannabidiol, que hoy nos da esperanzas de que aisladamente se utilice para el control de algún tipo de epilepsia.” Prospero García puntualizó que estudios confirman que la marihuana reduce el sistema de recompensa en las personas que la utilizan en grandes cantidades, entre uno y medio a tres carrujos al día o más, y por un tiempo prolongado de tres a cuatro años.

Además, en los usuarios que empezaron a consumirla antes de los 20 años, se ha observado la disminución de ciertas estructuras relacionadas con la formación de recuerdos y de memoria. “También se reduce el precúneo, que participa en la generación de imaginación, y la corteza prefrontal, en la que reside la inteligencia. Un estudio de la Universidad de Wisconsin demostró que los usuarios de marihuana, por largos periodos de tiempo y en grandes cantidades, sufrieron una caída de coeficiente intelectual.”

De acuerdo con el especialista, se tienen dos poblaciones, las que usan la marihuana ocasionalmente y no desarrollan dependencia, y las que la consumen en gran cantidad. En su laboratorio trabaja con compuestos aislados de esta planta como el cannabidiol, que permite tener esperanzas sobre el control de crisis epilépticas, que puede ayudar en momentos de insomnio y aumentar el umbral al dolor.

Reducción de daños por cannabis

Por su parte, María Elena Medina-Mora, miembro de El Colegio Nacional, centró su ponencia en la reducción de daños por cannabis. “La perspectiva de reducción de daños nos permite dar información en la medida en que se va adquiriendo por parte de la investigación para una toma de decisiones informadas.”

La psicóloga mexicana explicó que entre los elementos discutidos para reducir las consecuencias negativas del uso de esta sustancia se encuentran: la edad de inicio, la potencia del cannabis, la presencia de “cannabis sintética”, la calidad de los productos, el patrón de consumo, la cantidad, la combinación con otras sustancias, la enfermedad mental y el daño a los otros.

Agregó que la carga de enfermedad asociada con el uso de cannabis está relacionada con dos factores, la dependencia, que puede ser menos incapacitante de la observada con otras sustancias; y la carga relacionada con esquizofrenia, que pueden desarrollarla alrededor del 2% de los usuarios. “Si nosotros la comparamos con otras sustancias como, por ejemplo, la cocaína, vemos que la carga de enfermedad asociada con cannabis es más elevada, porque los días sin salud se suman y porque hay más personas que la usan en relación con la cocaína.”

En palabras de la especialista, se incrementó el consumo de marihuana y se disminuyó la edad de inicio, que se da en mayor medida entre los adolescentes de 12 a 17 años, y las mujeres están iniciando en una edad más temprana. “La primera recomendación sería que no se iniciara el consumo antes de los 18 años, porque cuando comparamos a las personas que inician antes de esa edad tenemos una proporción significativamente mayor de chicos que desarrollan dependencia, entonces, esperar a una edad más tardía puede disminuir la dependencia.”

De acuerdo con datos de encuestas, los problemas se concentran en las personas que consumen diario y en grandes cantidades marihuana, lo que significa que las medidas de reducción de daños tendrían que ir orientadas al cómo se consume y a evitar la inhalación profunda. Además, se encuentra el factor asociado con las enfermedades mentales y con el riesgo suicida, “entonces la recomendación es que si hay esquizofrenia en la familia o depresión hay que pensar dos veces si se va a usar cannabis, porque hay un riesgo asociado con la genética, necesitamos entender más cómo se puede dar o identificar”, explicó la colegiada.

Experiencias internacionales en los nuevos esquemas de regulación de cannabis

Al tomar la palabra, el psicólogo Raúl Martín del Campo, director de Planeación del Instituto Nacional de Psiquiatría Dr. Ramón de la Fuente Muñiz, recordó que a nivel internacional existen tres convenciones de control de drogas, la de 1961, la de 1971 y la de 1988, el cannabis y sus derivados está incluida en la de 1961 y algunos de sus derivados en la de 1971. Y se ubica en la lista número I de sustancias, es decir donde se encuentran aquellas que pueden ser posiblemente adictivas, pueden generar problemas a la salud pública, pero también pueden tener fines médicos, lo que permite a los países hacer investigación y producción de fármacos con contenidos cannabinoides.

El miembro de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes explicó que lo que ocurre en los países relacionados con la cannabis tiene que ver con sus niveles de consumo y con cómo quieren regularla. “El país que tiene las prevalencias de consumo más altas es Israel, con cerca del 27% de la prevalencia en el último año, le sigue Estados Unidos, Jamaica, Chile, Canadá y Uruguay. En México la prevalencia de uso es del 2.1%, lo que lo ubicaría en el lugar 82.”

En palabras del especialista, entre los tipos de esquemas que se tienen respecto a la regulación de la cannabis se encuentra el de la despenalización o descriminalización de consumo, en el que las leyes de los países contemplan al consumidor de cualquier droga no como un delincuente, sino como una persona a la que habría que ofrecerle servicios de salud y tratamiento, más allá de perseguirla. “La mayor parte de los países tienen algún esquema conocido como despenalización imperfecta, es decir que permite a los usuarios portar una dosis para consumo personal.”

Agregó que el segundo esquema es el que se conoce como cooperativas, en México, en el que varios individuos se asocian sin fines de lucro para cultivar e intercambiar cannabis. Estos esquemas no promueven una industria ni ganancias económicas, pero tienen desventajas de una desviación de la sustancia para otros fines. “Después está el monopolio gubernamental, en el que el Estado les compra la producción a los campesinos de cannabis y se las da a los distribuidores, por ejemplo, en Uruguay el Estado decidió que los distribuidores fueran las farmacias, con lo que se espera que el gobierno tenga un control sobre los precios, la cantidad y disponibilidad de la sustancia.”

El cuarto esquema es la comercialización por particulares, como en el caso de Canadá y Estados Unidos que funcionan como una industria. “Hay variables que están ocurriendo, a partir de estos sistemas de regulación de cannabis, y hay quienes dicen que se tiene que tomar en cuenta que estas decisiones pueden ser irreversibles en caso de que la política no cumpla con las expectativas; se considera que regular cannabis como se hace con el alcohol y tabaco sería un error, porque hay fracaso; el paso cero o uno antes de permitir que se generen otros esquemas de legalización es la despenalización efectiva, se necesita ofrecer servicios de salud más que perseguir a quienes consumen estas sustancias.”

Regulación jurídica en México de cannabis

De acuerdo con Christian López Silva, Socio Coordinador de Salud y Ciencias de la Vida, en Baker Mackenzie, el uso de cannabis se clasifica en tres tipos: terapéutico o medicinal, recreativo o lúdico, y el industrial, que se refiere prácticamente a productos de consumo. “En México el límite de consumo es de 1% igual o menor a este número, y así definiríamos que el recreacional estaría arriba de ese 1%, el medicinal puede ser superior o inferior, y el industrial estará debajo de ese porcentaje.”

El especialista recordó que la Ley General de Salud ha tenido por mucho tiempo un modelo prohibicionista, un modelo de criminalización del uso, consumo y comercialización del cannabis. Lo que evolucionó con la promoción de los derechos humanos. “En relación al uso terapéutico, por ejemplo, se solicitaron 300 permisos en 2013 a COFEPRIS de importación para uso personal, que es una modalidad específica en el marco regulatorio para ciertos pacientes, lo que generó un consenso de no criminalizar como el único enfoque posible, se empezó a limitar el consumo y a delinear un consentimiento hacia el uso médico y hacia la investigación. Eso provocó que se le hiciera una modificación a la Ley de Salud en el 2017.”

López Silva agregó que la discusión continúa a la fecha. “La Suprema Corte de Justicia de la Nación hace esfuerzos por determinar y ordenar que estos juicios tanto en el Congreso de la Unión, como en COFEPRIS, permitan regular distintos aspectos del uso de cannabis, sobre todo, en materia recreacional y medicinal. En el camino lo que ha sucedido es que hay muchos intentos de diversas iniciativas de Ley, de reformas a la Ley General de Salud y de reglamento de dosis permitida.”

“Podemos detenernos y observar que México actualmente no está completamente regulado, hasta ahora sólo el uso medicinal, faltan muchas decisiones en cuanto al uso recreacional y el uso industrial, que están en una especie de limbo. Muchos actores esperan que esa ley, esa iniciativa de ley que está atorada en el Congreso resuelva estos temas.”

Fuente: El Colegio Nacional