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El mundo de los drones

El mundo de los drones

Ana Velázquez Olivera

Los drones han causado gran furor últimamente porque son aeronaves pequeñas que pueden controlarse fácilmente desde un teléfono inteligente y porque son capaces de portar cámaras u otros dispositivos y sensores eléctricos, razón por la que se les usa en un sinnúmero de proyectos científicos y comerciales. ¿Existirán límites técnicos o de otra índole que mermen su desempeño o sólo la imaginación es el límite?

Del uso bélico al doméstico

Muchas personas piensan que los drones son una tecnología reciente, pero han sido ampliamente utilizados desde hace más de 50 años, y su desarrollo se remonta a poco más de 100; eso sí, con una historia casi completamente circunscrita al área militar, hecho que provocó que su uso y funciones en las guerras se ocultaran para tener ventajas sobre el enemigo.

A grandes rasgos se puede decir que la historia de los drones empezó en la Primera Guerra Mundial y se usaban como simples objetos de entrenamiento ya que la tecnología de ese momento no permitía que fueran precisos. Después, como podían llevar cámaras se usaron para espionaje y hoy son armas letales utilizadas en ataques selectivos, lo que los ha convertido en una de las herramientas favoritas de los ejércitos de numerosos países, sobre todo de EUA (ver “Drones al ataque, ya no hay dónde esconderse”).

La NASA fue una de las primeras instituciones no militares que desarrolló y usó drones. Sus investigaciones en este campo se iniciaron en 1969 con el programa PA-30, que consistía en controlar un avión desde una estación en tierra, pero que llevaba un piloto por si algo fallaba. Más tarde implementó nuevos programas para mejorar los diseños y la maniobrabilidad de estas aeronaves. En 1990 dirigió un programa junto a otras industrias para desarrollar tecnologías que ayudaran a abrir el mercado de los drones y que dio buenos resultados, y continuó buscando resolver los principales impedimentos tecnológicos y políticos que restringían su desarrollo.

Entre 1994 y 2003 la NASA mejoró el desempeño de los drones en la investigación medioambiental, dotándolos de diversos sensores para la toma de datos meteorológicos, y creando diseños capaces de volar a alturas mayores a 30 km, con capacidad de volar hasta seis meses usando celdas solares.

El abaratamiento en los costos de los equipos electrónicos debido a la encarnizada competencia por el desarrollo e innovación de los teléfonos inteligentes, junto con la eliminación de costos excesivos en sensores, softwares, baterías, fuselajes, tamaño, etc., dio paso a la apertura del mercado de los drones, y ahora es posible conseguir aparatos pequeños, silenciosos, ágiles y complejos, con todo tipo de cámaras. En 2015, la GfK, una conocida firma dedicada a la investigación de mercados, estimó que se vendieron 700 mil drones en los Estados Unidos, además de que los mercados europeo y asiático ascendieron rápidamente. Para 2016 hubo un nuevo record mundial de ventas no sólo de drones para uso civil sino para uso militar, y 2017 promete seguir esta tendencia.

El líder mundial indiscutible en ventas y desarrollo de esta tecnología es Estados Unidos, se estima que ha movido casi el 65% de las ventas de este producto, seguido de lejos por China (5%), Australia (4%), Canadá (4%), UK (4%) y Francia (3%).

Drones para todo y para todos

Los drones de uso civil son cada vez más comunes y pueden implementarse con sensores y equipo extra para un uso específico. Por ejemplo los hay enfocados en el mapeo e imágenes terrestres, en la agricultura, inspección y monitoreo, entrega y transporte de toda clase de productos, y entretenimiento. Hay compañías que se dedican específicamente a la creación de hardware y al diseño de drones con radares para crear mayor autonomía, incluso los hay que pueden navegar sin que alguien los controle de manera remota. Además hay quienes se dedican a la gestión del espacio aéreo de los drones, a asegurarlos y a conectar a clientes con operadores de drones según sus necesidades y cercanía.

Sin lugar a duda una de las ramas de la ciencia que más se ha beneficiado de los drones es la cartografía, ya que con las cámaras precisas y diferentes tipos de sensores son capaces de hacer mapeos muy detallados en poco tiempo y a bajo costo, pudiendo incluso generar modelos en 3D. Para esto los drones usan los principios de la fotografía aérea, según el tamaño del área a cubrir y el detalle con que se necesite representarla. Después se calcula el número de fotos para crear un mosaico y la forma que debe tener el vuelo para cubrir esa área. Las fotos se toman cada cierto tiempo de manera que haya una sobreposición mínima del 60% entre foto y foto y así poder eliminar con un software todas las distorsiones debidas al ángulo con que se toman las fotos, al movimiento de la aeronave ocasionado por el viento y a la curvatura del planeta, y obtener así un mapa con distancias reales.

Además con sensores láser dentro de los drones se pueden crear modelos 3D mediante nubes de puntos. Los sensores LIDAR (acrónimo en inglés de Detección de Luz y Rango) emiten pulsos láser cada cierto tiempo y miden el intervalo que tardan en chocar con un objeto, que es igual a multiplicar el tiempo de vuelo por la velocidad de la luz, así se calcula la posición de un punto a partir de sus coordenadas X y Y, y la altura Z. Cuando se generan miles de datos se crean nubes de puntos y mientras más densas sean pueden dar lugar a modelos 3D cada vez más exactos.

Los mapas, mosaicos fotográficos y modelos 3D son información cartográfica básica para estudios agrícolas, de ordenamiento territorial, forestales, de suelos, mineros, geológicos, catastrales, de comunicaciones, etcétera.

Hay que tomar en cuenta que antes de la llegada de los drones para cuestiones de mapeo sólo se tenía acceso a las fotografías aéreas efectuadas por aviones y equipos fotográficos especializados y era muy difícil actualizarlas por sus altos costos. Por otro lado, las imágenes satelitales de alta resolución suelen ser caras y muchas veces ni siquiera están a la venta al público, sino sólo a instituciones gubernamentales y comparadas con un mosaico fotográfico de un dron, suelen verse no como imagen sino como simples pixeles (ver “Landsat: breve historia en millones de imágenes I”, en http://cienciorama.unam.mx/ ).

Pero no sólo la cartografía se ha beneficiado, la cantidad de usos que se les da a los drones se amplía cada vez más y éstos ya se usan en la minería para exploración y para cálculo de extracción, o en el control de obras y evolución de impactos. Otras aplicaciones son por ejemplo cuando se revisa un puente o los cables de alta tensión, en acciones de salvamento y rescate, y en caso de inundaciones, incendios forestales, huracanes, tornados, etc., en evaluación de daños, en derrames petroleros, en el periodismo, la publicidad, el cine y para tomar datos meteorológicos. Muchos aficionados incluso organizan peleas con drones; algunos departamentos de policía los usan para revisar accidentes en carreteras y para vigilancia de fronteras. Se han hecho prototipos de drones para enviar ayuda médica inmediata, para ver el estado de los cultivos y fumigarlos; y claro para el reparto de mercancía.

De hecho una de las primeras cosas que se entregó con éxito fue cerveza, ésta se envió en enero de 2014 a pescadores que se encontraban en cabañas ubicadas en un lago congelado en Minnesota, un suceso muy sonado que se transmitió por You Tube, pero ahí se acabó el negocio porque cuando la Administración Federal de Aviación (FAA) de EUA vio el video se puso en contacto con esta compañía y le dijo que detuviera todos los envíos, el sueño terminó muy rápido.

La legislación en torno a los drones

Estados Unidos fue el primer país en legislar sobre el uso de los drones, en gran medida porque la rápida innovación de esta tecnología podía ser muy peligrosa para su seguridad nacional, ya que es muy fácil adquirirla y está comprobado que es excelente para el espionaje. Por otro lado, mucha gente empezó a emitir quejas por violaciones a la privacidad y éstas no podían ser procesadas por los vacíos legales.

Así fue como a finales de 2015, la FAA prohibió el uso de drones para fines comerciales sin contar con un permiso emitido por la misma, además de una licencia de pilotaje de drones, lo cual ocasionó muchos problemas, entre ellos la demora del trámite y su aprobación ya que se hacía caso por caso. Sólo los aficionados podían volar aviones no tripulados sin problemas pero con limitaciones: con vehículos pequeños de menos de 25 kilos, a menos de 120 metros de altura, teniendo prohibido cruzar zonas pobladas o cercanas a aeropuertos, etc.

La Unión Europea y muchos países asiáticos, especialmente China, también han legislado sobre este rubro, y sus legislaciones son muy parecidas a las de EUA aunque un poco más relajadas porque su capacidad de aplicación es menor. De hecho varias compañías sitúan sus centros de experimentación sobre todo en Europa. Como dato curioso distintos analistas han apuntado que empresas como Amazon utilizan la campaña de futuras entregas de mercancías con drones principalmente como una estrategia de marketing que mantiene a los usuarios muy emocionados.

Y México no es la excepción, también emitió su propia legislación en abril de 2015, a través de una circular elaborada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que establece las diferentes restricciones para volar drones. En ella los drones se agrupan en tres categorías: menores de 2 kg (micro), entre 2 y 25 kg (ligero) y las que exceden esta cifra (pesado). Sólo los primeros pueden ser operados sin necesidad de permiso de la DGAC (Dirección General de Aeronáutica Civil), pero si son usados con fines comerciales deben contratar un seguro de daños a terceros.

Por suerte estas restricciones no han limitado el desarrollo científico con drones en el país y en febrero de 2016 la UNAM a través del Instituto de Geografía, organizó el primer Simposio de Aplicaciones Científicas y Técnicas de los Vehículos No Tripulados, donde se reunieron varias instituciones gubernamentales e instituciones educativas y de investigación y se habló desde de la legislación mexicana sobre el uso y manejo de los drones, hasta sus nuevos usos en la ciencia y la implementación de materias enfocadas a esta tecnología para que nuevas generaciones empiecen su armado y desarrollo.

Proyectos fracasados

No todo es color de rosa en el mundo de los drones, ya existen proyectos científicos y comerciales que han fracasado quitándoles el halo de magnificencia y superioridad, y poniéndolos en su justo lugar: una herramienta con muchas aplicaciones que sin embargo tiene sus límites como cualquier otra. Uno de los mayores fracasos fue en la Central Nuclear de Fukushima, donde ocurrieron tres colapsos nucleares con sus respectivas explosiones químicas que crearon un agujero en el techo del edificio y la liberación de material radiactivo, cosa que se agravó posteriormente porque el combustible almacenado en las piscinas de enfriamiento se sobrecalentó y liberó aún más material radioactivo. Este hecho se debió al terremoto de 9.1 grados Richter ocurrido el viernes 11 de marzo de 2011, que desencadenó un enorme tsunami que afectó a muchas regiones costeras de Japón, incluyendo a la central, y que cobró poco más de 18,000 vidas humanas.

Se han tratado de enviar drones para analizar de cerca cómo sigue el reactor, sin embargo pese a que Toshiba se encargó de crear drones capaces de soportar hasta 73 Sieverts de radiación y operar por hasta cinco días, se llevaron un chasco porque los drones “mueren” después de menos de un día de exposición en la zona, y si tratan de acercarse al reactor “sobreviven” menos de tres horas. Esto no es raro pues recientemente se han detectado niveles de radiación de 530 Sieverts capaces de afectar cualquier circuito electrónico hasta dejarlo inservible. Para poner esto en perspectiva, si una persona es expuesta a 10 Sieverts de radiación, moriría en apenas una semana.

Otro de los fracasos ocurrió en el Parque Kruger, la reserva más grande de rinocerontes del mundo ubicada en Sudáfrica. Este parque implementó un programa de combate con drones a cazadores furtivos, pues las cifras de rinocerontes asesinados son alarmantes. Se estima que en los últimos cuatro años murieron por esta causa casi 4,500, y sólo para obtener sus cuernos valuados en el mercado negro hasta en 60,000 dólares el kilo. Los cazadores furtivos arrancan de cuajo los cuernos y dejan desangrarse a los animales hasta que mueren o hasta que una patrulla los encuentra y les practica la eutanasia; no hay manera de salvarles la vida. El programa con drones fue inútil, ya que no se detectó a ningún cazador furtivo ni se detuvo a nadie. Esto se debió básicamente a la gran cantidad de animales que se mueven por el parque y a que las cámaras térmicas fueron incapaces de diferenciar entre el calor irradiado por un ser vivo y por una roca. Esto parece absurdo pero las altas temperaturas en el parque Kruger provocan que las rocas desprendan mucho calor que se confunde con el calor corporal de los animales.

Por su parte Alphabet, una filial de Google, ha dado por terminado su ambicioso programa de drones solares, que eran capaces de volar más de una semana mientras tomaban fotos de la superficie terrestre y proveían acceso a Internet en lugares remotos. Google insiste en que no van a dejar de impulsar el acceso gratuito a Internet en zonas que no gozan de conexión, pero lo harán a través del Proyecto Loon, que utiliza globos aerostáticos y que ha resultado ser mucho más viable técnica y económicamente.

Un futuro apocalíptico Dada la facilidad con que los drones pueden utilizarse para violar la privacidad de terceros, muchas personas se han fijado la meta de deshacerse de ellos. Esta actitud llevada al extremo surgió en la ciudad de DeerTrail, Colorado, donde se convocó a una votación para saber si su ciudadanía aprueba o no la expedición de licencias para “abatir” drones. Sin embargo estas licencias para cazar drones son un poco exageradas pues las personas que las promocionaron presagiaban un mundo apocalíptico donde se verían enjambres de drones por todas partes. Tal parece que estos ciudadanos no saben que los drones con mayor capacidad de espionaje y que se dedican a los ataques selectivos, muchas veces ni siquiera se presentan a alturas que pueda alcanzar un simple rifle.

Pero ellos no son los únicos que quieren combatir a los drones, tanto la policía de Francia como la de Holanda ya cuentan con águilas entrenadas específicamente para la caza de drones, lo cual increíblemente ha dado muy buenos resultados.

Quizá el mayor reto para continuar con el desarrollo de drones civiles son las regulaciones a las que se enfrentan, ya que éstas han frenado una buena cantidad de proyectos, sobre todo independientes. Uno de los sectores más lastimados es el periodismo principalmente de EUA y los pequeños comercios, ya que la mayoría tardan demasiado en conseguir permisos y tienen muchas restricciones. Una de las restricciones más importantes es el tamaño permitido del dron, pues su ligereza los vuelve más vulnerables a los fenómenos atmosféricos. Esto ha obstaculizado el desarrollo legal de drones más grandes y estables, que permitan mayor precisión. Tal parece que el fin de estas políticas es que los ejércitos puedan monopolizar esta tecnología, pero el número de compañías que desarrolla drones crece cada año, así que será interesante ver quién gana.

Los problemas que sufren los componentes electrónicos y los seres vivos al ser expuestos a la radiación aún no se han resuelto con la ciencia y en Fukushima no sólo fallaron los drones sino todos los dispositivos electrónicos que se han enviado a la central nuclear (ver “Más rápido que la luz…” en http://cienciorama.unam.mx/ ), y si un componente electrónico no puede soportar estar cerca del lugar del desastre y un ser humano está destinado a morir si se acerca, ¿cómo se va a limpiar y arreglar esa catástrofe?.

Referencias

Fuente: Cienciorama

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