Microorganismos, camarones, obesidad y un premio

M. en C. Joaquín Ramírez Ramírez

Es investigador y líder académico del Departamento de Microbiología Molecular del IBt y actualmente coordina las actividades de los estudiantes de nivel licenciatura en el IBt.

Los microorganismos están en todas partes. Son tan pequeños que no podemos verlos a simple vista. Esto hace que pasemos por alto su existencia y ubicuidad. Con la ayuda de microscopios y técnicas bioquímicas, se ha podido estudiar su forma y fisiología. En la actualidad, con herramientas de ingeniería genética y secuenciación masiva del ADN, se pueden identificar miles de bacterias en diferentes muestras ambientales, desde el mar, el suelo, el aire de una ciudad o incluso nuestros intestinos. Con esto se ha comenzado a entender qué papel tienen los microorganismos con el medio que interactúan. Cada vez más la comunidad científica se convence de que el microbioma—la suma de todos los microbios que habitan en un organismo— juega un papel fundamental en la salud de cada individuo. Esto es aplicable también a los organismos que consumimos como alimento.

El microbioma y su relación con la salud de los camarones

En el Instituto de Biotecnología, el Doctor Adrian Ochoa ha estudiado los microorganismos que habitan el intestino de los camarones. Ha descubierto que los camarones silvestres, específicamente los que viven en el océano Pacífico, tienen una diversidad bacteriana distinta a los camarones de granja. Los camarones silvestres tienen microorganismos especializados en la degradación de plásticos, algo que revela el alto grado de contaminación de nuestros océanos. Por otra parte, ha podido estudiar dos grupos distintos de camarones de granja: sanos y enfermos. En años recientes, hubo una epidemia de camarones infectados por bacterias, en especial el Vibrio parahemolyticus, que ocasionaron pérdidas económicas por más de 5,000 millones de dólares a nivel mundial. Los camarones sanos tenían microorganismos distintos a los enfermos y estas bacterias podrían funcionar como probióticos en el humano; esto es, son bacterias que se encuentran naturalmente en nuestro intestino y que nos ayudan a mantenernos sanos. Si estas mismas bacterias están en los camarones sanos, surge la pregunta de si los camarones enfermos tienen su microbiota alterada por la infección del V. parahemolyticus o, por el contrario, fueron susceptibles porque no tenían una microbiota adecuada.

Esta investigación abrió la puerta para el desarrollo de alimentos específicos para el camarón que favorecieran una microbiota sana. Actualmente el Doctor Ochoa se encuentra trabajando en colaboración con la iniciativa privada para probar la efectividad de estos alimentos prebióticos. Con esto, se espera patentar este conocimiento y posteriormente licenciarlo o generar una empresa propia para que el conocimiento científico se traduzca en un beneficio social y económico.

Obesidad y microbioma

Otra de las líneas de investigación del Doctor Ochoa se centra en la relación que existe entre nuestra microbiota y la obesidad infantil. En México, existe un grave problema de obesidad en la población. Aunque la obesidad tiene su origen en una serie de factores, se sabe que una mala alimentación provoca cambios en la composición de nuestras bacterias intestinales y esto finalmente conduce a la obesidad y todas las complicaciones asociadas a ella, como la hipertensión. Uno de los enfoques del Doctor Ochoa en este tema tiene que ver con los fagos, que son virus que infectan bacterias. En su laboratorio se está estudiando la posibilidad de utilizar fagos como probióticos, ya que es posible que estos regulen la composición de las bacterias de nuestro intestino. Así, de manera selectiva, se podría favorecer que bacterias benéficas predominen sobre las que participan en procesos relacionados con la obesidad.

Sueños cumplidos y objetivos para el futuro

Cuando el Doctor Ochoa era un estudiante de preparatoria, quería ser médico. Ganar un con curso sobre virus lo llevó a tener en sus manos una serie de libros de divulgación científica, del Fondo de Cultura Económica. Entre los libros se encontró uno escrito por el Doctor Xavier Soberón sobre ingeniería genética. “El tema me gustó tanto que decidí estudiar genética, en lugar de medicina”, dice el doctor Ochoa. “Quiero ir a estudiar con él (el doctor Soberón)”. Así, su sueño se cumplió cuando, estudiando la licenciatura de Biología Experimental en la Universidad Autónoma de Sinaloa, consiguió hacer su tesis en el laboratorio del Doctor Soberón bajo la tutoría de la doctora Gloria Saab en el Instituto de Biotecnología de la UNAM. Tras una maestría en el mismo grupo, realizó su doctorado ahora sí directamente con el doctor Soberón.

Culminado su doctorado, se dispuso a realizar una estancia posdoctoral y fue cuando tuvo que tomar una arriesgada decisión. Podía continuar su carrera en el área de ingeniería de proteínas y especializarse aún más o dar un golpe de timón y conjuntar sus deseos médicos con la investigación científica. Dio la casualidad que el doctor Soberón era en ese entonces director del recién creado Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN). Se abría un área de oportunidad ante él. Decidió tomar el riesgo y el premio que recibió recientemente es un símbolo de que valió la pena, aunque no fue fácil.

“Cuando recién llegué al IBt no teníamos nada”, comenta en relación a cuando fue contratado como investigador para formar su propio grupo. “Había solo mesas vacías”. Con el apoyo de un donativo para investigación por parte del IBt pudo echar a andar su laboratorio. Afortunadamente, cada año ha sido más productivo para el grupo. Ha conseguido nuevos apoyos económicos y actualmente cuenta con cuatro estudiantes de licenciatura, siete de maestría, dos de doctorado, un técnico académico y dos estudiantes de estancia. Colabora con instituciones nacionales, como el INMEGEN, INAPESCA, CIAD, empresas privadas, y con universidades extranjeras en EUA, Tailandia y Alemania. Recientemente fue ascendido al nivel II en el Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt.

Dentro de 10 años se visualiza como un laboratorio consolidado; es decir, con líneas de investigación de trascendencia internacional, con una mayor productividad y con un financiamiento sostenido para sus proyectos. Espera que el premio obtenido sea un facilitador para conseguir nuevos apoyos y colaboraciones.

Fuente: Revista Biotecnología en Movimiento