México y sus investigadores

Gustavo de Hoyos Walther

Hoy sólo un puñado de oscurantistas en el planeta piensan que hay un mejor futuro sin contar con los avances de la ciencia y el desarrollo tecnológico

El filósofo británico, Francis Bacon, vaticinó que el futuro de la humanidad estaba ligado al desarrollo tecnológico y científico. Y así fue. Para bien y para mal, pues si es cierto, por ejemplo, que los seres humanos han aumentado su calidad y cantidad de vida debido a los vertiginosos avances de la medicina, también es cierto que hemos inventado las armas atómicas, que aún hoy constituyen una gran amenaza a nuestra sobrevivencia como especie.

Pero la solución al problema de la proliferación nuclear sólo puede ser encontrada a través de la misma lógica que le dió origen: las armas de la razón, la discusión argumentada y la aplicación de la ciencia y la tecnología. No hay soluciones mágicas al predicamento humano.

Hoy sólo un puñado de oscurantistas en el planeta piensan que hay un mejor futuro sin contar con los avances de la ciencia y el desarrollo tecnológico.

Por todo esto, es ciertamente sorprendente que un gobierno supuestamente de izquierda haya sido el que ha reducido el gasto en educación, amagado a los centros educativos y universidades que no le gustan, puesto en peligro la libertad de científicos, propuesto la creación de centros de adoctrinamiento ideológico, reducido apoyos y becas para estudiar en el extranjero y, en general, lanzado invectivas contra lo que representa la ciencia y la tecnología. Curioso que el presidente más reaccionario y oscurantista del México moderno haya sido encumbrado en 2018 por una buena parte de los grupos más educados de la sociedad mexicana. Afortunadamente, muchos de ellos se han dado cuenta que no eligieron a un hombre ilustrado, sino a un personaje retrógrado.

Venturosamente, también, muchos de los científicos, educadores, académicos y tecnólogos que han sido atacados por este régimen ya están tomando iniciativas importantes.

Un ejemplo ilustre es el de una científica perteneciente a una institución de educación privada que promovió un amparo en contra de la Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación publicada en mayo pasado, que impedía que los investigadores de universidades privadas pudieran recibir apoyos del Sistema Nacional de Investigadores.

Las buenas noticias es que recientemente un juez de Distrito consideró que los artículos de la ley reclamados no superan un escrutinio para justificar el trato diferenciado entre instituciones públicas y privadas. Sin duda, la argumentación del juez es impecable, toda vez que es irracional alegar que el lugar físico o institucional donde se realizan las labores sustantivas de un investigador o académico sea una razón para quitarle los apoyos a investigadores. Para decirlo con claridad: un investigador que trabaja para una institución privada tiene los mismos derechos constitucionales que uno que labora en una institución pública. Pensar de otra manera es aceptar la discriminación entre seres humanos, lo cual es inaceptable jurídica y moralmente.

Esperemos que pronto el SNI corrija esta situación y comience a apoyar a los investigadores de ese Sistema que laboran en instituciones privadas. De ser así, los mexicanos y mexicanas serían los grandes beneficiados.

Fuente: elfinanciero.com.mx