Magdala, proyecto arqueológico en Israel con métodos mexicanos

Dentro del proyecto se logró descubrir cuatro baños de purificación ritual, los únicos que reciben el agua de manera subterránea

Como parte de una tradición que se remonta a las primeras décadas del siglo XX, cuando Manuel Gamio se convirtió en el primer arqueólogo que excavó en el extranjero, desde hace una década se desarrolla Magdala: un proyecto arqueológico en Israel, a cargo de Marcela Zapata, quien dictó en vivo el 21 de enero la primera conferencia de 2021 del ciclo La arqueología hoy, que coordina y en la que participa Leonardo López Luján, miembro de El Colegio Nacional.

Se trata de un asentamiento situado a orillas del Mar de Galilea, en el norte de Jerusalén, cerca del Siria y el Líbano, a dos horas en coche de Tel-Aviv y de Jerusalén, siendo el objetivo primordial del proyecto el “entender la vida cotidiana de lo que es el asentamiento de Magdala y demostrar lo que está escrito en las fuentes desde la parte arqueológica”.

De acuerdo con la profesora-investigadora de la Universidad Anáhuac, los trabajos en la zona se dieron, desde sus inicios, como un proyecto de salvamento arqueológico por parte de la Autoridad de Antigüedades de Israel, porque se buscaba la construcción de un hotel, que ya está terminado, pero toda la zona alrededor del Mar de Galilea se tiene ubicada como arqueológica, por lo que “había que hacer los pozos de sondeos y empiezan los grandes descubrimientos”.

La historia

Desde 2010, un grupo de investigadores coordinado por Marcela Zapata desarrollan el Proyecto Arqueológico Magdala, donde se trabaja desde los años 70 del siglo pasado, lo mismo por la Autoridad de Antigüedades de Israel, como con un equipo de investigadores franciscanos.

“Sí me gustaría resaltar que un proyecto que trabaja en el mismo asentamiento, pero con tres metodologías distintas, vuelve muy complicado llegar a acuerdos. Hay momentos en los cuales no concordamos y la idea es desarrollar la parte científica de la arqueología para tener mayores resultados.

A diferencia de lo que sucede con muchas zonas arqueológicas en nuestro país, en Magdala abundan fuentes históricas a las que se puede seguir, a decir de Marcela Zapata, sobre todo del historiador judeorromano del siglo I, Flavio Josefo, gracias a quien se sabe que su auge se dio entre el siglo primero antes y después de nuestra era.

“Llegó a albergar hasta a 40 mil habitantes y contó con 250 barcas, por lo que se piensa que había una fuerte especialización en su elaboración, pero también habla de un hipódromo y una cárcel, y que hacia el año 67 “se dio lo que se conoce como la prime revuelta: una lucha entre judíos o galileos y los romanos, cuando éstos intentaron acabar con el templo de Jerusalén”.

A partir de estas fuentes históricas, en donde se incluye el nombre de Plinio como una fuente secundaria, se sabe que la guerra fue muy sangrienta, que hubo un caos por la revuelta; incluso, “Flavio Josefo dice que el Mar de Galilea se tiñó de rojo por la cantidad de sangre de las personas que murieron en la revuelta”.

“Uno de nuestros objetivos como proyecto es confrontar las fuentes con la evidencia arqueológica y ver si, efectivamente, todo esto que describió Flavio Josefo tiene una veracidad en el dato arqueológico”.

Para ello, los integrantes del equipo llegaron con una metodología que sorprendió a los anfitriones, como fue durante la colocación de las retículas, “porque nuestro método va encaminado a un registro tridimensional, muy preciso de las excavaciones, con la identificación de áreas de actividad y después hacer las asociaciones de los datos arqueológicos”.

“Ahí sí entramos en un diálogo para poder entender el uso y necesidad de la retícula en la metodología que nosotros llevamos contra lo que ellos acostumbraban: ellos sí la utilizan, pero sólo cuando son trabajos de la prehistoria. Si se trata del periodo clásico todo lo sacan con tractor, hasta llegar al contacto con los muros y ahí ya llevan una dinámica distinta”.

La metodología con la que llegaron a Israel también usa la introspección geofísica como un primer paso de acercamiento al conocimiento del sitio, lo que les llamaba la atención, porque hasta 2010 no se había trabajado de esa manera en Israel; además, cuando empezaron a trabajar, recuerda la arqueóloga mexicana, pensaban que iban a trabajar con arqueólogos o con pasantes de arqueología, pero la decisión fue involucrar a voluntarios de cualquier parte del mundo y de cualquier otra disciplina, “a quienes le enseñamos y hoy puedo decir que sin los voluntarios, Magdala no sería lo que es”.

“Así, hemos descubierto el contexto ritual, con cuatro baños de purificación ritual. Una característica dentro de la tradición judía es que dentro de su observancia de la ley tienen que ser sometidos a un proceso de purificación espiritual y para eso utilizan el agua.

“En todo Israel, casi todos los asentamientos o las ciudades tienen baños de purificación ritual; los expertos decían que en la zona del Mar Galilea nunca se iba a descubrir un baño, porque el Mar de Galilea en sí ya es puro, pero en 2011 empezamos a descubrir los escalones de un baño, aunque la gente me decía que no podía ser así”.

Entre la historia y la arqueología

Dentro del proyecto se logró descubrir cuatro baños de purificación ritual, los únicos que reciben el agua de manera subterránea, lo que ya fue reconocido por los especialistas, pero también se descubrieron objetos de cerámica, ollas de preparación de alimentos, piedras de molienda y hornos para la elaboración de pan, dados o residuos de vidrio.

“Hemos excavado sólo un horno, pero tenemos tres que no hemos querido abrir hasta que no tengamos las suficientes condiciones para mantenerlos y conservarlos de manera correcta.

“Uno de los análisis que se hace ahora es poder entender si la cerámica que hemos encontrado es romana que hubiese utilizado la población judía, o es cerámica que la imita, con la materia primera que está permitida por la ley”.

De los objetos de vidrio analizados se tiene la propuesta de que en Madgala, además de la producción de objetos de miniatura en vidrio, había la realización de ungüentos medicinales, colorantes para decorar paredes y cosméticos, porque dentro de los análisis se han encontrado trazas de aceite, sal y pigmentos que en la antigüedad se usaban para la elaboración de ungüentos medicinales, aunque forma parte de otra línea de investigación, resaltó Marcela Zapata.

“Hoy día sí podemos decir que tenemos una ocupación que va del helenístico tardío, el romano temprano, siendo un momento clave el de la revuelta y aunque no tenemos evidencia de la famosa revuelta, si algo podemos asociar con la revuelta es que entre el 67 y el 70 se notan algunos cambios, accesos que se bloquean, espacios que dejan de ser utilizados.

En las áreas de actividad que excavaron se cuenta con evidencia de una continuidad en la ocupación de Magdala y un abandono paulatino, que se da en el romano tardío, entre el 250 y el 400, si bien los franciscanos sí tienen evidencia de un periodo bizantino, “nosotros no tenemos ningún dato para saber si su ocupación llega hasta el siglo IV”.

Fuente: El Colegio Nacional