Jesús Antonio del Río Portilla
Cuando viajaba de la colonia Bondojito a la UNAM, en CU, usaba el transporte público. Tomaba un camión a las 5:00 horas para llegar a la desaparecida glorieta de Potrero y abordar el trolebús a CU. Era un viaje de unas dos horas. Mis clases empezaban a las 7:00 AM. En aquel entonces, tanto de ida como de regreso, leía durante el trayecto y era mi tiempo de estudio. En esas circunstancias devoraba los libros mientras atravesaba la ciudad. A la hora de hacer en el transporte las tareas, por supuesto, tuve que aprender a abstraerme del ruido y de las personas que estaban a mi alrededor, aunque también era interesante observar a quienes me acompañaban en el viaje. Ver la transformación de la ciudad al paso de la construcción de los ejes viales fue una experiencia inolvidable que no se la deseo a nadie. Ese trayecto era un valioso tiempo que debía ser aprovechado para poder continuar con mis estudios de física en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
Para mí no cabe duda que la lectura es una de las formas de aprender, de viajar y sobre todo de disfrutar, actividad que, como ustedes que leen, aprecio. Aunque tengo que decir que el peso de los libros para la lectura incrementaba la carga de la mochila o del morral donde llevábamos los cuadernos y plumas.
En aquellas épocas los radios de baterías eran apreciados para escuchar música u oír las noticias, pero las baterías duraban poco y su tamaño y peso tampoco era el de ahora para andar con ellos en el transporte público. Quienes tenían la fortuna de tener un auto, tenían que sufrir el tránsito lento de la ciudad y no todos tenían radio. Se pueden imaginar que en aquella época tener un radio en el automóvil tampoco era un equipamiento estándar, más bien era un lujo, los autos con radio era aún más caros. Con el tiempo, el radio fue transformándose en un elemento estándar en los automóviles. Adicionalmente, tenemos que reconocer que la radio es un elemento importante en muchos lugares del país, donde las noticias o los recados se mandan por este medio. En muchos lugares la radio es preferida sobre la TV.
En el momento que empecé a trabajar pude adquirir un auto y los diferentes programas de radio fueron mi compañía en los viajes de Texcoco a CU y viceversa. Es tanta mi afición a la radio que por muchos años la he preferido, como muchas otras personas, a la TV.
Hoy he regresado al uso del transporte público para mi movilidad en largos trayectos en la ciudad y he encontrado en la tecnología nuevas opciones, los “pódcast”.
De acuerdo con Wikipedia, un pódcast es una serie episódica de archivos de audio que un usuario puede descargar a un dispositivo personal o, bien, escuchar en línea. La Real Academia de la Lengua Española reconoce la palabra como un anglicismo que no tiene equivalente en español. Proviene de la contracción de dos palabras en inglés: Ipod y Broadcast, la primera es un dispositivo para almacenar archivos que codifican audios o música, la segunda se refiere a hacer ampliamente conocido algo, generalmente mediante la radio o televisión. En general, podemos decir que los pódcast son archivos de audio que se dan a conocer ampliamente por medio de la Internet.
Con las nuevas tecnologías, en particular los celulares inteligentes y los audífonos, inalámbricos o no, la posibilidad de almacenar audios para posteriormente escucharlos es una de las actividades que ahora disfruto más en mi tránsito por los túneles en la ciudad. La opción de escuchar y enterarse de novedades, disfrutar audiolibros o de analizar discusiones es una que puede sustituir en alguna medida a las lecturas de antaño en el transporte público, pero sin la necesidad de cargar pesados libros o muchas revistas.
Para mí, los pódcast de revistas científicas o de divulgación del conocimiento (ciencias naturales o sociales o económicas) son mis favoritos. Aunque reconozco que los audiolibros tienen un particular encanto. Las nuevas generaciones han construido habilidades para con facilidad comunicar, mediante audios excelentemente editados, conceptos, ideas, análisis y cuestionamientos que nos ayudan a entender y a prestar más atención a la problemática de nuestro entorno natural, económico o social de una manera entretenida.
Existe una gran diversidad de manejadores (Apps) de pódcast que nos permiten navegar en la Internet para encontrar estas series episódicas en formato de audio. Yo uso Podcasts de Google, pero conozco a mucha gente que usa Spotify o ApplePodcast, por mencionar algunos. Con estos manejadores podemos surfear la Internet y seleccionar diferentes series.
Aquí me permito señalar algunos en español: “En su tinta”, “La araña patona”, “Reporte Sandía” y “Cienciaes.com”.
En el idioma inglés existe una amplísima variedad de ofertas en las diferentes plataformas y la mayoría de estas ofertas son accesibles desde los manejadores que mencioné. Desde España tenemos una oferta para escoger, pero es importante que desde Latinoamérica empecemos a ofrecer igual número de opciones. Estoy seguro de que ustedes pueden extender la lista y añadir algunos títulos en los comentarios.
Desde mi perspectiva, la existencia de estos pódcast facilita la comunicación del conocimiento a sectores de la población que pueden verse marginados.
La forma auditiva de transmitir conocimiento se acerca mucho a la transmisión oral que por muchos siglos predominó en nuestra especie. La mayoría de los pódcast tienen periodicidad semanal, lo que nos facilita el estar suscritos a varios y seguir fomentando la diversidad de opinión y de temas.
Les invito a explorar las opciones de los pódcast y seguro estoy que encontrarán alguna serie que les atraiga y disfruten.
Fuente: delrioantonio.blogspot.com