Las pandemias, cotidianas en la historia y en el lenguaje

Para la doctora Company Company, la lengua es un soporte de visión de mundo a lo largo de miles de años, “lo que refleja la lucha entre el ser humano y el patógeno: los seres humanos a veces ganan un poco, a veces ganan más, pero no nos liberamos de las enfermedades”

Desde la historia y el lenguaje se propició el acercamiento a la pandemia en la mesa redonda Las pandemias en la historia, que contó con la participación de Eduardo Moctezuma y Concepción Company Company, miembros de El Colegio Nacional, en la segunda parte de la sesión inaugural del VI Encuentro Libertad por el Saber, dedicado a La pandemia: retos y oportunidades, coordinado por el doctor Antonio Lazcano Araujo, miembro de la institución.

Durante la conferencia Las epidemias y la conquista de México, el arqueólogo ofreció un recorrido por las diferentes enfermedades que han aquejado a los seres humanos, en especial desde la Edad Media, cuando ya se tiene registro de enfermedades como sarampión, viruela, “calenturas pútridas”, paludismo, tifo o peste bubónica, “pestes que arrasaban con poblaciones enteras”.

“Hay una escrito en El Escorial con grabados donde en verso se va hablando de cómo la peste acaba con todos los órdenes sociales y con todos los grupos sociales, desde el monarca, los nobles o los obispos, hasta el campesino, sin importar el poder que llegasen a tener, y todas aquellas presencias van a pasar al nuevo mundo a partir de 1492, porque desde aquel momento empieza a poblarse con españoles, con negros. Toda una gama de personas que, en cierta forma, están trayendo la enfermedad consigo.”

Tan sólo en las Antillas, destacó Matos Moctezuma, como el primer gran lugar de asentamiento hispánico, van a proliferar de una manera brutal todas estas enfermedades. Por ejemplo, la viruela: la viruela entra vía La Española, lo que hoy es República Dominicana, en 1518, ya de forma tardía, pero va a provocar también una serie de calamidades, unidas a otras enfermedades que ya tenían también presencia desde el momento en que se llega a ocupar esas tierras.

“Los cálculos que han hecho los especialistas dicen que más de tres millones de habitantes en las Antillas llegaron a sobrevivir, principalmente por el acoso de estas enfermedades, 15 mil 600 habitantes y ahí jugó un papel muy fuerte la influenza, que provocaba estos males. Aquí vemos que cómo se dio un despoblamiento total provocado por estos elementos.”

Antes del arribo de los conquistadores –se cuenta con referencias de algunas crónicas–se habla de ciertas enfermedades que llegaron, inclusive, a diezmar poblaciones: “por ejemplo; nos dice don Fernando de Alva Ixtlilxóchitl que hubo un catarro pestilencial hacia 1450”.

“Otro cronista, en su tercera relación de Chalco a Amecameca, nos habla del despoblamiento de Chalco hacia 1456, previo a la llegada española. El Códice Chimalpopoca de igual manera nos habla de una pestilencia en 1496 en Xochitlán. Casi todas ellas van con relación a síntomas gripales o de influenza, pero que provocaba que poblaciones enteras dejaran ciudades o pueblos abandonados.”

Ya sabemos cómo posterior a la conquista van a venir muchas otras enfermedades, como el sarampión, que entra en 1531, y también pega con una fuerza enorme: existen reportes, hacia 1545, de cómo afectaron algunas de estas enfermedades, con “pujamiento con sangre y con calenturas, llega tanta la sangre que le reventaba por las narices”.

Hay un aspecto muy importante de la conquista que pareciera no tener relación, pero al final la historia se une: Hernán Cortés se hace a la mar en Cuba, en 1519, designado por Diego Velázquez, el gobernador de Cuba, para que encabezara aquella armada, pero lo piensa mejor y decide que no debe ser Cortés y manda las órdenes para que no vaya a zarpar. Al enterarse de esto, se hace a la mar con sus 11 navíos y llega a Cozumel.

En Cozumel, se entera de que hay varios españoles que han naufragado siete años atrás y se encuentran viviendo entre los mayas. Les manda una carta invitándolos a que se incorporen a su armada: Jerónimo de Aguilar, uno de estos españoles, recibe aquella misiva, se llena de alegría y de inmediato va a otro pueblo a buscar a Gonzalo Guerrero, otro español, pero éste decide quedarse.

En ese lapso, la enfermedad de las viruelas empieza a desatarse de una manera violentísima entre la población de Tenochtitlan y Tlatelolco, según se relata en diversas fuentes, tanto indígenas como españolas, desde mediados del siglo XVI.

“Se sabe que de unos 250 mil o 300 mil habitantes de México Tenochtitlan, murieron entre 50 y 150 mil, entre ellos muchos guerreros, gente joven que ya no pudo estar en la defensa de su ciudad ante el ataque que se llevará a cabo pocos meses después. Hemos visto cómo se menciona, por Sahagún, que el hambre que se provocó fue tremenda.”

De acuerdo con el colegiado, entre las causales para la caída de Tenochtitlan se puede hablar de psicológicas, económico-políticas, militares y de salud; “en la militar sabemos que Cortés había ordenado el corte de los ductos que abastecían de agua potable a Tenochtitlan, que venían desde los manantiales de Chapultepec, con lo cual quedó totalmente aislada y no pudo recibir bastimentos, ni apoyo de algunos otros pueblos que quisieran ayudarlo.

“Ante esa situación y después de haber sufrido la epidemia, pues estaba bastante menguado digamos el ejército y la población: empiezan a padecer hambre, el agobio del avance de los españoles y de miles y miles de contingentes indígenas.”

El mismo Bernal Díaz del Castillo relata cómo eran estos combates al interior de la ciudad: un día los españoles tomaban una acequia y, al día siguiente, los mexicas la recuperaban. Una consecuencia del combate es la muerte de uno de sus tlatoanis: “primero muere Moctezuma, ya habían nombrado a Cuitláhuac, quien va morir por causa de las viruelas pocas semanas después”.

“Habría que imaginar el golpe psicológico para un ejército o para una población en la que pierden casi seguido a sus dos gobernantes y, finalmente, va a recaer en Cuauhtémoc el continuar por la defensa de las ciudades mexicas. La epidemia, que mermó tanto a la población indígena, la hambruna que se desató, va a traer consecuencias funestas.”

La palabra y las enfermedades

La filóloga Concepción Company Company se dio a la tarea de recordar la manera en que muchas de estas enfermedades se han vinculado con el desarrollo del lenguaje, el origen de muchas palabras y, en especial, “cómo la lengua es un soporte de visión de mundo a lo largo de miles de años, lo que refleja la lucha entre el ser humano y el patógeno: los seres humanos a veces ganan un poco, a veces ganan más, pero no nos liberamos de las enfermedades”.

Durante su cátedra, titulada El lenguaje de la peste, la integrante de El Colegio Nacional reconoció que lo esencial de una lengua es que nos hace seres históricos, porque nos permite transmitir experiencias de padres a hijos, de abuelos a nietos, de amigos a amigos, y esa transmisión hace que lo esencial de las lenguas sea un juego, una sumatoria de grandes continuidades, que lo vamos a ver, con algunas pequeñas discontinuidades que arrojan luz en esta lucha milenaria de seres humanos y patógenos.

“La lengua es una sedimentación, una herencia de rutinas, de tradiciones, de hábitos: nadie se levanta ningún día de su vida diciendo: ‘hoy voy a cambiar tal cosa, hoy quiero hablar de este modo’, eso no ha ocurrido nunca en la historia de una lengua y es una actividad transversal a la vida cotidiana de todos nosotros.”

Desde esa perspectiva, todo sucede en el lenguaje y con el lenguaje, no es algo paralelo, sino que está con nosotros desde que nos levantamos hasta que nos acostamos; y soñamos, incluso, en lengua materna o aquella con la que funcionamos cotidianamente; en suma, es una sutil herramienta identitaria, que refleja la visión de mundo de los de las personas, las preocupaciones, los afectos, la cultura toda de un pueblo se manifiesta a través de la lengua.

“Hay evidencias desde egipcios o de griegos, pero decidí empezar desde el latín: si buscamos raíces para identificar enfermedad contagiosa, estas son unas cuantas, hay muchas señales de que estaban ahí cotidianamente: contagio, contagium; lues, que es enfermedad contagiosa, peste, pestilencia, calamidad, corrupción; la propia palabra pestis significa enfermedad contagiosa.”

Durante toda la Edad Media se habla de morbo o epidemia: morbo es sinónimo de enfermedad contagiosa, porque el aire ha sido el transmisor fundamental, el medio donde se propagan los virus, los patógenos, destacó la lingüista durante su conferencia.

“En esta pandemia, estamos asistiendo a un cambio: en vez de decir adiós o saludos, estamos diciendo ‘cuídate’. Es la despedida normal en nuestros días: algo está pasando en esta pandemia, aunque no sabemos si va a afectar en el lenguaje, en los modos de nuestras despedidas.”

Así, por ejemplo, la especialista explicó que contagio y contacto, históricamente, son la misma palabra: epidemia, que oímos de manera cotidiana, es una palabra documentada tardíamente, viene del griego y significa “quedarse en un lugar”, lo que se queda en un lugar, por su carácter estacionario, constante, lento en su dinámica de curación a traca a gran número de personas.

Hay que decir que enfermedad epidémica y morbo son los genéricos de epidemia hasta el siglo XVII y XVIII, y virus, en latín, no significaba lo que entendemos científicamente por virus, sino que era veneno, ponzoña y, “entonces, el virus del alma está documentado antes: viruela viene de varus, que significa pústula y está documentado desde muy tempranamente en la Edad Media y no está registrado en latín”.

A partir de finales del siglo XIV y a lo largo de largo de todo el siglo XV y, buena parte del siglo XVI, empiezan a proliferar tratados de medicina y tratados de peste, hechos por científicos y médicos de la época, aun cuando lo que se entiende por un médico en el siglo XV no es lo mismo a lo que se entiende hoy, pero eran los especialistas de la época.

Mucha información del presente parece haber sido escrita siglos atrás, lo que queda reflejado en el lenguaje: las soluciones del pensamiento mágico, las frases de oportunismo: hoy, como ayer, hemos visto soluciones que se han repetido a lo largo de la historia, destacó Concepción Company Company en su conferencia.

“Ha habido grandes cambios científicos, aceleradísimos cambios; grandes avances en investigación en favor de una mejor calidad de vida, pero lo que vemos en los datos de archivos, en las crónicas, en la prensa, en las cartas es que los seres humanos somos seres de grandes continuidades culturales y no hay nada nuevo bajo el sol.”

“La lengua es nuestro soporte de cultura, de tradiciones, de visión de mundo: las etimologías arrojan luz de qué le preocupó al ser humano en un recorrido de dos mil años y la mirada histórica nos obliga a plantearnos una pregunta: ¿aprendemos algo de la historia? La historia no es para informarnos, sino para tomar mejores soluciones, porque pareciera que somos seres de grandes continuidades y tenemos grandes miedos a los cambios”, enfatizó la doctora Company Company.

Fuente: El Colegio Nacional