Las instituciones mexicanas fueron consecuencia del activismo y del trabajo científico: Julia Carabias

“Enrique Beltrán fue el primero en organizar estudios multidisciplinarios en el sentido ambiental sobre una zona en la península de Yucatán”. El biólogo mexicano originó algo que no se ha repetido, que la industria que aprovechaba recursos naturales como el barbasco tenía que pagar un impuesto o una colaboración por cada tonelada que utilizara y ese dinero iba directamente a formar un grupo de investigación sobre el área tropical de México, con estas palabras del colegiado José Sarukhán inició el conversatorio El Colegio Nacional y la creación de capacidades ambientales.

Duirante esta segunda jornada del VIII Encuentro Libertad por el Saber, El Colegio Nacional: 80 años en la construcción del México moderno participaron la colegiada Julia Carabias, y los especialistas Francisco Barnés, Eduardo Bárzana y Enrique Provencio. Sarukhán comentó que fue gracias al trabajo de ocho investigadores con doctorado en el exterior del país, que se realizó el primer posgrado en Ecología que ha formado un gran número de investigadores en México.

Recordó que la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) se desarrolló en tres décadas y sus resultados no fueron únicamente técnicos, científicos y académicos, sino que ha realizado un gran trabajo para traducirlos. “Lo que hemos hecho es desarrollar la base de datos más grande de cualquier país del mundo, son 45 millones de especímenes que han sido verificados para su identificación con gente experta que representa el gran interés que se tiene por la flora y la fauna. Esa base de datos ha servido para desarrollar conocimiento de donde están nuestros ecosistemas, conocer sus características, y desarrollar modelos para poderlas proteger”.

“Todo ese conocimiento se ha traducido a la sociedad en su página de internet, la cual recibió 45 mil visitantes diarios, de los cuales, la mitad fueron niños. Es un gran esfuerzo para que la gente entienda y valore esta información, es la única manera en que la gente pueda defender estos proyectos”, enfatizó el colegiado.

Por su parte, el especialista Enrique Provencio, moderador de la mesa, explicó que fue un miembro de El Colegio Nacional quien tuvo un papel clave en el impulso del conocimiento de la ecología en el país, Víctor Urquidi que ingresó a la institución en 1970. “Desde una perspectiva multidisciplinaria de demógrafo, urbanista, economista, empezó a ocuparse de asuntos ambientales tempranamente, a partir de1960. Pero en 1973 se encargó de promover una ronda de estudio con implicaciones muy profundas en el conocimiento de la época. De hecho, fue el primero en prologar el libro Los límites del crecimiento, de enorme influencia en el conocimiento contemporáneo”.

Al tomar la palabra, la colegiada Julia Carabias sostuvo que en los años sesenta, se generó, con ayuda del doctor Humberto Bravo, una gran cantidad de conocimiento sobre la contaminación que tenía el país en ese entonces. “Se pudo construir una base de datos que estaba mostrando cómo iba creciendo la contaminación. Fue en el contexto de la Cumbre de Estocolmo, la cumbre mundial cuyo objetivo central de fue atacar los temas de contaminación”.

En palabras de la bióloga, las instituciones mexicanas no fueron una ocurrencia, fueron consecuencia del trabajo científico, del activismo y la respuesta del gobierno que se fue tejiendo. “La primera reforma electoral para el medio ambiente abrió las puertas a la pluralidad, se reflejó en 1982, en el Congreso, que por primera vez había otras ideologías como la izquierda y se participó en el proceso de elección de una plataforma política muy fuerte. Eso cambió las cosas en la materia institucional y el presidente de la República al tomar posesión constituyó la SEDUE, la Subsecretaría de Ecología al mando de Susana Bárcenas, hoy la secretaria de Relaciones Exteriores. Fue una institución que incorporó los temas de conservación, educación ambiental, restauración y una gestión de los ecosistemas”.

Agregó que, en 1992, el presidente Carlos Salinas de Gortari tomó el tema ambiental y lo analizó desde la pobreza; en la Cumbre de ese año, México anunció un gran cambio estructural y formó la SEDESOL, el Instituto Nacional de Ecología y la PROFEPA, que fue parte del Tratado de Libre Comercio, con el cual se aprovechó la discusión global sobre el tema de la biodiversidad, y se hizo la propuesta de la creación de CONABIO.

De acuerdo con Francisco Barnés Regueiro, entre las instituciones que surgieron en esa época, fue la Comisión Ambiental Metropolitana, que fue desarrollada a partir de un acuerdo de colaboración en la década de los noventa, que acercó al entonces Departamento del Distrito Federal y algunos municipios del Estado de México e Hidalgo, para desarrollar políticas públicas comunes que tenían que ver con el crecimiento de la mancha urbana.

Subrayó que el doctor y colegiado Mario Molina y su esposa Luisa Molina contribuyeron, desde mediados del 2005, al proyecto milagro que permitió entender o poner en la mesa una visión a largo plazo de todo lo relacionado con la contaminación del aire en México, “concertaron y trajeron un grupo importante de investigadores nacionales e internacionales para abordar desde una visión integral la calidad del aire en este país”.

Por lo anterior, queda claro que “las instituciones no sólo pueden depender de las personas, ni siquiera de las grandes personas, tienen que estar fincadas a un andamiaje jurídico que les permita subsistir los embates equivocados de la autoridad y el poder. Necesitan establecer mecanismos para sobrevivir en el largo plazo”.

Al finalizar, el académico e investigador Eduardo Bárzana enfatizó que el colegiado Mario Molina, desde que recibió el Premio Nobel hasta que ingresó a El Colegio Nacional, desarrolló una actividad académica en el extranjero. Fue pionero, porque a partir de sus estudios de la atmósfera y el asunto de la degradación de la capa de Ozono, se volvió “la voz cantante” de la atmósfera y la contaminación. “Él representó el punto de partida en donde la atmósfera acabó siendo un elemento importante en el asunto ecológico”.

“Cuando llevó a cabo el proyecto MILAGRO, se dio cuenta que la zona metropolitana era un área para desarrollar investigación y en el año 2005 fundó en Centro “Mario Molina” para estudios estratégicos sobre energía y medio ambiente, el cual partió de dos fundamentos básicos, la ciencia como herramienta para resolver los grandes problemas de la humanidad, y la sustentabilidad. Desde su fundación en 2005 a la fecha, se han llevado a cabo un total de 195 proyectos de todo tipo”, concluyó el experto.

Fuente: El Colegio Nacional