Las bacterias de los seres humanos no son iguales, cada persona tiene un perfil único

En poblaciones nativas de América se han detectado medicamentos para los que los mexicanos no requieren una dosis muy alta como los europeos. También se ha encontrado que las mujeres hispanas poseen un PH diferente en la vagina y una población bacteriana mucho más diversa

Las bacterias de los seres humanos no son iguales, cada persona tiene un perfil único, expuso la científica mexicana Esperanza Martínez Romero al impartir la conferencia ¿Tus bacterias y las mías son iguales?, transmitida en vivo el 8 de abril por las plataformas digitales de El Colegio Nacional, como parte del ciclo Los viernes de la evolución, coordinado por los colegiados Antonio Lazcano Araujo y José Sarukhán.

La investigadora del Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM, considerada una autoridad mundial en sistemática y taxonomía de bacterias fijadoras de nitrógeno, se refirió al proyecto del Microbioma Humano que ha tenido alcances notables en la genómica y la medicina, surgido en 2008 con el objetivo proporcionar datos, herramientas y recursos sobre la microbiología de las personas. Para lo anterior fue necesario analizar las muestras de nariz, garganta, boca, piel y heces de algunos jóvenes.

La experta en el estudio de bacterias benéficas para las plantas también habló del concepto de microbiota, al que definió como el conjunto de todos los microbios, bacterias, protozoarios, virus, paracitos y hongos que tiene un ser humano: “juega un papel importante en la modulación de respuesta inmune a la quimioterapia, así como en el estado de ánimo y el envejecimiento”.

Sostuvo que para observar los diferentes efectos de las bacterias en cada individuo se tienen varios ejemplos, uno de ellos es el procesamiento de medicamentos para enfermedades como el Parkinson: “una de las medicinas recetadas es la Levodopa, que las bacterias del intestino pueden procesar y convertir en dopamina, pero ésta no llega al cerebro. El intestino no necesita dopamina lo que genera un efecto negativo. Lo anterior no les pasa a todos los pacientes, eso significa que tienen diferentes bacterias para procesar el fármaco”.

Asimismo refirió que las bacterias intestinales de cada individuo procesan la bilis, la cual es producida en la glándula llamada vesícula biliar que se encuentra junto al hígado y se libera en el aparato digestivo, a través del intestino delgado: “la bilis que no se absorbe pasa al intestino grueso, son las bacterias del intestino grueso las que la convierten en bilis secundaria, ésta no existe en animales que no tienen bacterias, y en ocasiones se asocia a cáncer y procesos inflamatorios”.

Agregó que “se dice que las calorías no dependen de lo que comes, sino de tus bacterias que saben procesar a los alimentos de distintas maneras. Todos estos ejemplos apoyan la idea de que cada persona tiene distintas bacterias”. Explicó que, en poblaciones nativas de América, por ejemplo, se han detectado medicamentos para los que los mexicanos no requieren una dosis muy alta como los europeos. También se ha encontrado que las mujeres hispanas poseen un PH diferente en la vagina y una población bacteriana mucho más diversa.

De acuerdo con la especialista, ganadora del Premio Internacional L’Oréal-UNESCO “La Mujer y la Ciencia”, en 2020, la diversidad bacteriana también se encuentra en las frutas: “nuestra sociedad está acostumbrada a lavar las frutas para desinfectarlas, pero, aunque se laven, nos comemos millones de bacterias, porque las plantas tienen endófitos, que juegan un papel importante para mantener su salud”.

Puntualizó que los seres humanos tienen una muy pobre capacidad de degradar fibras vegetales, por lo que el trabajo se les deja a las bacterias, una labor que realizan los microorganismos unicelulares del colón de forma anaeróbica: “las bacterias de las plantas son una fuente de bacterias intestinales y de enzimas para degradar a los mismos vegetales”.

Martínez Romero hizo referencia al estudio que realiza en su laboratorio, en el Centro de Ciencias Genómicas de la UNAM, llamado endofítico-entérico, en el que las plantas son fuentes de bacterias intestinales y, a su vez, las bacterias intestinales en condiciones naturales llegan de nuevo a las plantas. Además, analiza el microbioma intestinal de animales herbívoros como el conejo teporingo y la tortuga galápago tamaulipeca para comprender cómo estas especies degradan su dieta natural.

“En las heces de la tortuga tamaulipeca encontramos bacterias capaces de fijar nitrógeno, es decir microorganismos como los endófitos de las plantas. Es una bonita historia, porque quiere decir que, en efecto, las tortugas están adquiriendo sus bacterias de los vegetales que consumen. Además, estas especies son como los koalas, se comen las heces de las tortugas mamás y es una manera de perpetuar las bacterias de madres a hijos”, explicó Martínez Romero.

De acuerdo con la científica, algunas de las bacterias más fascinantes que existen en el organismo humano son las de la piel, que habitan en el fondo de los poros y en etapas como la adolescencia se llenan de grasa, lo que causa las infecciones y el acné. También está la microbiota de la axila, que es muy diferente a la del antebrazo, y esta diferencia se puede comparar haciendo la analogía entre la selva tropical y el desierto.

“En la piel hay virus del papiloma humano, normalmente se le asocia a este virus con el cáncer cervicouterino y las verrugas, pero muchas personas tienen el microorganismo y no las verrugas. Hay mucho por estudiar, aún desconocemos funciones de nuestras bacterias y vale la pena explorar estas áreas del conocimiento, porque tienen una gran repercusión en la salud”, finalizó la experta.

Fuente: El Colegio Nacional