Las asimetrías globales entre los países desarrollados y en vías de desarrollo se han profundizado

Pese a los desafíos, “tenemos la oportunidad de construir nuevos pactos sociales, nacionales y recuperar el déficit de solidaridad internacional que estamos atravesando”: Alicia Bárcena

La tarde de este jueves 21 de octubre se transmitió en vivo, a través de las plataformas digitales de El Colegio Nacional, la mesa La pandemia, catalizadora de cambios en el orden político y económico internacional, moderada por el colegiado Claudio Lomnitz, y en la que participaron los especialistas Alicia Bárcena, Arturo Herrera y Olga Pellicer. Esta actividad forma parte del programa del VI Encuentro Libertad por el Saber. La pandemia: retos y oportunidades, que coordina Antonio Lazcano Araujo, miembro de esta institución.

La primera intervención estuvo a cargo de la economista Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), quien afirmó que estamos inmersos en una crisis de multilateralismo. “Vivimos un verdadero cambio de época. Aun cuando no hemos abandonado el mundo anterior, tampoco hemos entrado al nuevo.”

La economista abordó las tensiones geopolíticas que se han generado a partir de la pandemia por la COVID-19, con una nueva geografía económica, modelos de gobernanza global desgastados y nuevos desafíos, como el cambio climático, la biodiversidad, la revolución tecnológica, la migración, y retos estructurales en América Latina y el Caribe.

“Nos hemos enfrentado a una fragmentación de servicios, de salud, de protección social, de educación, con una enorme informalidad. Hoy tenemos al 58% de la población económicamente activa en la informalidad, con una gran desigualdad de género”, destacó en su participación.

“Las asimetrías globales entre los países desarrollados y en vías de desarrollo se han profundizado: hoy tenemos grandes asimetrías respecto al acceso a las vacunas y los niveles de vacunación; el acceso desigual al financiamiento, los ingresos, la tecnología y la concentración de la riqueza: el mundo desarrollado crece, tiene estímulos fiscales y monetarios, y el mundo en desarrollo se va quedando atrás.”

El mayor de los ejemplos planteados por Alicia Bárcena es la disparidad en el acceso a las vacunas: hasta el pasado 20 de octubre se tenía a países como Uruguay o Chile con el 75% de su población con esquema completo de vacunación; por otro lado, está Haití con 0.2%, Nicaragua con 4.9% o Jamaica con 11.8%, lo que refleja que no se podrá alcanzar la meta de contar con el 70% de la población vacunada en 2021.

Además, la riqueza mundial durante la pandemia aumentó un 7.4%: en Estados Unidos y Canadá aumentó 12.4%, mientras que en América Latina y el Caribe disminuyó un 11.4%. En esa reflexión, los grandes ganadores durante la pandemia son las empresas digitales, y los perdedores son los cerca de 66 millones de hogares en América Latina sin internet.

El tema social es muy grave: nuestra región presenta 208 millones de personas en pobreza y 78 millones en pobreza extrema. “Si no hubiéramos hecho nada estaríamos en 230 y 98 millones, pero los gobiernos invirtieron y, a pesar de ello, la desigualdad aumentó fuertemente. La educación también perdió.”

“Estamos ante el riesgo de una generación perdida, porque 167 millones de estudiantes perdieron un año de escolaridad presencial, con un gran impacto en su aprendizaje, hay estudiantes en riesgo de no volver a la escuela: 3.1 millones de niños, niñas y jóvenes están en riesgo de abandono escolar, sobre todo en el nivel secundario y terciario.”

Sin embargo, en un dejo de esperanza aseguró que todo se puede resolver siempre y cuando se consiga una mayor integración regional, porque somos parte de una región muy fragmentada, en donde no podemos construir un multilateralismo renovado, a menos que se logre armonizar y coordinar políticas en el espacio regional.

“En CEPAL estamos proponiendo que se apoye a la ciencia y la tecnología en la pharma, sobre todo en este momento. En México, estamos trabajando con el Politécnico y con la UNAM para ver cómo podemos recrear y fortalecer nuestras capacidades productivas y regulatorias en la región: estamos ante una crisis sanitaria y social prolongada, en donde el papel del Estado ha sido esencial y deberá serlo en la recuperación, pero esta pandemia nos ha dejado deudas en materia de resiliencia y de calidad de las instituciones: debemos acelerar la inversión.”

Aun cuando Alicia Bárcena también planteó el reto que implica el tema del cambio climático, como parte de una crisis silenciosa que requiere capacidades prospectivas y de planificación a nivel territorial, “tenemos la oportunidad de construir nuevos pactos sociales, nacionales y recuperar el déficit de solidaridad internacional que estamos atravesando”.

La pandemia transformó al mundo

En su participación, Arturo Herrera, actualmente profesor visitante del Centro de Estudios Económicos en El Colegio de México, planteó la necesidad de entender en qué medida la pandemia está generando cambios en la forma en que se dan las nuevas estructuras de cooperación en diversos ámbitos, sobre todo en los económicos, y cómo la globalización toma una nueva forma a partir de la pandemia. Así, por ejemplo, el problema de la desigualdad, que podría pensarse como problema contemporáneo, se empieza a acrecentar a partir de los años 80; en la parte fiscal, además, se puede ver una desigualdad entre lo que recaudan los diferentes países y lo que pueden realizar con ese dinero, como el acceso universal gratuito a la salud.

En el cambio climático, los países ricos emiten 38 veces más dióxido de carbono que los países pobres: todos tenemos que colaborar, pero algunos tienen que hacer más, “primero porque pueden más y porque contaminan más”.

“El costo económico de la pandemia fue casi del 6% del PIB, que prácticamente es el tamaño de la economía de América Latina: si el conflicto comercial entre China y Estados Unidos era el equivalente a darle una mordida del tamaño de la economía suiza a la economía mundial, la pandemia fue el equivalente de darle una mordida que borra todo el tamaño de la economía de América Latina y el Caribe”, resaltó el ex secretario de Hacienda.

Entre las nuevas urgencias planteadas por la pandemia se coincidió en la idea de que, para tener una solución global al COVID, se necesitaba generar una vacuna, lo que se logró en tiempo récord, aunque la parte que no resultó tan exitosa fue que debía darse un acceso equitativo a todos los países, que no nada más fuera para las naciones ricas. Por ello se creó la iniciativa COVAX.

“La idea de la iniciativa COVAX era garantizar un acceso justo para todos, pero claramente no está pasando. Cuando menos, el 70% de las personas en las economías avanzadas tienen una dosis; en los países de menores ingresos, apenas llega al 5%.”

Ahora bien, reconoció Arturo Herrera, la pandemia empezó a transformar el mundo en otros sentidos de la economía: la gente permaneció tiempo en su casa y si los hijos tomaban clases en el hogar, los que podían compraban una nueva computadora o un escritorio. Se realizaron cambios en la cocina, compraron un nuevo refrigerador.

“Pero hay otras cosas que también cambiaron: la tecnología para tener reuniones como las que tenemos ya existía antes de la pandemia, pero lo que podemos ver ahí son los millones de minutos utilizados de Zoom, y nosotros estamos contribuyendo a eso, ni siquiera es exponencial, es brutal el crecimiento. Y parte de eso se va a quedar, porque este sí es un ejemplo de algo que cambió globalmente con la pandemia.”

Ante las transformaciones que pueden surgir a partir de la pandemia, no se trata de regresar al 2019, advirtió Arturo Herrera, sino de aprovechar los esfuerzos de reconstrucción para constituir un mundo mejor, en donde se logre que el Estado tenga una participación más dinámica: se necesita un esfuerzo mayor para el cambio climático, la pandemia puso retos en el sistema de salud.

“En ese sentido, se requiere un sistema tributario que sea más justo y ayude a eliminar las desigualdades y permita financiar los gastos. Los espacios multilaterales tienen que ser el principal mecanismo de coordinación para dirimir estás diferencias.”

La imagen internacional

La diplomática Olga Pellicer, quien ha sido representante de México ante distintos organismos internacionales, se dio a la tarea de reflexionar acerca de las batallas que se han dado en el ámbito más de imagen internacional, sobre todo entre China y Estados Unidos, lo que se generó desde los inicios de la pandemia, ante la importancia de llegar primero a la elaboración de una vacuna.

“Ello tendría un efecto de fortalecimiento de la imagen de quien llegue primero; al mismo tiempo, de quien tome el liderazgo para hablar de cooperación internacional para combatir la pandemia. Por lo que toca a la vacuna, creo que llegaron casi al mismo tiempo China y Estados Unidos: era una competencia muy grande, estaban invirtiendo muchísimo dinero para tratar de llegar a la vacuna primero –a Trump le hubiera encantado llegar antes de las elecciones del 2020–, pero China llegó casi al mismo tiempo de manera que no hubo ganador, diría que quedaron empatados”.

A pesar de ello, para la nación asiática representó casi un triunfo, porque se trata de un asunto que tiene que ver con el adelanto en materia de ciencia y tecnología, cuando hace 20 años no se hubiera dado una competencia, el gran ganador habría sido Estados Unidos; eso tiene un significado para las relaciones políticas internacionales de estas dos grandes potencias.

“Por lo que toca a quién se convirtió en el líder en materia de cooperación internacional, creo que definitivamente fue China por muchas razones: en primer lugar, porque lo que advertimos durante la lucha contra la pandemia es que los sistemas políticos pueden ser muy disfuncionales cuando se trata de que se actúe rápidamente y de manera homogénea.”

Asimismo, para Olga Pellicer, China fue más eficiente que Estados Unidos a la hora de contener los contagios, en gran medida gracias a un sistema político que le permite decretar el encierro y que eso se cumpla sin mayores problemas; mientras en Estados Unidos, por ejemplo, hay quienes no se quieren vacunar y no lo hacen.

Acerca de los efectos de credibilidad en los organismos internacionales, la estudiosa aceptó que la Organización Mundial de la Salud ha sido criticada por varias razones, en particular porque tardó demasiado en decretar que había una pandemia y porque no tiene mecanismos de supervisión para que se cumplan sus recomendaciones “que, por lo demás, son sólo eso, recomendaciones, nunca son medidas obligatorias”.

“La Organización Mundial de la Salud no tiene la capacidad ni de imponer sanciones ni de obligar a la sociedad y a los gobiernos que cumplan con lo que ella decida; tiene otra función muy importante al informar sobre lo que está pasando y al orientar, pero nada más. Aunque el público querría que ese organismo supranacional existiese, lo cierto es que si existiera hubiese creado múltiples problemas.”

Desde su perspectiva, esta situación ha llevado al escepticismo de los organismos internacionales que le preocupa mucho, porque le resulta injusto que no se reconozca lo que sí han hecho los organismos multilaterales y, por otra parte, porque la mirada escéptica tampoco está acompañada de propuestas viables para que haya otros organismos.

“Estamos atentos a las discusiones que existen, y hay recomendaciones de lo que se debe hacer, pero quién lo va a hacer y con qué autoridad lo va a ser. Eso no se sabe, creo que tenemos que ver qué es lo que las Naciones Unidas hizo y qué es lo que sí podría fortalecer, como el contribuir a una toma de conciencia de la naturaleza Mundial de la pandemia”, enfatizó Olga Pellicer.

Fuente: El Colegio Nacional